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Sábado, 12 de abril de 2014
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SAN PABLO SERA CIUDAD DE HONOR EN LA 40ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES

Las expresiones de la multiplicidad

La programación que la gran urbe brasileña traerá a la feria porteña incluirá desde una delegación de escritores, sociólogos, editores y artistas hasta quince de los saraos marginales en los que la poesía es caballito de batalla popular y masivo.

Por Silvina Friera
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El sarao Coopeferia, referencia cultural en San Pablo, estará en la Feria del Libro.

Desde San Pablo

La selva de piedra tiene una vibración especial que el oído intenta captar apenas el cuerpo se pone en marcha por las calles de San Pablo. Qué bello monstruo de cemento, qué caldero cultural en ebullición habitado por doce millones de personas con sus esperanzas a flor de piel y sus temores al acecho. La violencia se presiente agazapada, jugando a esconderse o a camuflarse en el paisaje. “La ciudad que no puede parar”, que despliega sus acentos y sonoridades, es un festín para los ojos. Los graffiti y pintadas han conquistado a puro color y formas las paredes de más de 1500 kilómetros cuadrados. No es lo mismo andar por el Mercado Municipal, donde las palabras se gritan y los estómagos celebran los bocadillos de mortadela o el pastel de bacalao, que por Vila Madalena, uno de los barrios más bohemios, zona de bares de moda y de vida nocturna. Pero la noche es otro cantar. De cantos, de expresiones diversas de la periferia y los saraos –en portugués, sarau– será la alquimia de la programación que San Pablo, ciudad invitada de honor, propone para la 40ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. En el sur, en Campo Limpo, de la mano de Sergio Vaz y Marco Pezao, surgió el sarao que devendría referencia cultural de la región: la Cooperifa. “Mientras ellos capitalizan la realidad, yo socializo mis sueños”, sentenció Vaz. Del dicho al hecho hubo una vuelta de tuerca del significado de sarau. Si antes se aplicaba a las reuniones “burguesas” con música y danza, desde entonces el trueque consistió en adoptar la poesía como caballito de batalla popular y masivo de los colectivos que fueron naciendo en los márgenes paulistanos.

Al predio de La Rural, en esta edición de la Feria que se realizará del 24 de abril al 12 de mayo, asistirán 15 de los más de 150 saraos que se extienden por los alrededores de San Pablo. Además de una delegación de escritores, sociólogos, editores y artistas integrada por Arnaldo Antunes, Férrez, Andréa del Fuego, Marçal Aquino, Marcelino Freire, Ricardo Lísias, Joca Terron, Marcos Siscar, Lucrecia Zappi, Sergio Miceli, Paula Fábrio, Alberto Martins, Fernando Bonassi, Ricardo Azevedo, Fabricio Corsaletti y Emilio Fraia, por mencionar apenas unos cuantos nombres confirmados. Algunos más familiares para el ojo de los lectores argentinos –como Férrez, Antunes, Del Fuego, Freire–; otros para descubrir. Luiz Bagolin, director de la Biblioteca Mário de Andrade, uno de los organismos fundamentales en el enfoque y armado de esta programación, invita a recorrer las instalaciones de este edificio, símbolo arquitectónico del estilo art déco. La Mário de Andrade –nombre del poeta que fue uno de los fundadores del modernismo– abrió sus puertas en 1925. Hoy es la segunda biblioteca pública más grande de Brasil. Por si los pergaminos fueran insuficientes, está entre las quince más grandes del mundo. El acervo estimado ronda los 4 millones de libros y 3 millones de periódicos. “Somos la primera en atención al público”, dice el director y cuenta que reciben diariamente unas 1200 visitas. “Los modernistas creían que la biblioteca no era sólo un lugar de depósito de libros, sino de participación social. Después de una década de la apertura, el proyecto perdió esa función más osada que tenía”, resume Bagolin.

