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Domingo, 9 de diciembre de 2012
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Se present贸 en Rosario la segunda tanda de libros reeditados

La estanter铆a del Negro Fontanarrosa

En una ceremonia que no tuvo nada de ceremonioso, una ronda de amigos que lo conocieron de cerca dio testimonio de las circunstancias en las que el autor rosarino comenz贸 el camino que termin贸 instal谩ndolo como nombre esencial de la cultura argentina.

Por Cristian Vitale
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El encuentro fue en la sala Lavard茅n, repleta de amigos.

Es como si de algunas de las puertitas fuera a salir, en cualquier momento, un personaje de Roberto Fontanarrosa. Boogie el Aceitoso, por ejemplo, hombre de puertas tomar. O Hugo y Pipo, los lanceros del genial cuento 鈥淓l mundo ha vivido equivocado鈥; o Inodoro; o Esteban de Montep铆o, el protagonista central que da vida a La gansada, una de sus novelas. Las puertitas, m谩gicas, l煤dicas, son las del primer piso del antiguo hotel Lavard茅n (Sarmiento y Mendoza, pleno centro de Rosario) que antes, hace mucho tiempo, divid铆an las habitaciones de su afuera y hoy resignifican como la galer铆a de los roperos: una abre la mirada a una calesita techada; otra a una cama inmensa donde todos pueden acostarse y escuchar Bach o Lennon con s贸lo apoyar la cabeza en la almohada; otra a un club de barrio, lugar clave para el corpus literario del homenajeado, y otra a una breve pero c贸moda biblioteca. El Lavard茅n, en su totalidad, es un viejo edificio de 1242 metros cuadrados con seis pisos y un subsuelo que la por entonces combativa Federaci贸n Agraria Argentina construy贸 en 1925 con el fin de fomentar el cooperativismo, el mutualismo y la ense帽anza de t茅cnicas agr铆colas, y de hospedar a los distintos agricultores que llegaban de todas las regiones del pa铆s. Hasta que la feroz crisis del 鈥30 motiv贸 su quiebra y el edificio entr贸 en una deriva que lo transform贸 en dependencias del Ministerio de Agricultura y Ganader铆a de la Naci贸n, en sede oficial del gobierno de la provincia y en diversos emprendimientos hasta que, en 2008, el Ministerio de

Innovaci贸n y Cultura de Santa Fe decidi贸 restaurarlo.

All铆, en el gran sal贸n del quinto, y bajo un calor insoportable, se llev贸 a cabo la presentaci贸n de la Biblioteca Fontanarrosa, la decena de libros del genial escritor, humorista e historietista que dio la cultura nacional. 鈥淓s un hecho sumamente feliz para nosotros que se hayan reeditado estos escritos. Es un hecho muy importante porque, m谩s all谩 de lo que opinen las revistas o los suplementos literarios, la obra de Roberto como narrador ha entrado en la historia grande de la literatura argentina鈥, se帽al贸 el historiador y escritor Rafael Ielpi, amigo y compa帽ero laboral del Negro, all谩 por los tiempos de la revista Boom, ante un sal贸n colmado de amigos 鈥搇a mesa de los galanes del Bar El Cairo, entre ellos鈥, el gobernador Antonio Bonfatti, periodistas y familiares de Fontanarrosa, incluido su hijo Franco. 鈥淧or supuesto que no se trata de una recordaci贸n nost谩lgica, ni necrol贸gica: el Negro est谩 siempre vivo para nosotros鈥, sigui贸 Ielpi, que junto al escritor Juan Martini 鈥搊tro de los amigotes rosarinos鈥 y Crist, el dibujante con quien Fontanarrosa comparti贸 las locuras de la revista Hortensia, integr贸 la tr铆ada de conferencistas.

Tras la edici贸n, el mes pasado, de la novela Best Seller y los vol煤menes de cuentos Te digo m谩s..., Uno nunca sabe, El mayor de mis defectos y Nada del otro mundo, la editorial Planeta complet贸 la biblioteca con otros cinco libros que se subdividen en dos novelas (La gansada y El 谩rea 18) y tres selecciones de cuentos (No s茅 si he sido claro, El mundo ha vivido equivocado y La mesa de los galanes): una etapa en su vida muy posterior al momento en que el protagonista trab贸 contacto con Ielpi, Martini y Crist. 鈥淣os conocimos en las 茅pocas de la revista Boom, donde el Negro empez贸 a hacer sus primeras armas en el humor escrito. Eramos como una especie de Armada Brancaleone que intentaba hacer una revista distinta, y el Negro contribuy贸 mucho desde el humor y adem谩s, cosa bastante inusual para la 茅poca, las tapas de la revista ten铆an dibujos, y los dibujos, claro, eran de 茅l鈥, dijo Ielpi. 鈥淔ue all谩 por 1969, s铆. El Negro y yo ten铆amos la misma edad (ambos somos de 1944), nos conocimos en la redacci贸n y armamos un grupo que, m谩s all谩 de lo period铆stico, se transform贸 en un grupo de amigos impresionante. Fue una historia de mucho amor con el Negro, que dur贸 desde ese momento hasta el final鈥, consider贸 Martini, en un contexto tan emotivo como h煤medo y caluroso.

