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Jueves, 1 de septiembre de 2011
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Presentación de la Feria Internacional del Libro 2012

Puntapié inicial para un clásico porteño

Bajo el lema “Un futuro con libros”, la 38ª edición se inaugurará el 19 de abril en el predio de la Rural. Para evitar el “efecto Vargas Llosa”, el discurso inaugural volverá a ser patrimonio de un escritor argentino. Se instaurará el llamado “Premio del Lector”.

Por Silvina Friera
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La Feria ante nuevos desafíos, en medio de un contexto económico auspicioso para la industria editorial.

“Un futuro con libros”. Este es el lema de la próxima Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se inaugurará el 19 de abril en el predio de la Rural, recuperando el ritual del jueves como día tradicional de apertura. La 38º edición marcha sobre rieles, aunque parezca aún lejana. El debate que desató este año la presentación del último Premio Nobel de Literatura, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, no devino en una nota al pie del anecdotario de este clásico encuentro entre escritores, lectores y editores. Los coletazos de esa polémica epistolar iniciada por Horacio González aún se sienten. La entidad organizadora –la Fundación El Libro– decidió que el discurso inaugural vuelva a ser patrimonio de un escritor/a argentino/a. Arriesgar nombres podría implicar quedar atrapado en la azarosa telaraña del tiempo que falta. Una de las novedades más significativas, anticipada durante la conferencia de prensa realizada en la Biblioteca Nacional (BN), es el lanzamiento del Premio del Lector.

“Un futuro con libros seguirá implicando una formidable capacidad para enseñar y aprender, una voluntad de difundir conocimientos que ningún otro medio ha superado, y la cualidad incomparable de constituirse en el mejor vehículo de la belleza y el arte de la escritura”, dijo Gustavo Canevaro, presidente de la Fundación El Libro. Ante la plana mayor del mundo editorial argentino, Canevaro se refirió al auspicioso contexto económico de Argentina. “A veces nos vemos forzados a moderar nuestro inmenso entusiasmo, que surge al ver las posibilidades que se abren en nuestro país en medio de un mundo cada vez más complicado. Tal vez sea el momento para envalentonarse y pensar de una manera más protagónica.” Elevar la puntería, la calidad de las propuestas, la programación y los debates que se ofrecen, todo eso está en el horizonte. El Encuentro de Narración Oral, el Festival de Poesía, el Maratón de Lectura, la Noche de la Ciudad, entre otros clásicos, continuarán como los platos fuertes del menú de actividades.

Gabriela Adamo, directora ejecutiva de la Fundación El Libro, subrayó la importancia que tendrá el nuevo Premio del Lector. Un jurado realizará una selección de libros que se anunciará antes de la inauguración para que los lectores los lean, puedan formarse su propia opinión y elegir el que más les gusta. “Creemos que va a servir para que la gente hable mucho de libros”, auguró Adamo. La 38º edición contará con el novedoso Centro del Lector, un ámbito donde los visitantes encontrarán la información que necesiten para el tipo de libros que cada uno esté buscando. “La idea es guiar dentro de la oferta; que se vean los árboles, a pesar del bosque”, resumió Adamo, consciente de lo abrumadora que puede resultar la cantidad de libros exhibidos en los stands de la Rural. Otra novedad será el Territorio Joven, un lugar que propone una relación “más desacartonada y menos formal”, donde el libro se cruzará con otras artes y tecnologías que permitan concretar una visita “más participativa”.

“La Feria del Libro nos conmueve a todos, incluso a los que polemizamos con ella”, reconoció González. “Como república de las letras que tiene una única ciudadanía, es donde nuestros escritores pueden expresar aquello que forma parte de nuestro ser polémico, literario, político. La politicidad de la Feria está fuera de discusión, pero al mismo tiempo no podría ser una politicidad meramente superficial. Hay una politicidad porque toda nación se funda con libros, ni qué decir de las grandes religiones. La Argentina se ha fundado con cuatro o cinco grandes libros, que tienen sus herederos y sus legados. Ricardo Piglia se preguntó en los años ’80 quién de no-sotros escribirá el Facundo; son preguntas cuyos ecos están en la Feria”, planteó el sociólogo. Cuando Theodor Adorno estuvo en la Feria de Frankfurt en los años ’60, descubrió los libros diagramados y diseñados con colores. Después de esa experiencia, Adorno se fue disgustado “ante lo que imaginó que eran ciertas amenazas de las nuevas tecnologías frente a ese objeto que tiene la sacralidad que todos le conferimos”, comentó el director de la BN.

La anécdota protagonizada por uno de los máximos representantes de la Escuela de Frankfurt fue el preludio que eligió González para lanzar un interrogante capital. “Habrá que preguntarse si será el libro electrónico el que cambie las miradas, las maneras de ver, la escritura, la legislación sobre derecho de autor; debate en el cual la Argentina está un poco retrasada –admitió–. Hay que impulsar leyes de derecho de autor justas y renovar las existentes, que resultan arcaicas para el modo en que se mueve la economía del libro.” El director de la BN recordó una frase que un puñado de escritores suele repetir. “Muchos dicen no voy más a la Feria, pero yo no soy de esos –aclaró–. Yo siempre he ido y seguiré yendo.”

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