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Jueves, 14 de noviembre de 2013
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Entrevista a David Fricke, senior editor de la revista Rolling Stone

“Creo que escribir es una tarea sagrada”

Sus entrevistas a casi todo el panteón rockero, sus críticas certeras y sus iluminadores textos en reediciones de discos distinguen a este periodista, que llegó a Buenos Aires para ofrecer una charla por los quince años de la edición argentina de la publicación.

Por Roque Casciero
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Fricke ha entrevistado a casi todo el olimpo rockero.

Mal que le pese (y le pesa), David Fricke es un icono. Su alta y espigada figura, ese peinado que parece salido de la misma peluquería a la que iban los Ramones y la sonrisa franca que muestra en el auditorio del Malba son los mismos que se han visto en innumerables documentales sobre rock. Es que la palabra de Fricke tiene sustento al hablar sobre el género: sus entrevistas y críticas en Rolling Stone (de la que es senior editor) le ganaron el respeto de lectores en todo el mundo. Su nota más reciente, la necrológica de Lou Reed (que la edición local de la revista publicará en diciembre), está a la altura de su célebre entrevista a Kurt Cobain poco antes del suicidio del cantante, o de sus encuentros con los Rolling Stones, Led Zeppelin, Pink Floyd y demás héroes del panteón rockero. Fricke llegó hasta Buenos Aires para dar una sustanciosa charla sobre su vida y su trabajo, en diálogo con sus colegas Pablo Plotkin y Claudio Kleiman, a propósito de los quince años de la Rolling Stone argentina.

“Soy sólo un tipo que trabaja de periodista”, le dijo Fricke a Página/12 después de la charla, todavía sin salir del asombro por la reacción que provocó su visita. “Me metí en esto para poder ser parte de la música, experimentar cosas y devolver algo de esas experiencias. Recibir esta clase de atención y que la gente sea tan generosa y que me haga sentir que la inspiro es un poco difícil de absorber. Admiro la habilidad para exponerse que tienen los artistas. Lo mismo cuando voy a ver a leyendas que todavía tocan en pubs. La semana pasada vi a Ginger Baker en Nueva York: tiene más de 70 años y todavía anda tocando por ahí. ¿Por qué? Porque es su vida. Para la mayoría de los músicos que conocí, lo primero es hacer música. Y todo lo que venga después lo disfrutan, porque se lo ganaron.”

–Eso mismo podría decirse de usted.

–Es muy raro hablar sobre mí...

–Pero en su trabajo hay una pasión que no existe en los de otros críticos.

–Soy la demostración de que la pasión funciona y también de que es su propia recompensa. Sí, tengo la suerte de que me paguen y de recibir esta clase de recepción increíble, pero la recompensa es la experiencia de vivir las cosas que vivo y que la gente lea lo que escribo y saque algo de ello. Si sucede, vale la pena todo el esfuerzo puesto para conseguirlo. Y también todo lo que hizo el músico para llegar al punto en el que yo hablo con él. No quiero hacerlo sonar como que éste es un gran y espectacular esfuerzo, pero sería una lástima que la gente piense que sólo se trata de pasar el rato con las bandas y tomarme sus cervezas del camarín. No se trata de eso. Mirá Casi famosos: sí, él está en el backstage con los músicos y las groupies, pero para ese joven periodista de ficción que creó Cameron Crowe la escritura es la parte importante, no pasar el rato. Esa es la lección principal de la película. Creo que escribir es una tarea sagrada. Las palabras son importantes, el lenguaje es importante. Pero cuidado, ésa es mi forma, nada más; otra gente lo hace de otro modo y todo bien. Por eso se lo llama libertad de expresión: cada uno debe tener la oportunidad de decir lo suyo de la manera que quiera.

–En Casi famosos, los músicos bromeaban con que el periodista era “el enemigo”. Cuesta imaginarlo a usted en esa situación.

–Quizá sí lo he estado, pero una vez que me conocen, a menos que ellos tengan un problema de actitud, se dan cuenta de que no soy el enemigo. Puede que piensen en la prensa como entrometida o difícil, pero sean estrellas o no, ¡a todos los músicos les gusta hablar de música! Podés hablar horas sobre discos con The Edge (U2) o Peter Buck (R.E.M.). He tenido largas conversaciones con Peter acerca de discos de los Kinks, qué escucha cada uno en esos discos, qué debería comprar. Quiero que ellos me digan qué debería escuchar. Mucho tiene que ver con relacionarse con ellos de la misma manera en que ellos se metieron en la música. Si se dedican a la música es porque primero son fans. Y como siguen siendo fans, siempre vamos a tener algo de qué hablar. Hablo con Lars Ulrich (Metallica) y lo primero que me dice es que debo escuchar tal o cual disco, Kirk Hammett me cuenta lo grandioso que es Michael Schenker, de UFO... Disfruto de eso porque soy un coleccionista de discos y un fan de la música, entonces quizás eso es parte de la historia que voy a escribir y de pasar el rato después del show. Es todo parte de la relación.

