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Martes, 5 de noviembre de 2013
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Hoy “Caminatas por la lectura”, desde la esquina del Congreso

Libros para seguir leyendo a cielo abierto

Organizada conjuntamente por María Héguiz y la Biblioteca del Congreso de la Nación, la iniciativa ya recorrió plazas y calles de las más diversas ciudades del país. En esta ocasión, también participarán alumnos y docentes de una escuela primaria para adultos.

Por Silvina Friera
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El encuentro es motorizado por Héguiz, presidenta de la asociación civil Argentina Narrada Comunidades y Libros.

“El eje es la voz de los libros en la voz de todos”, explica María Héguiz, actriz, narradora social y cantante, presidenta de la asociación civil Argentina Narrada Comunidades y Libros, creadora de las “Caminatas por la lectura. Leer despierta la voz”, cuya cuarta edición se realizará hoy en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Entre Ríos, a las 18.45, organizada juntamente con la Biblioteca del Congreso de la Nación y la participación, en esta ocasión, de alumnos y docentes de la Escuela Primaria de Adultos N0 8 Quintino Bocayuva. “Quizás hoy los libros necesiten salir a cielo abierto. El libro que se habla se multiplica. Nadie es su dueño. De este concepto surge un caminar del libro en la voz de la gente, en el espacio público. Para que el libro sea un bien común y se exprese visiblemente y se comparta.” En 2010, en el marco del Bicentenario, las caminatas comenzaron en Viedma, Puerto Madryn y Santa Rosa. En la capital de Río Negro, el punto de inicio, Héguiz hablaba de algo que ella misma, al principio, no sabía bien qué era. “Soy una persona particularmente tímida –aclara a Página/12–. Como actriz, mis recitales son de cámara, en espacios cerrados. Pero antes de salir para Viedma, se me ocurrió comprar un megáfono. Y cortamos las calles y con diversas escuelas caminamos por varias cuadras. Y me recuerdo dando vuelta a la fuente de Viedma con la sorpresa de una sensación nueva, hasta terminar en un hermoso parque con todos los grupos reunidos contando y leyendo en una tarde de viento, pero para todos apacible y feliz.”

Héguiz plantea que ese caminar “hacia afuera” es un caminar “hacia adentro, una movilización distinta de la palabra”. “La lectura en voz alta con todos, leyendo a todos y haciendo de la palabra un coro colectivo y al mismo tiempo una voz individual, es un hecho social. Algo pasa; es como quedar desnudo con la palabra. La poesía hace eso: desnuda y protege, muestra la verdad de lo que somos. Por eso, para acompañar la preparación de estas caminatas, empezamos a ofrecer tres capacitaciones gratuitas, con la idea de que el día que se realiza sea la celebración de una experiencia vivida previamente. Caminamos los que nos leímos. Y fue algo tan importante que salimos a caminar para festejarlo y para comunicarlo a otros.” Tanto andar de a pie y tanta lectura se fue irradiando; desde Santa Rosa se proyectó hasta poblaciones de La Pampa como Caleufú, Castex, Guatraché, General Pico y Winifreda, entre otras ciudades. Desde Madryn se expandió a la provincia de Chubut con Esquel, Trelew, Lago Puelo y Sarmiento. Desde Viedma hasta Villa Regina. El “efecto contagio” se extiende a más provincias: Neuquén, Catamarca y Santiago del Estero. En la provincia de Buenos Aires se concretó en Chascomús, Cañuelas, Castelli; y en la ciudad porteña, en el barrio de Villa Urquiza.

El Plan Nacional de Lectura, con la dirección de Margarita Eggers Lan, apoya la capacitación de lectores narradores sociales en el país. Otro sostén para avanzar por toda la Patagonia es el empuje del Plan Provincial de Lectura de Chubut, dirigido por Silvia Contín. También apoya estas caminatas la Dirección de Bibliotecas y Promoción del Libro de la provincia de Buenos Aires, un espacio muy querido por Héguiz y donde trabaja desde 1986. Este año, en Casilda caminaron unas 500 personas. ¿Quiénes salen a recorrer las calles de sus ciudades, las plazas, los espacios públicos? Héguiz responde que son personas que trabajan en bibliotecas, en escuelas, en centros comunitarios, profesores, bibliotecarios y ciudadanos de a pie. “Hay caminatas de 1200 jóvenes, como la realizada en Santiago del Estero, o de grupos pequeños, como en Río Mayo, en Chubut. No nos importan los números. Mil personas que no saben por qué caminan no son nada en comparación con dos que sienten realmente la alegría de una experiencia transformadora.”