Desde el año pasado, con la nueva gestión del alcalde Fernando Haddad y del secretario de Cultura, el sociólogo Juca Ferreira, la Biblioteca “vuelve a recuperar un papel más activo”, subraya el director. “La participación en la Feria del Libro de Buenos Aires forma parte de este proyecto. Hay un compromiso político de incentivar y fomentar a los autores más independientes que no tienen el apoyo de grandes editoriales.” Aclara, por si quedaba alguna duda flotando en el aire, que a Buenos Aires no van a llevar la literatura más tradicional o mainstream. Que eligieron poner el énfasis en las culturas más periféricas, con shows musicales y proyección de películas más allá del predio de La Rural. “La intención es mostrar cómo San Pablo es diversa y cómo esa diversidad se integra generando nuevas expresiones. Es difícil mostrar en el stand y en el pabellón toda la producción; por eso la programación no va a limitarse sólo a la Feria”, afirma Bagolin. “Las letras de rap o de funk nacen en los saraos, donde participan escritores conocidos y algunos artistas que recién están comenzando y que no están presos de las demandas del mercado. Ellos hablan de su realidad social, de su realidad local. Hablan de la violencia y de las necesidades.”

Juca Ferreira repasa la preocupación por las políticas sociales desde el gobierno del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que implica la construcción de una política de Estado. “El mercado crea posibilidad de acceso, pero es un acceso restringido. Si tienes poder adquisitivo, consumes todo lo que quieres. Pero si eres pobre, trabajador y vives en la periferia, tu consumo cultural es la televisión abierta y dos o tres cositas más”, compara el secretario de Cultura de San Pablo. “Como latinoamericanos tenemos una dificultad muy grande para pensar la cultura como una economía estratégica. Uno de los grandes méritos del ex presidente Lula fue crear un mercado interno como un movimiento de justicia social, pero también como un movimiento económico. Incluimos 50 millones de personas; es una inclusión precaria, pero es una inclusión.” Ferreira plantea que hay una necesidad de articulación continental latinoamericana. “Tenemos condiciones para desarrollar un intercambio cultural. Pero la mayoría de los proyectos de cooperación son pequeños y no tienen repercusión en la economía. La participación en la Feria puede contribuir para que empecemos un diálogo más permanente”, augura.

Imposible soslayar el tópico de la violencia. Lejos de esquivar el asunto, Ferreira se sincera. “La violencia es la violencia del Estado, la violencia de la exclusión. La violencia emana de un ambiente degradado social y económicamente. La cultura fortalece las identidades locales, construye autoestima, protagonismo y sentimiento de pertenencia, y todo esto es la mejor manera para alejarse de la violencia. Brasil es un país muy violento.” El secretario de Cultura profundiza la cuestión recordando cuando en junio del año pasado la población brasileña estuvo de una manera masiva en las calles, demandando muchas cosas. “Había algo central: eran manifestaciones contra la violencia policial, contra la violencia del Estado.” Atento a la complejidad entre ascenso, inclusión y demandas, agrega: “A la velocidad que estamos cambiando la sociedad brasileña es necesario que la cultura esté presente para que no seamos una sociedad de tontos con mucha plata en el bolsillo”.

La programación de San Pablo como ciudad invitada de la Feria –la segunda después de Amsterdam– se extenderá también a centros culturales y otros espacios de Buenos Aires. “Estamos descubriendo a nuestros vecinos –reconoce Ferreira–. Brasil estuvo siempre a espaldas de América latina; ahora hay un sentimiento muy fuerte de pertenencia a América del Sur. Pero todo es muy lento. La circulación de libros y obras de arte entre nuestros países es un problema enorme. Parece que a las aduanas no les gusta mucho el intercambio. Es necesario construir un espacio cultural de libre circulación y cooperación en todas las áreas para tener una América del Sur fuerte.” Según una encuesta de la Cámara del Libro de Brasil, el mercado editorial creció un 15 por ciento en los últimos tres años y el porcentaje de lectores aumentó un 20 por ciento. Los libros acá cuestan un promedio de unos 70 reales, aproximadamente 280 pesos argentinos. Cuando Ferreira fue ministro de Cultura –reemplazó a Gilberto Gil luego de la renuncia del músico–, la media anual de lectura era 1,6 libros per cápita, una de las más bajas de América latina en 2010. “Si tú abres los periódicos, parece que estamos viviendo el fin del mundo –advierte Ferreira, que creció escuchando un mito: hay más librerías en Buenos Aires que en todo Brasil–. El pesimismo se construye a través de los medios. Pero sales a la calle y la gente está viviendo otra realidad.”

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