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Lunes, 27 de octubre de 2014
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Presentación de La puerta equivocada, el nuevo libro de Adrián Paenza

“Enseñar es contagiar la pasión”

Ante unas mil personas, en Tecnópolis, el matemático y periodista sumó a la habitual resolución de problemas en vivo un discurso explícitamente político. “Vinimos porque nos convoca un libro de matemática: algo está pasando en la sociedad si esto sucede”, celebró.

Por María Daniela Yaccar
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Paenza fue ovacionado por el público y organizó una presentación con clima de stand-up.

Bebés en cochecitos, niños, jóvenes, adultos y mayores, de ambos sexos. Hojas con problemas y lápices inquietos en mano. Rondas de mate. Calor, mucho calor, aunque soportado con aire acondicionado. Alrededor de mil personas embarcadas en una misma nave –la Nave de la Ciencia, en Tecnópolis– y transitando juntas “un festival de problemas”. Así definió Adrián Paenza la presentación de su noveno libro, La puerta equivocada. A la habitual resolución de problemas en vivo, con un clima de stand-up, el matemático de camisa roja sumó un discurso explícitamente político. “Vinimos porque nos convoca un libro de matemática: algo está pasando en la sociedad si esto sucede”, celebró.

Lo aplaudieron de pie cuando apareció. Fue tan extensa (e intensa) la ovación que parecía conmovido. Tardó en tomar la palabra. “No voy a poder hablar...”, dijo quien mereció, en agosto, el premio Leelavati como mejor divulgador de matemática en el mundo. Pero habló. “Esta es una fiesta de todos. Nadie tuvo que pagar entrada. Es como si se empezara a hacer más visible cuánto nos importa el prójimo”, sostuvo. Al igual que sus libros anteriores, La puerta equivocada, editado por Sudamericana, se puede descargar gratuitamente por Internet. “Cada libro representa una oportunidad económica. Pero en la editorial entendieron que el conocimiento no puede depender del poder adquisitivo”, sentenció respecto de un tema sobre el cual suele hacer hincapié toda vez que toma la palabra.

“Suena a discurso político. Pero no hay razón para desmerecer la política cuando nos va a hacer mejores. Va a haber tensiones, porque hay gente que ha tenido muchos privilegios. La única manera de igualar es socializar el conocimiento y lograr que todos tengamos la alternativa de acceder a la formación y a la información”, opinó Paenza, quien el viernes había dado una clase abierta para 500 alumnos de escuelas bonaerenses y porteñas frente a la sede del Ministerio de Educación de la Nación, en un escenario montado sobre la calle Pizzurno. “Nos convocan para pensar: es una cosa maravillosa.”

Entre el público había algunos matemáticos –como Alicia Di-ckenstein– y Paenza aprovechó la oportunidad para referirse a los cambios que experimentó esta ciencia en los últimos tiempos. “Tenemos que darle una oportunidad. La sociedad argentina en los últimos diez años muestra una tendencia”, remarcó. Mencionó a Dickenstein, quien recientemente fue nombrada vicepresidenta de la Unión Matemática Internacional. Y también a Miguel Walsh, que con solamente 26 años recibió el premio Ramanujan. “Tenemos derecho a pensar que algo está pasando, distinto de lo que pasaba antes”, subrayó el periodista, quien, en otro momento de “la fiesta de los problemas”, hizo poner de pie a un ingeniero que trabajó en el lanzamiento del Arsat-1. Mientras el público aplaudía al hombre, Paenza insistió: “Hay mucha gente acá que tiene que ver con la realidad argentina de todos los días. Está produciendo país. Y ésa es una ventaja grande”.

Reivindicó, además, la entrega de netbooks por parte del gobierno nacional a alumnos de escuelas secundarias públicas. Contó anécdotas de su gira por el norte. Está visitando diferentes provincias del país con su programa Alterados por Pi (Canal Encuentro). Los capítulos que está grabando ahora se emitirán en 2015. “Vamos a llegar a 5 millones de netbooks. Estamos dando alternativas a personas que de otra manera no las tendrían. Les cambió la vida”, remarcó. Comentó que alguien le había dicho que Tecnópolis no era tal cosa sino “Negrópolis”, y se encendió: “¿Podemos tener tanta insensibilidad como para no comprender que esto es de todos? Siéntanse parte del cambio. Somos contemporáneos a ciertas cosas que están pasando en el país. Hay tensión y grito, pero nos pasan cosas muy buenas”. Por último, se refirió a la educación. Dijo que el algebrista Enzo Gentile había sido una de sus más grandes influencias –de él tomó el término “la fiesta de los problemas”– y que enseñar tiene que ver con “contagiar la pasión”.

Luego vino lo de siempre: la matemática tomando forma de un modo descontracturado, cotidiano, sin solemnidad. Sobre el escenario había un pizarrón y ocho puertas de distintos colores, en alusión al título del libro, que tiene que ver con que siempre se accedió a la matemática “por la puerta equivocada”. “Entremos por otro lado”, invitó Paenza. Y así fueron subiendo al escenario hombres y mujeres del público para resolver enigmas sobre tableros de ajedrez, vueltos de compras de camisetas de básquet –problema que le propuso Luis Scola–, sombreros de colores, la velocidad de 25 automóviles puestos a andar en una pista. La dinámica es conocida: antes de ingresar a la sala los asistentes reciben una o dos hojas con un conjunto de problemas y un lápiz negro. El matemático selecciona algunos y son resueltos in situ. Los cuchicheos luego de que Paenza plantee un problema, las caras de “yo lo sé” e incluso el deseo de subir al escenario aun cuando no se sepa la respuesta son parte del folklore.

La Nave de la Ciencia, el enorme auditorio del predio de Villa Martelli pensado para la difusión de la investigación y de la ciencia argentinas, estaba atiborrado. Antes de que Paenza comenzara con su clase abierta se proyectó el cortometraje Matemáticos en primera persona, de Ezequiel Rodríguez, en el cual Pablo Groisman, Mariela Sued, Daniel Galicer, Joana Terra y Pablo Ferrari, entre otros, dan su parecer respecto de la ciencia que eligieron. Uno de los testimonios más significativos fue el de Ferrari, que decía más o menos así: “No hay diferencia entre un artista, un médico, un matemático. Comparten un impulso vital por lo distinto”. Algo similar dijo Claudio Martínez, productor de los programas de Paenza: “Hay un montón de diversiones que la matemática propone y ofrece como belleza”.

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