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Sábado, 14 de marzo de 2015
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Reynaldo Sietecase y el espectáculo El amor muerde, junto a Sandra Corizzo

Las canciones y el artefacto literario

Con diez libros de poesía publicados, Sietecase disfruta poder transitar ese mundo y el del periodismo sin conflictos. Hoy en Café Vinilo volverá a recrear el clima cómplice que genera junto a la música rosarina, un show que se desmarca de la poesía más tradicional.

Por Silvina Friera
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“Uno escribe sobre las tres heridas: el amor, la muerte y la vida”, señala Sietecase.

El mundo es un laberinto tembloroso de signos. El destino y el azar –“el purgatorio de la causalidad” según Jean Baudrillard– consumaron el encuentro artístico de un poeta y una cantante. El amor muerde es un espectáculo que cruza los poemas y artefactos literarios de Reynaldo Sietecase con las canciones de Sandra Corizzo, una exquisita confabulación de palabras y música, un derroche a la vieja usanza sin efectos especiales. Nada más que unas voces en sintonía permiten transitar el itinerario de la conquista, la pasión, el sexo, la rutina y el principio del fin, la ruptura y la vuelta al amor. Unos versos irreverentes impactarán como relámpagos en las memorias sentimentales de los espectadores que se acerquen hoy a las 21 al Café Vinilo (Gorriti 3780). “Vamos a reclamarles/ Piedad a los asesinos/ Memoria a los olvidados/ Dulzura a los tristes/ Glamour a las prostitutas”, leerá Sietecase su “Proclama”, para asombro de quienes sólo visibilizan al periodista que conduce Guetap en FM Vorterix. “Pediremos lo imposible y más/ Que Dios no se convierta en bandera de la muerte/ Que nadie disfrute lo que no necesita/ Y que me ames/ Y que me ames/ Ya que estamos pidiendo.”

Las dentelladas poético-musicales de la dupla rosarina comenzaron a fines del año pasado cuando estrenaron El amor muerde en Circe Fábrica de Arte y en Plataforma Lavardén (Rosario). “Me encanta lo que hace Sandra, me parece una artista increíble. Tiene un disco maravilloso con Leo Maslíah; es una gran cantante, yo la admiro mucho. La invité una vez a presentar uno de mis libros y vino a cantar. Y después ella me convidó a leer algunos poemas en un recital. A partir de ahí se nos ocurrió hacer algo juntos. Me interesa el tema del amor y del de-samor, la cuestión del abandono. Vengo de escribir una obra de teatro, Malditos (todos mis ex), que se reestrenó en el Teatro del Pueblo y va por su tercera temporada. Armamos con Sandra un espectáculo sobre las idas y vueltas del amor, un recorrido por las distintas etapas. Y lo hicimos en base a algunos de mis poemas y artefactos literarios porque hay un rap, algunas cosas que se desmarcan de la poesía más tradicional y canciones de Sandra, salvo uno o dos temas”, cuenta el poeta y periodista, autor de los poemarios Y las cárceles vuelan (1987), Cierta curiosidad por las tetas (1989), Instrucciones para la noche de bodas 1992), Fiesta rara (1996), Pintura negra (1999), Hay que besarse más (2005), Mapas para perderse (2010) y de próxima aparición El amor muerde (Ediciones en Danza), entre otros títulos.

Sietecase quiere sacar al poeta de esa especie de “clandestinidad” impuesta por la masividad del oficio periodístico en radio y televisión. “Escribo poesía desde los 16 años, antes de imaginarme periodista. Empecé a pensar en el periodismo a los veintipico, más tarde. A los 17 años dirigía una revista literaria y participé de un grupo de poesía que en Rosario fue muy importante, El Poeta Manco. Si me apuran un poco, sé que podría dejar el periodismo, pero no voy a dejar de escribir poesía”, plantea el poeta y narrador a Página/12. “Creo que (Leopoldo) Marechal decía que ser poeta no es la mera función de lanzar criaturas poéticas al mundo, sino una manera de vivir. Lo otro es mi oficio, que me encanta, vivo de eso y me cierra por todos lados. El trabajar como periodista me da una visibilidad que nunca tiene la literatura y la poesía menos que menos. Incluso me pasa que gente que nos va a ver porque me escucha en la radio se sorprende. La poesía es como una parte oculta, a pesar de que tengo diez libros publicados.”