¿Qué textos se eligen para leer o narrar? “Primero los que llevamos adentro –subraya Héguiz–. Todos tenemos algún poema o frase que alguna vez leímos o nos dijeron y ‘estudiamos de memoria’ o ‘nos quedó’. Apenas uno dice ‘Cultivo una rosa blanca...’ (de José Martí) o ‘Malena canta el tango...’ (Homero Manzi) o ‘Setenta balcones hay en esta casa...’ (de Baldomero Fernández Moreno), muchos pueden seguir estas letras porque la llevan adentro. Aunque no se recuerde todo el texto, son palabras que están. Aquella canción que nos cantaba la abuela y hoy repetimos... o ‘Sólo le pido a Dios’ de León Gieco, que nos dejó huella de tiempos tan duros. En la Caminata parto de estos versos o palabras interiores. Basta pronunciarlos porque están. Luego propongo traer coplas, adivinanzas, versos cortos o frases para ir leyendo durante el caminar. Vamos repartiendo textos a la gente que se acerca. En algunos barrios, los vecinos salen a la calle para vernos pasar, y los invitamos a leer con nosotros. Cada lugar es distinto y se nombra distinto. Por eso las caminatas y los textos también lo son. Al terminar, los caminantes se reúnen en grupos y comparten los libros que han traído. Hay también lectores narradores sociales que cuentan y leen. Yo no elijo los textos porque el protagonismo está en la voz de la comunidad. Lo que quiere contar un grupo de Jujuy que habla en quechua es distinto de lo que cuenta la señora que canta a voz en cuello ‘Barrio, que tenés el alma inquieta...’ en Buenos Aires, o las leyendas mapuches de Esquel o el Maitén. Y desde allí la bella y significativa voz de los escritores regionales. La voz de la comunidad surge de la identificación con sus lecturas; el libro y la gente en un círculo de comunicación que se cuenta porque siente que esa palabra es cultura que lo expresa.”

“Seño... ¡estamos en la tele por la lectura!”, exclamó un niño de Puerto Madryn que Héguiz jamás olvidará. “Por supuesto que lo decía con sorpresa y alegría, como algo que era difícil que sucediera. Quizá desde ahí es que uno siente los pequeños grandes logros”, reconoce la narradora. “En Catamarca caminamos con niños de un barrio en donde un señor que había sido analfabeto fundó una biblioteca. Un policía preguntó: ‘¿Qué es esta manifestación?’. Después de que le expliqué, concluyó: ‘Es la primera vez que corto el tránsito por algo de la cultura’.” El rosario de anécdotas es infinito. “En Villa Caraza, la Caminata tomó por tema los miedos y se cruzaba con distintos miedos personificados en un cuento de Graciela Montes con participación de directivos y maestros. Al llegar a la estación de tren de Caraza, el rito terminó cuando quemamos los miedos que habíamos escrito en papelitos. Padres y abuelos invocaron la protección y el amor y lograron espantar a unos espectros amenazadores para que no volvieran.” La narradora recuerda, entre otras, la Caminata en Esquel. “La Trochita es un tren emblemático que nos pertenece a todos y, en particular, a los habitantes de Esquel. Todas las escuelas bajaron de la montaña hacia el tren. Luego subimos a andar. A leer y contar. A seguir caminando en la identidad que nos pertenece y que nos lee y en la que nos leemos.”

“Leer despierta la voz”, el lema de estas caminatas, viene de Aristóteles. “Cuentan que enseñaba mientras leía y caminaba bajo los árboles. También decía que ‘la esperanza es el sueño del hombre despierto’ –repasa Héguiz–. El libro es voz social. Voz que despierta. Despertar a la posibilidad de mundos nuevos es la gran oportunidad de pensarse. Quizá esta esperanza nos impulsa a seguir.”

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