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Viernes, 16 de septiembre de 2011
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Primeros debates en el IV Congreso Iberoamericano de Cultura

Efervescencia de un nuevo protagonismo

Con la presencia de numerosos funcionarios de Cultura, el encuentro que plantea el lema “Cultura, política y participación popular” empezó a desandar un recorrido que busca retratar los nuevos tiempos de las democracias latinoamericanas.

Por Facundo García
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La senadora uruguaya Lucía Topolansky, una intervención celebrada.

Desde Mar del Plata

El primer día del IV Congreso Iberoamericano de Cultura abrió las puertas a jóvenes, militantes, funcionarios y artistas con ganas de discutir el futuro. Miles de personas asistieron a conferencias donde quedó claro que la equidad social y la democracia serán una referencia permanente hasta el cierre del sábado. El lema es “Cultura, política y participación popular”, y predomina la defensa de los emblemas de igualdad y de progreso. Hasta ahí todo es armonía. En las próximas jornadas se tratará de deslindar qué pone cada uno detrás de esos significantes. En la ceremonia inaugural, el interés por ubicar a la igualdad en el centro del temario emergió varias veces. “¿Cómo podríamos imaginar un proyecto popular sin cultura y sin política?”, preguntó Gustavo Pulti, intendente de General Pueyrredón y primer orador. En idéntico sentido fue Juan Carlos D’Amico, presidente del Instituto Cultural de Buenos Aires. “Las políticas públicas en relación con la cultura no están llamadas a acompañar el proceso democratizador, sino a producirlo”, recalcó. Minutos después el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, completó la idea subrayando que “la cultura es una gran herramienta para hacerles frente a los problemas no sólo materiales sino también espirituales que nos plantea el presente”.

El secretario de Cultura, Jorge Coscia –que venía de correrle el velo a una estatua a Piazzolla–, cerró la primera tanda. “Somos irremediablemente hijos de varios siglos de historia y tenemos la responsabilidad de transformar ese pasado en un porvenir promisorio”, opinó antes de hacer foco en el respeto como condición del diálogo entre iberoamericanos. “Es urgente retomar lo que dijo el inca Yupanqui en el siglo XIX, cuando lo invitaron a hablar en la Junta de Cádiz (España) como emisario de los aborígenes americanos. Ahí este hombre tan olvidado le explicó a la asamblea que estaba bien que España se liberase de la dominación napoleónica, pero que no se podía dejar fuera la situación de los indios, porque ‘un pueblo que oprime a otro no merece ser libre’”.

Desde luego, para que en Iberoamérica el famoso “yo te quiero, hermano” sea algo más que un de-siderátum de cantina, será indispensable tomar decisiones desde el Estado. Por eso a media mañana Coscia compartió escena con la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México (Conaculta), Consuelo Sáizar Guerrero, y con el ministro de Educación y Cultura de Uruguay, Ricardo Ehrlich. La mesa “Balances y dinámicas: de Conaculta a Mar del Plata” se enfocó en el sendero trazado por iniciativas públicas en las últimas décadas. Tras destacar que “la hegemonía cultural es la madre de todas las hegemonías”, Coscia consideró que aquí la gran inestabilidad de la cultura deriva de la inestabilidad política, “lo que redundó en la indefinición del rol social de la cultura”. Para establecer un contraste con otras épocas, el funcionario mencionó los avances desde 2003, como las tres ediciones del Congreso Argentino de Cultura, la creación del Consejo Federal de Cultura, la descentralización de los institutos de cine y teatro y la ley de medios.

Sáizar Guerrero enumeró los méritos de Conaculta, institución pionera fundada en 1988. Afirmó que a mediano plazo habrá que “contar con una plataforma de digitalización para preservar el legado sonoro, fílmico y blibliotecario de nuestros antecesores; ampliando el acceso de las mayorías a los bienes culturales”. Con la misma certeza de que soplan vientos nuevos, el ministro uruguayo consideró que se está ante “un cambio civilizatorio” y que será clave darles prioridad a tres ejes en las políticas culturales: la asociación entre cultura y pertenencia, el triángulo de cultura, capacidades y conocimiento, y el fortalecimiento mutuo entre cultura, compromiso y participación.

Una de las intervenciones más celebradas fue la de la senadora uruguaya Lucía Topolansky, que conversó sobre “Participación popular y militancia política” junto a la periodista María Seoane. Topolansky –esposa del presidente José “Pepe” Mujica– recorrió su itinerario como militante y aventuró las posibles conexiones entre la lucha por una sociedad más justa y la acción cultural. “Esta es una de las mujeres más estupendas que ha dado nuestro continente”: así describió Seoane a su interlocutora, que pasó trece años de cárcel en la dictadura. Y la aludida estuvo a la altura del elogio. Su respuesta fue: “Y gracias a los muchachos de la organización, que lograron conseguirme un termo y un mate”.

La primera dama recordó su paso por la militancia social y detalló cómo se fue interesando por la integración continental y las demandas populares. “Cuando era joven trabajaba en un banco y me di cuenta de que estafaban a la gente. Lo que hicimos con los compañeros fue ir, llevarnos toda la documentación que demostraba el robo y dejarla en la puerta de la casa de un juez”, señaló. “¿Saben lo que nos dijo el tipo? Que dado que habíamos corrido de lugar los papeles, no tenía la seguridad de que no los hubiéramos adulterado.” Consultada sobre la gravitación que tiene la cultura en la conciencia colectiva, Topolansky se acordó de que durante su juventud “existía una cultura para las elites” y que “todo lo demás era considerado de segunda”. Para la legisladora una de las mejores noticias recientes ha sido la elección de presidentes con raíces indígenas, como Evo Morales y Ollanta Humala. “Estábamos muy lejos de esas etnias, que eran, no obstante, mucho más hermanas que Europa. Y es maravilloso que nos estemos acercando. Los aymaras están convencidos de que la verdadera riqueza no está en tener dinero sino en sentirse parte de una comunidad. Son culturas muy sabias y tenemos que aprender de ellas.”

Promediando la tarde, el intercambio acerca de “La dimensión cultural en los procesos de integración” tomó fuerza con opiniones como la de la colombiana María Emma Mejía Vélez, secretaria general de la Unasur. “Somos una unión que nació con pronóstico reservado, pero que a tres años y cuatro meses de su llegada puede reconocer una serie de victorias”, ponderó. Para la dirigente, la coordinación de estrategias comunes en asuntos como defensa y alfabetización, más el acervo de tradiciones comunitarias de convivencia, hace de la Patria Grande una guía en el concierto internacional. “En una crisis que no sólo es económica y que abarca lo ético y lo moral, sabemos que estamos capacitados para convertirnos en una brújula”, aseguró. Al cierre de esta edición, cientos de curiosos se acercaban al escenario de Pedro Luro y Mitre para escuchar a Liliana Herrero, Liliana Felipe, Teresa Parodi y la artista española Argentina.

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