Los poemas elegidos por Sietecase no son piezas dispersas que no cuadran con las canciones de Corizzo, compositora, arregladora e intérprete, discípula de grandes músicos como Jorge Fandermole, Lucho González, Gabriel Senanes y Adrián Abonizio, entre otros. La condición sine qua non de este cruce fue construir una atmósfera de complicidad. “La palabra poesía está muy desgastada, prefiero hablar de artefactos literarios porque la gente escucha la palabra poesía y sale corriendo. Los poetas somos responsables de que esto suceda. Yo estoy muy influido por los poetas brasileños, viví en Brasil una época que fue importante para mi vida y tengo muchos amigos poetas. Y todos son divertidos, usan la música, los sonidos... me marcó mucho eso. Y me marcó también el hecho de que mi padre, al que le gustaba el folklore y cantaba, me llevaba a ver a Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana, Jaime Dávalos. Yo cierro los ojos y era muy bonito escucharlos”, recuerda el escritor y periodista. “Cuando me invitan a alguna lectura –voy a pocas porque me tienen más como periodista que poeta–, a veces les digo: ‘Muchachos, lean sus grandes éxitos, hagan sus hits, tenemos cinco minutos cada uno’. Por más que un poeta sea bueno, nadie resiste una hora de lectura de un solo poeta. Me parece que me estoy haciendo enemigos en la poesía, ¿no?.”

Uno de sus poemas preferidos es “Cadáver exquisito” porque tiene “unos versos perdurables”. Tanto en la poesía como la narrativa, muchos textos se oxidan con el tiempo. “Loca por mis huesos/ anda obsesionada/ Es obsesión o nada/ Abre los cajones/ Acerca su cara a las prendas/ Aspira profundo y huele la soledad/ Saca mi ropa/ y la corta prolija con su tijera de podar”, dicen los primeros versos de ese poema que integra el repertorio de El amor muerde. “Mi poesía está muy atravesada por la ironía, por el humor, por eso me siento tan cerca de Mario Trejo, de Oliverio Girondo, de Jorge Boccanera y de los más jóvenes, Rodolfo Edwards y Alberto Muñoz.” ¿Por qué sobrevive un poema? “Cuando es cierto, cuando tiene verdad y belleza; ésos son los requisitos para que un poema perdure”, afirma Sietecase. “Y pasa por la poesía que uno recuerda: ‘esa mujer se parecía a la palabra nunca’, de Juan Gelman, tiene verdad y belleza... ‘La mejor manera de esperar es ir al encuentro’ de Trejo... ‘Por doler me duele hasta el aliento’, de Miguel Hernández. Y podría seguir...”.

Otro hit de Sietecase es el poema “La rubia”: “Enamorarse de la rubia/ hasta los huesos/ perder el sueño/ la camisa/ el poco criterio, la cabeza/ ir con la rubia/ tras la rubia/ por la rubia/ como el Dante/ al mismísimo ombligo/ del infierno”. Si tuviera que condensar obsesiones temáticas, hay un terceto que se impone sin pestañear. “Uno escribe sobre las tres heridas: el amor, la muerte y la vida. Soy poeta, narrador y periodista. Vivo del periodismo y de la narrativa, que me ha empezado a dar unos mangos. Pero no se puede vivir de la poesía, ni los poetas más consagrados lo han conseguido. La poesía no da réditos. Quizá ésa debilidad sea su fortaleza.”

* El amor muerde se presentará también el domingo 22 de marzo a las 21 en Espacio Cultural Don Juan, 5 Nº 1835, entre 69 y 70 (La Plata).

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