–Alguna gente cree que si uno se siente fan no puede analizar.

–Uno debe ser analítico, pero el análisis sin pasión es hielo, frialdad. Eso es lo que hacen los científicos, los matemáticos, y está bien: no podés emocionarte con la suma de dos más dos o con la Teoría de la Relatividad. Pero el análisis sin pasión no da como resultado buenas críticas o buenos reportes. Querés ser objetivo, pero siempre vas a ser subjetivo de algún modo, porque es el modo en que estás hecho, el modo en que creciste. Dos tipos pueden entrevistar a Bono el mismo día, tener las mismas respuestas, y ambos van a escucharlas de modo diferente, porque vienen de distintos lugares, emociones, países, discos que aman u odian. Es lo que lo hace interesante. Por eso leo más de una nota sobre un tema: quiero saber qué opina este otro tipo. Puede que no esté de acuerdo, pero me da curiosidad saber qué escuchó él.

–En los ’70, la crítica tenía otro peso: si era positiva, todos querían escuchar ese disco.

–Hoy hay muchas distracciones: la televisión, Internet, YouTube... Entonces no tenés el consenso cultural para que un disco pueda ser un momento crucial para la sociedad esa semana. Los ’60 y los ’70 fueron momentos muy inusuales: salía un disco de Bob Dylan y todo el mundo quería saber qué tenía para decir ese tipo. Pero cuando la cultura se hizo más exitosa y se expandió, la gente tuvo más oportunidades y eso cambió. La gente se interesa por otras cosas, por quién ganó la ronda de America Idol anoche. A mí me importa un carajo (risas). Pero si es lo tuyo, “vaya con Dios” (en español), disfrutalo. Eso lo hermoso de la cultura, de la democracia, de la libertad de expresión: cada cual tiene sus intereses y opiniones. Los míos pasan por descubrir qué están diciendo los nuevos músicos o Bob Dylan, o hablar con Patti Smith, que siempre provoca algo en mí en terminos musicales, poéticos o de miradas políticas.

–Pero incluso entre la gente que le presta mucha atención a la música, en lugar de leer la crítica puede bajarse el disco...

–No, no, hay que pagarles a los músicos.

–Es cierto, pero también lo es que la gente se baja los discos o los escucha en streaming. Antes, al no poder comprar todos los discos, el peso de la crítica era otro.

–Ahora hay demasiadas opciones. La Nube, iTunes, Spotify: está todo ahí, pero eso no necesariamente dice algo sobre mí. Cuando entrás a mi departamento, hay paredes llenas de discos, y cada uno de ellos va a decirte algo sobre mí. Si escuchás por Spotify, podés descubrir cosas de modo muy simple. ¿Querés escuchar una canción de John Lee Hooker que alguien mencionó? Ahí la tenés. Y eso es muy bueno. Pero tener todo disponible no significa que hayas aprendido algo.

–¿Tiene futuro la crítica de rock?

–Tengo una respuesta muy simple para eso: la gente siempre va a necesitar música y siempre va a necesitar buena escritura. El solo hecho de que puedas expresar tu opinión en Internet no te hace piola ni elocuente, como podemos ver en las secciones de comentarios (risas). La gente siempre va a volcarse a la música en busca de sustento, de confort, de entusiasmo. Y también va a buscar –eso espero y creo– personas que comuniquen cosas importantes y nuevas, ya sea en la radio, en un diario o en un blog. Mientras pueda hacer eso, entonces estaré feliz. Ese es mi futuro.

–¿Cómo es que nunca escribió un libro?

–¿Quién tiene tiempo para eso? Soy periodista.

–¿Y por qué no una compilación de sus trabajos periodísticos?

–Estoy demasiado ocupado escribiendo artículos, ya van a poder hacer eso otros cuando esté muerto. O si algún día me jubilo, entonces me ocuparé de lo que ya escribí. Me interesa seguir escribiendo de lo que pasa hoy, lo que va a pasar mañana y la semana próxima. Me encanta hablar del pasado, descubrir discos que necesitaba conocer; en Buenos Aires saldré a comprar reediciones de tango de los años ’20 y ’30, pero como periodista quiero ocuparme de lo que viene. Incluso si escribo sobre algo del pasado, tiene que tener una nueva perspectiva.

–Hay quienes dicen que los críticos son músicos frustrados. ¿Qué responde usted?

–Puedo tocar la guitarra, leer música y hablar de eso con los músicos: no soy un músico frustrado. Si soy algo, es un periodista frustrado, porque tengo problemas con algún párrafo (risas).

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