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Sábado, 17 de septiembre de 2011
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El panel El lector y sus ecos, en el marco del Festival de Literatura

Por los caminos de la crítica literaria

El español Andrés Barba, el mexicano Yuri Herrera, la chilena Cynthia Rimsky y el argentino Juan Diego Incardona desmenuzaron cómo los suplementos literarios son hoy un engranaje más entre autor y lector y ya no el lugar exclusivo de legitimación.

Por Silvina Friera
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El III Festival Internacional de Literatura termina mañana con la lectura de J. M. Coetzee.

El paisaje de la crítica y el sistema de mediaciones entre los libros y los lectores han cambiado. Aunque se repita que veinte años no es nada, ésta es la distancia temporal que marca un antes y un después en la configuración de los circuitos formadores de opinión del mundo literario. El “arcaico” protagonista del sistema –los suplementos culturales– ya no tiene el monopolio de la legitimación de una novela, un poemario, un ensayo o un puñado de cuentos. Ahora ese rol se distribuye y reparte entre los blogs y las revistas especializadas, en formato virtual o en papel. Andrés Barba (España), Yuri Herrera (México), Cynthia Rimsky (Chile) y Juan Diego Incardona como invitado local, moderados por Pablo Gianera, participaron de uno de los cruces más fructíferos del III Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires, Filba, que termina mañana con la esperada lectura de J. M. Coetzee. El panel El lector y sus ecos –certero aglutinador y disparador para reflexionar sobre la crisis de la crítica– ofreció un par de provisorias certezas a quienes asistieron a Eterna Cadencia. Pero también dejó rebotando algunas preguntas en el aire.

Rimsky trazó un panorama para intentar comprender la arquitectura cultural de su país. “Siempre ha habido un escritor: existe Neruda, entonces no existió Roca; existe Zurita y no existió Juan Luis Martínez; existen Bolaño y los bolañistas, entonces dejan de existir los otros”. La autora de Poste restante, La novela de los otros y Los perplejos, viajera infatigable, admiradora de Walter Benjamin, agregó que la crítica ha tenido la función “perversa de dar o negar la existencia”. La industria del libro es pequeña, los libros son caros y la gente lee muy poco en Chile. “Aunque surgen editoriales alternativas y blogs, ese movimiento de escritura y publicación independiente está cruzado por el problema de la legitimación”, planteó la escritora. Herrera aseguró que el “caso” mexicano tiene un aire familiar. “El campo literario estuvo dividido en dos polos, representados por dos grupos políticos disfrazados de grupos literarios: la gente cercana a Octavio Paz alrededor de la revista Vuelta y los antagonistas de Paz en Nexos. Hace unos 15 años esto fue cambiando paulatinamente, en buena medida por el fin del régimen priísta, pero también por la irrupción de nuevos medios digitales”, repasó.

Barba, en cambio, comentó que en España los suplementos culturales son “inocuos”. “Aparecer en uno de los suplementos no significa nada ni en términos críticos ni comerciales; tienen un impacto bastante reducido. En los últimos años hubo una remaquetación general que ha ido jibarizando las reseñas cada vez más y ampliando las fotografías, lo que hace que la prensa cultural tenga una función de escaparate más que de crítica”. Incardona resumió la importancia que tuvo el blog y revista virtual El interpretador, que fundó junto a un grupo de estudiantes de Letras de la UBA. “Armamos una publicación que se inscribe en una tradición que busca la lógica clásica de tener tapa, contratapa, sumario, consejo editorial, trabajar en cada número un eje.” El autor de Villa Celina afirmó que las revistas, ya sean virtuales o en papel, son los espacios donde se lee con mayor profundidad la literatura. “Dentro de los suplementos culturales de los diarios (por supuesto, hay excepciones), la lógica de la reseña aplana bastante, unifica los sentidos, no hay tiempo para establecer otro tipo de relaciones de mayor riqueza.” A contrapelo del discurso anti Puan, destacó el valor de la universidad pública y a los docentes y estudiantes que de un modo “muy sencillo y callado” están trabajando sobre la literatura y utilizando la posibilidad de leer como instancia creativa. “En los diarios la lógica periodística come la posibilidad de ejercer una lectura crítica; en la universidad eso puede hacerse. No es el único; por suerte apareció Internet, una inyección de aire que permitió que en un montón de gente se pusiera a discutir sobre literatura.”

La evidencia ya había sido anunciada por Gianera, un moderador que se lució a la hora de preguntar y encarrilar el debate: la monopolización de legitimación que ejercían los suplementos culturales se perdió. Rimsky aportó su impresión sobre este resquebrajamiento. Los blogs y revistas virtuales chilenos son de corta duración y aunque arman mapas para situarse y existir, “no alcanzan a ser lecturas más profundas que iluminen o se relacionen con una tradición literaria”. Incardona dijo que existe una larga tradición de críticos, como Horacio González o Beatriz Sarlo, que piensan la literatura. “No todo lo que se produce en la universidad es chino básico que no lo entiende nadie, una jerga de Deleuze y Foucault mezcladas para las que necesitás un traductor”, aclaró el autor. La irrupción de tantos medios, según Herrera, les puede hacer bien a los suplementos, no sólo porque tienen la posibilidad de descubrir otro tipo de escritores. “Al volverse un tanto arcaicos, los suplementos se convierten en objetos de culto y pueden hacerse como siempre se había querido, en lugar de tratar de satisfacer cierta fracción del mercado. Hay una media docena de críticos muy importantes que están marcando ciertos momentos de la discusión, pero ya no son ellos quienes legitiman un libro.” El escritor mexicano ponderó uno de los fenómenos que se da con tantos lectores opinando en Internet. “Hay gente que está recomendando libros desde otras coordenadas; es otro tipo de crítica que le hará bien a la crítica ‘más seria’ porque le está quitando ese poder político que la podía volver un poco perversa.”

Barba fundamentó el motivo por el cual se ha vuelto arcaico el formato del suplemento cultural impreso. “El problema es que intentan llegar a alguien que no va a leerlos; están a la caza de un lector imposible y no han conseguido enganchar a los jóvenes”, aseguró. Herrera subrayó que la crítica académica está hecha para el “autoconsumo” y que es necesario “poner el libro en una red de significación” para que la crítica sea un diálogo con los lectores. Incardona reparó en una cuestión medular. “La crítica inmersa en su hiperracionalidad deja de lado la emoción, que en el lector común es más fuerte. ¿Por qué no puede aparecer la emoción en la lectura crítica?” Rimsky abogó por no olvidar el factor político. “El movimiento estudiantil logró fracturar el Chile exitista como ejemplo para América latina –celebró la escritora–. Se han abierto espacios para la lectura de libros que son más marginales y hubo un aumento de las ventas. Lo que ha tratado de hacer cierta crítica es quitarles el contenido político a los libros, dejarlos asépticos y ponerlos en la industria del entretenimiento. El problema es dónde está el libro hoy. No sé si se le puede pedir a Internet que saque al libro de ese ámbito, o son otras las estrategias para hacerlo, o no hay que sacarlo de ese lugar.”

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