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Sábado, 7 de julio de 2012
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A PARTIR DE MAÑANA, 25 LIBROS DE ANAGRAMA, CON Página/12

Las contraseñas de un catálogo

La prestigiosa editorial se suma a los festejos por los 25 años del diario a través de una colección que incluye, entre otros autores, a Ian McEwan, Julian Barnes, Martin Amis, Kazuo Ishiguro, Antonio Tabucchi, Paul Auster, Charles Bukowski y William Burroughs.

Por Liliana Viola
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El loro de Flaubert, de Julian Barnes, inaugura la serie.

Es muy frecuente olvidar el significado de la palabra “anagrama”. Como ocurre con otras figuras retóricas de nombres en griego y latín, cada tanto reaparece en la conversación y hay que recobrarla, a veces deslindarla de otras tan familiares y ajenas, como “paranomasia” o “pleonasmo”; entrañables para algunos por aprendidas en años escolares. Un anagrama (del griego ana: de nuevo y gramma: letra) es una palabra nueva que resulta de un cambio en el orden de las letras de otra palabra, sin quitar ni agregar nada. Un juego en el que por ejemplo “Roma” se convierte en “Amor” o “imperdonable” en “imponderable”. Casi se diría, caprichosamente, una definición minimalista de la literatura, de la invención dentro de los límites y de las burladoras direcciones del lenguaje.

Ahora, lo que resulta altamente improbable es que un lector o lectora argentinos, ya sea el recién venido o quien venga leyendo desde los años setenta, no tienda a pensar inmediatamente al escuchar “Anagrama”, en el sentido que aquí ya es una primera acepción: Anagrama es la editorial española dirigida por el catalán Jorge Herralde. Es la contraseña de un catálogo de libros imprescindibles, propuestas avant la lettre, títulos que han sido clásicos ya desde su nacimiento, lecturas sin las cuales se volvería tremendamente más errático comprender e incluso rebelarse por el presente o el pasado; es el nombre de la casa que desde 1969, sin pausa, presentó señales de vida de los planetas literarios en otras lenguas, muchas veces en lenguas que resultaban completamente novedosas y a la vez propias. La de los codiciados libros de tapas amarillas y de los precios bastante caros, por cierto. Resumiendo, la editorial de las joyas, en todo sentido.

Anagrama y Página/12 cuentan entre sus afinidades, además de compartir lectores, la de pertenecer a esa categoría que podríamos denominar “objetos contraseñas”. Por eso se juntan. Esa categoría, que además es el nombre de la colección de ensayos de esta editorial, no casualmente apareció en el discurso de Cristina Fernández de Kirchner cuando para los 25 años del diario lo definía como una contraseña de identidad, “que no significa, ojo, pensar exactamente igual, eran discusiones, debates. La contraseña de la gente que nos gusta debatir, que nos gusta argumentar”. Seguramente fue la fuerza de esta coincidencia, además del amor declarado de Herralde por la Argentina, a la que descubrió en su primera visita, en 1974, y desde entonces no ha dejado de visitar y de leer, lo que lo llevó a aceptar en 2009 la propuesta de festejar los 40 años de su editorial con una edición especial de 40 títulos de su catálogo distribuidos a un precio tan módico que hiciera realidad para más lectores la codicia de llevarse la joya a casa. Ahora, y movido por la recepción de aquella colección, que además contó con el diseño de Alejandro Ros, encantadora cita y versión libre del arte de tapa tan característico del sello, ha sido el mismo Herralde quien, cuando visitó Buenos Aires el año pasado, propuso repetir el brindis y festejar los 25 años con 25 libros. Por todo esto, desde mañana, y domingo por medio, la colección empieza y se lanza con El loro de Flaubert, la deliciosa novela del británico Julian Barnes.

Herralde se niega aceptar el título de descubridor: “Me resisto a emplear la palabra descubrir: como muy bien escribió la editora Diana Athill, ‘reconoces’ las nuevas voces, no las ‘descubres’, palabra demasiado pomposa”. Falsa modestia, se podría decir, ya que reconocer resulta mucho más difícil que descubrir.

En cuanto a esta colección, elegir 25 títulos en un catálogo donde todo lo que hay es actualmente “reconocido”, si menos que menos se puede hablar de descubrimiento, tampoco pierde su lado épico, pero es como buscar un tesoro en un tesoro. De todos modos, para destacar un punto importante de esta nueva serie, habrá que mencionar un dato nada menor, un punto bastante más matemático que literario: la cantidad de páginas que en la primera colección rondaban las 120 como máximo, ya no tuvo peso en el criterio de selección. Mientras el precio sigue siendo increíble (los libros costarán 22 pesos), las novelas y ensayos, todos completos ya que en ningún caso se trata de una selección, tienen entre cien y cuatrocientas páginas, como ocurre con la maravillosa novela, retrato de un México complejo y a contramano de toda postal turística, El testigo, de Juan Villoro, la más larga de la serie. Por otra parte, aquí se ha pretendido emular ciertos gestos fundantes de Herralde al armar su propio catálogo: dar lugar a los grandes autores vivos y adorados por un gran público, presentar imperdibles que si bien son consagrados en otros países aún no han calado en el gusto de los lectores locales, recuperar clásicos y reconstruir algunas líneas de pensamiento. Por eso, la serie incluye las ficciones de Ian McEwan, Martin Amis, Kazuo Ishiguro, integrantes de la llamada generación Granta, bautizada por Herralde como British Dream Team. En esta misma veta de los indiscutibles, Antonio Tabucchi, Paul Auster, Joseph Roth. Entre los que se pueden considerar santos, o mejor dicho non santos avales, figuran Charles Bukowski y William Burroughs, y entre los rescatados del reino del humorismo y de la devastadora ironía, los dos británicos P. G. Wodehouse y Evelyn Waugh. Se suman entre otros al festejo John Banville (el estilista más elegante, como lo llama Steiner), Patrick Modiano, Amélie Nothomb y el feroz Houellebecq. Si bien la mayoría de las obras elegidas son de ficción y entre ellas casi todas son novelas, hemos incluido la recuperación de un texto fundamental de Rosa Luxemburgo y algunos ensayos de Oliver Sacks, “el incansable antropólogo en Marte” porque en Anagrama, el ensayo y en especial los textos políticos tuvieron desde sus orígenes un peso muy importante.

En el brindis cumpleañero y mientras muchos otros abandonan bibliotecas a ritmo temerario, Página/12 y Anagrama se unen para armar una nueva. Peripecias afortunadas para quienes buscan estimular la imaginación y la curiosidad por mantener libre la asociación consentida y amada de leer un libro.

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