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Jueves, 23 de junio de 2011
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Comienza hoy la Feria del Libro Judío, en la Sociedad Hebraica Argentina

Un escenario para “pensar lo judío”

El encuentro, en el que habrá stands, presentaciones de libros, conferencias, teatro y música, se realizará hasta el 30 de junio en la sede de la SHA, Sarmiento 2233. La inauguración estará a cargo de los escritores Marcelo Birmajer y Marta Wolf.

Por Silvina Friera
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Ana María Shua presentará la reedición de Cuentos con fantasmas y demonios de la tradición judía.

Una marca indeleble dejó una revista literaria de la Sociedad Hebraica Argentina (SHA), que se publicó entre 1945 y 1992. Cuando se pronuncia Davar –el título de esa revista–, las sílabas zumban en el imaginario como si se estuviera ante un terreno de una profundidad incesante. No es un sonido estridente, pero acaso se intuye –o fantasea– la matriz de una pasión por el lenguaje. “Davar: la Palabra y el Verbo” es el nombre elegido para la Feria del Libro Judío, que se extenderá hasta el próximo jueves. Oscar Olender, presidente de la SHA, y los escritores Marta Wolf y Marcelo Birmajer inaugurarán hoy a las 18 este encuentro que contará con la participación de Ana María Shua, Diana Sperling, Manuela Fingueret, Diego Rosenberg, Ricardo Feierstein y Santiago Kovadloff, entre otros escritores, pensadores y artistas. El programa de actividades, con entrada libre y gratuita, incluye presentaciones de libros y conferencias, además de teatro y música. Y habrá stands con libros y publicaciones culturales de Amigos Universidad Hebrea de Jerusalem, Capital Intelectual, Milá y Libros del Zorzal, entre otras editoriales.

La filósofa Diana Sperling, que presentará su último libro, Filosofía de cámara, considera que esta Feria es “una oportunidad más de hacer circular los textos y las palabras que nos incumben”. “Presentar mi libro es recrear el diálogo, buscar nuevos interlocutores, someter a interpretación mi escritura y mis ideas. Mi intención fue recrear de algún modo la mecánica del diálogo talmúdico, la pluralidad de voces –y por tanto de lecturas y de perspectivas– que intervienen para decir algo sobre un problema, sobre una idea, sobre una situación. Esa pluralidad es lo opuesto a la pretensión de los constructores de Babel, que querían ‘una sola lengua y pocas palabras’, es decir, querían ejercer el poder a través de un lenguaje empobrecido y una versión única de la realidad. Mi libro aspira a hacer una lectura talmúdica de la filosofía, o sea, aplicar el disenso, la discusión, la duda y la diferencia de opiniones a las grandes o pequeñas cuestiones que nos acosan. No creo que haya oposición ni incompatibilidad entre la filosofía y el pensamiento judío; más bien, creo que es preciso poner ambas cosas en relación, relación tensa y de roce, hacer crujir ese diálogo para que produzca sus mejores frutos.”

Ana María Shua cuenta que es “una gran alegría” la realización de “Davar: la Palabra y el Verbo” y desea que se sostenga y se repita. “Como dicen los judíos, ¡que sea por ciento veinte años!; es una actividad que gana, crece y cobra sentido a lo largo del tiempo”, celebra con entusiasmo Shua, que comenzó a ser considerada “una escritora judía” –“para enorme sorpresa de mi bobe, que no concebía literatura judía en castellano”, dice– después de publicar Los amores de Laurita (1984). Desde entonces, ha participado en diversos encuentros de autores judíos latinoamericanos. “Una parte de mis libros no tiene nada que ver con cuestiones judías, pero otros están dedicados específicamente al tema, de modo que me gusta la posibilidad de encontrarme directamente con mi público.” La escritora presentará la reedición de su libro Cuentos con fantasmas y demonios de la tradición judía. “Vaya a saber por qué –o quizá sí lo sabemos y no tenemos ganas de acordarnos–, si uno propone un libro de cuentos japoneses o cuentos chinos, le puede interesar a cualquiera. Pero nadie que no sea de la colectividad compra un libro de cuentos judíos.”

Los fantasmas y demonios de la tradición judía, comenta la escritora, no perduran en el imaginario. “La gente los olvidó, no se transmitieron de generación en generación, o quizá la demoníaca figura de Hitler cubrió y borró a los inocentes demonios de la tradición midrásica. La gente se asombra cuando descubre que esos seres sobrenaturales existen en nuestra tradición. Es importante destacar que no se mencionan demonios en la Torá, a excepción de un pasaje del Levítico en el que se habla del chivo expiatorio, que debe cargarse con los pecados del pueblo y ser abandonado a los demonios en el desierto.” Demonios hay muchos: el principal, destaca la escritora, es Samael, “el que intentó poner su trono por encima del trono del Señor, el que lucha con sus malas artes para insuflar en los hombres la Inclinación al Mal y por impedir la llegada del Mesías”.

La Feria del Libro Judío será también un escenario para “pensar lo judío”. Sperling advierte que no se siente interpelada especialmente por esta frase. “Me parece más bien que es lo judío lo que nos piensa y que cada uno de nosotros puede pensarse desde ahí –aclara–. De lo contrario, ‘lo judío’ se convierte en un tema, un contenido, y estoy convencida de que el pensamiento es forma y de que el judaísmo es estructura, mucho más que temas. De hecho, el cristianismo también ‘piensa lo judío’, retoma y reformula los temas, las anécdotas, pero no piensa desde lo judío.” La filósofa cuenta que en su trabajo intenta reflexionar sobre las cuestiones fundamentales de la filosofía y las preocupaciones humanas de todos los tiempos, desde las categorías del pensamiento que se forjan en las fuentes judías –Tanaj y Talmud, más toda la producción de múltiples autores a lo largo de los siglos– y que operan, según dice Emmanuel Lévinas, como “principios de comprensibilidad” singulares, “diferentes a las establecidas por el pensamiento griego, pero igual de válidas para comprender el mundo en que habitamos”.

Shua enfoca la cuestión de “pensar lo judío” desde otra perspectiva. “Me han tocado dos formas de identidad que están siempre constituyéndose, que requieren permanente recreación: la argentinidad y la judeidad. Una y otra vez los argentinos nos interrogamos acerca de nosotros mismos, de nuestro destino, de nuestro pasado y nuestras esperanzas de futuro. Lo mismo nos pasa a los judíos –compara la escritora–. La eterna pregunta sobre qué significa ser judío no tiene ninguna respuesta suficiente que pueda dar por terminada la cuestión, por eso vuelve a formularse una y otra vez. No nos basta, hoy, para considerar nuestra identidad, la definición por la negativa que dio en su momento Sartre: judíos son aquellos a quienes los demás consideran judíos. Los judíos somos el pueblo elegido, no somos el pueblo que eligió, y desde ese punto de vista puedo admitir la definición sartreana, judío es el que nace judío para el mundo. Pero una vez atados a nuestro destino, tenemos muchos miles de años de historia en los que encontrarnos a nosotros mismos.”

* La Feria del Libro Judío se realizará hasta el jueves 30 de junio, de 17 a 22 (excepto el domingo 26, cuando no habrá actividades), en la Sociedad Hebraica Argentina, Sarmiento 2233.

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