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Lunes, 18 de abril de 2011
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Nuevas revistas culturales salidas del concurso Abelardo Castillo

La hora de las voces alternativas

A partir de la iniciativa de la Dirección Nacional de Industrias Culturales, hubo diez proyectos premiados, con financiación para sostener cuatro números durante 2011. Dos de ellos, NAN y Clítoris, dan cuenta de una efervescencia cultural que empieza a emerger.

Por Andrés Valenzuela
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NAN enfoca sobre el circuito alternativo. Clítoris es una revista de “historietas y exploraciones varias”.

Tiempo atrás la Dirección Nacional de Industrias Culturales, del Ministerio de Cultura de la Nación, lanzó el concurso Abelardo Castillo para nuevas revistas culturales. Hubo diez premiados, cada uno con una dote de veinte mil pesos para sostener cuatro números durante 2011. Hoy algunos de esos proyectos, como la revista NAN, ya tienen su primera tapa en la calle. Otros, como Clítoris, están ajustando detalles para salir al ruedo. Página/12 juntó a representantes de ambas revistas para hablar del campo que los aglutina. Tienen ideas, iniciativa y cierto apoyo, pero también señalan falencias y aspectos a mejorar.

Mariela Acevedo impulsa Clítoris, una revista de historieta producida desde una perspectiva de género. Nicolás Sagaian hace su parte en NAN, que nació como una agencia digital creada por estudiantes de periodismo de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y que, subsidio mediante, ahora salta al papel.

“El premio es un gesto muy importante de parte del Estado, que es reconocer que hay un semillero de revistas culturales de gran diversidad”, destaca Acevedo, pero advierte que aunque los proyectos son sustentables, si en este momento se les soltara la mano, caerían.

El primer número de NAN tiene una extensa entrevista a Pablo Lescano, líder de Damas Gratis y referente clave de la cumbia villera, pero también una reflexión de Osvaldo Bayer sobre la figura de Rodolfo Walsh, una mirada a 35 años del último golpe militar por artistas de distintas generaciones, y artículos sobre graffiteros, danza contemporánea y crítica teatral, entre muchos otros.

Clítoris, la revista “de historietas y exploraciones varias”, está amadrinada por Patricia Breccia y llegará con cantidad de artistas de distintas partes del mundo que abordan cuestiones centrales para la militancia de género, como la violencia o el aborto. Tampoco le faltan artículos, entre los que se destaca uno de Alan Moore, acaso uno de los más grandes guionistas de la historia del medio, y responsable de obras maestras como Watchmen o V for Vendetta. “Queremos hablar también desde el humor, buscamos que cualquiera pueda leerlo, que no circule como el panfleto feminista clásico, que es como un ladrillo que te cae en la cabeza. Que no sean sólo historias terribles”, describe su ideóloga.

–¿Por qué hacen falta nuevas revistas culturales?

Nicolás Sagaian: –Fundamentalmente porque abordan toda una serie de discursos que empezaron a tomar más fuerza, pero que todavía no tenían un espacio. Hay muchos discursos que en el marco de la comunicación hegemónica se pierden. Particularmente, desde NAN buscamos dar voz a aquellos artistas under o del circuito alternativo que la necesitan, como me imagino que en el ámbito de la historieta también hay artistas que quieren expresar lo suyo en un papel.

Mariela Acevedo: –Me parece que el que haya nuevos proyectos y revistas culturales implica que generacionalmente hay una necesidad de expresar. Nosotras sentimos puntualmente que había un espacio vacante para las mujeres que necesitaban publicar en papel. Hay pocas revistas y en general hay un sistema en el que entran algunas personas porque ya hay un circuito más o menos armado. Más allá de eso, en un momento de los ’90 se hizo un desierto cultural: cerraron muchísimas revistas y editoriales, y hoy es muy difícil sostener un proyecto. Entonces esto del premio me suena a una señal, un apoyo al sector que no se podía pensar hace una década.

Este impulso, sin embargo, todavía es insuficiente. Más allá de la continuidad indispensable de esta política de ayuda, destacan otras dificultades del sector. “Antes, por ejemplo, la Conabip compraba una cantidad de revistas culturales para las bibliotecas populares”, detalla Acevedo. “Eso hoy no se cumple y es algo por lo que reclama la Red Nacional de Revistas Culturales”, agrega Sagaian sobre el colectivo de medio centenar de publicaciones que proponen un temario de cinco puntos para el sostén y crecimiento de este tipo de publicaciones.

“Hoy día las bibliotecas populares no compran revistas culturales y cuando van a la Feria del Libro, con la plata que les da el Estado para comprar productos culturales, tienen prohibido comprar revistas”, critica la representante de Clítoris. “Cuando se quitó esa posibilidad, se dijo que las revistas culturales vencen, cuando en realidad es un producto cultural que te da idea de un momento histórico y que condensa el ambiente cultural de una época.”

Además de los reclamos por la Conabip, la Red también pide la exención del IVA para las revistas del sector, la participación en la pauta publicitaria oficial, un espacio en los medios públicos para difundir los puntos de venta de las publicaciones que la integran y la creación de un acuerdo marco con el Correo Argentino para alcanzar tarifas que estimulen la circulación de las revistas en todo el país.

Para el caso particular del concurso, Acevedo sugiere ajustar el seguimiento posterior a la premiación, por ejemplo, con capacitación o asesoramiento en distintas áreas, como los derechos de autor. “No que te obliguen a hacer un curso, pero sí estaría bueno tener un espacio donde te asesoren sobre logística y derechos, por ejemplo.”

La publicidad, como en toda revista nueva, también es un punto difícil. Y aunque el compromiso asumido ante el Estado nacional para publicar cuatro números de cada título podría ayudar a estas nuevas publicaciones en su búsqueda, sigue siendo un proceso difícil. NAN, por caso, eligió no recurrir a la publicidad tradicional “para mantener cierta carga de lectura y un espacio para las notas”. Lo que sí hicieron, apunta Sagaian, es canjear publicidades “con otras revistas culturales del palo, que también están en el circuito y tienen una ideología, un trato con la información similar al que tenemos nosotros”, destaca. Clítoris, en cambio, cubre parte de sus costos con apoyos de colectivos feministas que confían en el proyecto y quieren verlo crecer.

Por delante les queda mucho trabajo. No faltan las ganas de crecer y superar esas barreras temibles para las nuevas publicaciones: el primer año en la calle, la primera media docena de lanzamientos. Por lo pronto, hay cuatro números asegurados por publicación.

Terminada la entrevista, Sagaian y el cronista coinciden en el andén del subte porteño. “¿Vos preguntabas por qué hacían falta nuevas revistas culturales?”, advierte señalando un puesto de diarios en que se destacan portadas sobre psicología de entrecasa, o esas otras que son siempre distintas, pero parecen las mismas, sobre crochet y mascotas. “Es que no hay tantas.”

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