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Lunes, 27 de enero de 2014
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CULTURA Escenas filmadas en malos tiempos para el tabaco

Bocanadas herbales

En las llamadas “películas de época”, y en determinadas series,los actores no tienen más remedio que “fumar” ante la cámara. Pero no consumen nicotina sino unos cigarrillos “inocuos”.

Por Gérard Gilbert
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Jon Hamm, en Mad Men, debió pasarse a las hierbas.

Acabo de fumar mi primer cigarrillo de este siglo. No era un cigarrillo real, uno de esos tubitos mortales llenos de tabaco y nicotina, sino uno herbal, relativamente inocuo, donado por los utileros en el set en Budapest donde se filma una biopic de Ian Fleming, que será estrenado a fines de este año. Dominic Cooper interpreta al creador de Bond, y a lo largo del día se lo pudo ver a él y a su coestrella Anna Chancellor inhalar incontables bocanadas herbales, dejar que el humo asomara por sus labios, subiera a su nariz y lo tragaran con aplomo. Y entonces tenían que hacerlo de nuevo. Y de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, y de nuevo: más que “¡luz, cámara, acción!”, parecía “¡fuego, cámara, acción!”.

“Como cualquier cigarrillo, te acostumbrás, y después, extrañamente, empieza a gustarte”, dice Chancellor, una ex fumadora que ya ha tenido que lanzar humo en otras películas. ¿Realmente inhala el humo, o hay una manera creíble de simularlo? “No creo que puedas simular inhalar el humo”, dice la actriz. “No sé como ‘actuar’ el hecho de fumar, porque si nunca fumaste es algo bastante difícil de fingir.” A los actores no acostumbrados al sucio hábito –y eso incluye a un creciente número de jóvenes intérpretes– los delata su notoria inexperiencia en el rubro. Hay mucha atención puesta en la clase de acciones que los fumadores han hecho miles de veces; los no fumadores tienden a inhalar demasiado a menudo, dando una pitada entre cada línea de diálogo. “Solía ser una fumadora frecuente –dice Chancellor–, con lo que me sale muy naturalmente.”

Hoy, las audiciones señalan cuándo se requiere fumar, y los actores con conciencia saludable deben evitar las películas situadas entre los ’30 y los ’70. De hecho, a medida que el cigarrillo en lugares públicos se fue volviendo inaceptable en la mayoría de los países desarrollados, la vista de hombres y mujeres fumando felizmente en su trabajo, en pubs y restaurantes se ha ido convirtiendo en signo de “una película de época”. En Inglaterra, Endeavour –la precuela de Inspector Morse–, que transcurre en 1965, se convirtió en el más reciente drama televisivo del prime time que requiere a sus actores lanzar humo. Claro que esta era algo más tolerante con el tabaco fue iniciada por Mad Men. Aunque parezca Nueva York, la serie sobre el mundo publicitario es filmada en Los Angeles; como la ley estatal de California no permite fumar en el interior de los edificios, Jon Hamm debió pasarse a las hierbas.

“Tienen gusto a una mezcla de porro y jabón”, dice el actor. “Alguien se puso a mirar el piloto y contó la cantidad de cigarrillos que fumé allí... eran 74 o una cifra igualmente ridícula. Pero hay que recordar que filmar una escena no es lo mismo que fumar una toma de una escena. Son cuatro o cinco filmaciones, y tres o cuatro tomas por filmación. Así que cada vez que me ves prender un cigarrillo, en realidad lo estoy haciendo cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez veces. Se nota en mi voz que es una tarea que te debilita.” El efecto visible en pantalla de consumir tantos cigarrillos, sean herbales o no (Hamm a veces parece estar sufriendo el esfuerzo), debería conformar al Entertainment Industries Council (Concejo de la Industria del Entretenimiento), la organización no gubernamental fundada en 1983 para promover un adecuado retrato de los temas sociales y de salud en el cine y la televisión. El EIC conmina a los cineastas a que consideren si el cigarrillo es realmente importante para la historia o simplemente parte del decorado, y presiona para que se realicen retratos más realistas del hábito de fumar. Argumentan que las películas que muestran cigarrillos también deberían mostrar dientes manchados y toses ásperas.

En Mad Men, el cigarrillo es parte de la historia y parte del decorado, lo que no impidió que la Junta Suprema de la Radio y Televisión de Turquía multara a dos cadenas de ese país con 33 mil dólares por no borronear digitalmente los cigarrillos. Las estaciones turcas deben pixelarlos, aunque un miembro de la junta arguyó que eso simplemente atrae más la atención. Esa clase de censura no aparece en Gran Bretaña y Estados Unidos, a pesar de décadas de evidencia de que ver actores fumando en pantalla suele llevar a que el público joven pruebe el hábito. En los ’80, Hollywood respondió a las campañas antitabaco, cortando la tasa en que las estrellas encendían un cigarrillo en pantalla a 4,9 veces por hora, menos de la mitad de la tasa de los años ’50, fijada en 10,7 veces. Según un reciente estudio publicado por el American Journal of Public Health, la tasa volvió a dispararse a 10,9. En televisión, los cigarrillos encendidos son menos que en la pantalla grande –aun con las cifras aumentadas por Mad Men–, lo que no debería representar un problema para las jóvenes audiencias. Quizás el peligro aquí es para ex fumadores de edades mayores.

Los cigarrillos herbales están aparentemente hechos con varias sustancias inocuas, incluyendo tréboles, hojas de malvavisco y pétalos de rosa, bañados con ginseng, vainilla o mentol. Pero aunque no tienen las cualidades potentemente adictivas de la nicotina, los cigarrillos “herbales” producen alquitrán, monóxido de carbono y otras toxinas carcinógenas. ¿Y qué sabor tienen? El que provenía de la utilería de Budapest estaba saborizado con mentol, lo cual fue una decepción en términos del experimento, aunque tuviera grabado el monograma “IF” (por Ian Fleming). Era como fumar una menta: no fue desagradable, pero dejó un nauseoso dolor de cabeza.

Con los años ’50 y ’60 tan de moda en los dramas televisivos, algunos de los mejores trabajos de actuación –desde series estadounidenses como Masters of Sex y Boardwalk Empire hasta dramas británicos como la apropiadamente titulada Breathless– quizá requieran el consumo de cigarrillos. Incluso la BBC muestra a jóvenes enfermeras fumando en Call the Midwife. “Al mostrar enfermeras fumando, la BBC buscó mantener la autenticidad histórica”, dijo el productor Hugh Warren. Con lo que los actores que quieran evitar el catarro deberán evitar también las películas de época, o ir a trabajar a Disney o a Gales. A diferencia de Inglaterra, en ese país la prohibición de 2007 de fumar en lugares públicos se extendió a los actores frente a cámaras de cine y televisión. La compañía Disney tiene una regla que prohíbe fumar en sus producciones, aun a pesar de que su fundador Walt Disney fue un fumador empedernido cuyo hábito le produjo un cáncer de pulmón que lo llevó a la tumba (como Don Draper, Disney elegía Lucky Strike). Incluso en 1955 abrió una tabaquería en la calle principal de Disneylandia. Pero en El sueño de Walt, la película que cuenta la relación del Tío Walt con PL Travers, creadora de Mary Poppins, Tom Hanks no enciende un solo cigarrillo. Una manera de limpiar la historia con un buen soplo de aromatizador de ambientes.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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