El mundo ha vivido equivocado fue editado en 1983, cuando el Negro llegaba a los 38 a帽os, y ya hab铆a pasado por las experiencias de la revista Tinta 鈥搎ue public贸 las primeras secuencias de Boogie鈥, por Hortensia, Satiric贸n, Mengano y Clar铆n, Inodoro Pereyra mediante. El 谩rea 18 fue su segunda novela, continuaci贸n de Best Seller, el aventurero sirio que se transforma en un personaje clave en la historia de Congodia, un peque帽o pa铆s africano que obtiene su independencia y de-sarrolla su econom铆a a trav茅s de su selecci贸n de f煤tbol, y que debe prepararse para vencer a un seleccionado conformado por mercenarios sin bandera. El mundo ha vivido equivocado mereci贸 una menci贸n especial: 鈥淧ara m铆 fue su cuento m谩s extraordinario鈥, evoc贸 Martini. 鈥淟o ven铆a siguiendo mucho al Negro. Me acuerdo de cuando empez贸 a escribir sus primeros cuentos. Por 1973 yo ten铆a una peque帽a editorial en Rosario, Encuadre, y 茅l pasaba siempre. Un d铆a me cont贸 que todos los mediod铆as ya ten铆a sus trabajos diarios listos y, entre el fin de la siesta y la hora que sal铆a a visitar a sus amigos, se aburr铆a mucho, y entonces escrib铆a cuentos... As铆 empez贸, porque se aburr铆a, y un d铆a me trajo una carpeta llena de cuentos que eran extraordinarios. Por supuesto que le dije que se los publicaba y 茅l puso s贸lo una condici贸n: que yo me encargara de las correcciones, porque era muy desprolijo en las formas (risas). Esa primera edici贸n de sus cuentos se llam贸 Fontanarrosa se la cuenta, que despu茅s volvi贸 a salir como Los trenes matan a los autos, un libro extraordinario en el que ya est谩 toda la po茅tica del Negro: el humor, los g茅neros, el realismo, la tensi贸n, todo.鈥

Rasgos claramente presentes en 鈥淓l mundo ha vivido equivocado鈥, el cuento, la desopilante historia de Hugo y Pipo en busca de un d铆a perfecto, personalizado en una rubia descomunal que habla en ingl茅s, y est谩 acompa帽ada por un hombre, mientras ellos tejen estrategias de levante. El libro se completa con unos 30 cuentos (鈥淪ue帽o de barrio鈥, 鈥淯lpidio Vega鈥, 鈥淯n hombre en soledad鈥 y 鈥淐r贸nica de caza鈥, entre ellos), todos cruzados por la agudeza, el absurdo y la cotidianidad del mundo com煤n que caracterizan la inventiva del Negro. El tercer rescate de esta tanda tambi茅n es una saga de cuentos, en este caso encabezada por No s茅 si he sido claro (1985), su segundo libro de relatos, que 茅l mismo expuso con una exacta definici贸n sobre s铆, mientras atravesaba su experiencia en la revista Fierro: 鈥淒e m铆 se dir谩 posiblemente que soy un escritor c贸mico, a lo sumo. Y ser谩 cierto. No me interesa demasiado la definici贸n que se haga sobre m铆. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: 鈥楳e cagu茅 de risa con tu libro鈥.鈥

Crist, entonces, ser谩 quien rescate durante la presentaci贸n esta condici贸n natural del Negro. 鈥淣osotros compart铆amos por la literatura de Hemingway o Norman Mailer, pero 茅l aparentaba ser un tipo totalmente ignorante de estas cosas... se esmeraba en mostrar una imagen no intelectual. Prefer铆a pasar por un hincha de f煤tbol y lo dem谩s aparec铆a por casualidad, por ciertos momentos de inspiraci贸n, porque era un gran observador y era due帽o, adem谩s, de una gracia natural, que tardaba en aparecer. En C贸rdoba, cuando 茅l vino a trabajar a Hortensia, no se hac铆a notar mucho: cuando nos reun铆amos en casa, estaban mis amigos cordobeses, que eran todos jetones, graciosos y cuenteros, y 茅l, que no dec铆a nada: escuchaba, se tomaba un vinito, miraba... pero cuando met铆a una mano, era tremendo: se quedaban todos serios, callados y te dec铆an: 鈥樎縌ui茅n es este guaso?鈥. As铆 se fue ganando la simpat铆a de todos. Al principio, su personalidad era la de un tipo parco, m谩s bien ensimismado, pero despu茅s cuando empez贸 a sentir el 茅xito y la repercusi贸n en el p煤blico, se fue ablandando, y fue un tipo, como dir铆a Inodoro, de una verba inflamada que entusiasmaba a todo el mundo.鈥

La gansada, la otra novela reeditada, corresponde al a帽o 1989 y ancla en la historia de Esteban de Montep铆o y sus andanzas surrealistas con Amapola Vanderhoeven, el capit谩n Lemonade y Mar铆a la obrera de curtiembre. Y el quinto rescate es La mesa de los galanes, un claro homenaje a sus entra帽ables amigos del Bar El Cairo, que vio su luz cuando el Negro ya hab铆a sido reconocido por los premios Konex mediante (1992-1994) y su pluma se traduc铆a en millones en la lengua popular. 鈥淓l Negro fue, adem谩s de un notable humorista y de un tipo con un ingenio incre铆ble, un ser humano insuperable: un tipo humilde, austero, comprensivo y sensible, que cada que vez que le hac铆an un reportaje 茅l dec铆a: 鈥榊o no le铆a mucho... Martini y Ielpi me dijeron qu茅 era lo que ten铆a que leer para entrar en la literatura鈥. Me vienen muchos recuerdos y, entre los primeros, uno de la calle Corrientes, entre San Lorenzo y Santa Fe, donde 茅l viv铆a con sus padres. Recuerdo bien que desde el balc贸n de su casa vimos el final del Rosariazo, despu茅s de haber andado por la calle cubriendo la pueblada... vimos a la gente improvisando fogatas y corriendo a la polic铆a, que tuvo que desaparecer鈥, evoc贸 Ielpi.

鈥淵 a m铆 me viene uno de las 茅pocas del barrio Alberdi. Un d铆a, Crist y el Negro iban caminando por las calles solitarias del barrio, jugando a los pistoleros y haciendo que asaltaban casas, y terminaron presos en la comisar铆a de Alberdi... los tuvo que sacar Rosita, su mam谩鈥, record贸 Martini, entre risas, y motiv贸 la inmediata aclaraci贸n de Crist sobre la secuencia que tuvo como epicentro, otra vez, a Boogie el Aceitoso. 鈥淔ue algo que nos pas贸 en el barrio Alberdi, en el comienzo de una 茅poca dura. No jug谩bamos precisamente a los cowboys sino, simplemente, represent谩bamos a Boogie, habl谩bamos de 茅l como si fuera un vecino peligroso... recuerdo que le preguntaba por d贸nde andaba Boogie, qu茅 estaba haciendo, y 茅l asum铆a las historias como muy reales. Era una fijaci贸n que ten铆a con el personaje y me dec铆a, por ejemplo, 鈥楤oogie se encuentra con unos italianos; imaginate, para hacerlo hablar en italiano no me cuesta nada...鈥. Y, efectivamente, en Hortensia aparec铆an esos mafiosos hablando, antes de El Padrino. Otra cosa era la relaci贸n epistolar. Las primeras cartas del Negro ven铆an escritas con esa letra grande que aparece en sus historietas... escrib铆a en cualquier papel. Las cartas pod铆an estar atr谩s de un afiche o de un almanaque, y eran pesadas, llenas de chistes, de referencias, de lugares, de cuentas a cobrar, de trabajos. En fin, hab铆a pasado un par a帽os de recibir estas cartas dibujadas del Negro, y un d铆a me llega una m谩s peque帽a, en un papel carta que empezaba as铆: 鈥楥rist, notar谩 usted que estoy cambiando la letra...鈥 Se hab铆a comprado una m谩quina de escribir (risas). As铆 inaugur贸 su nueva faceta de escritor... de torear vaquillas iba 鈥榓 por la alternativa鈥, como dicen los toreros.鈥

A cinco a帽os de su muerte, tal c煤mulo de recuerdos m谩s la frondosa edici贸n de varios de sus relatos m谩s entra帽ables esperan acodados en la barra de El Cairo, aguardando al Negro entrar una vez m谩s. Una sola, aunque sea.

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