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Lunes, 7 de diciembre de 2015
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Horacio González habló sobre la gestión en la Biblioteca Nacional

“Un ejercicio de pluralidad”

“Si quieren buscar pluralismo, tienen que venir a buscarlo aquí”, destacó el sociólogo en un encuentro donde se presentó el último número de la revista de la Biblioteca Nacional, que reúne diversos ensayos de escritores argentinos sobre Ricardo Piglia.

Por María Daniela Yaccar
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“Todas las cosas se hicieron sabiendo que estaba la cultura argentina en juego”, afirmó González.

En el acto de presentación del último número de la revista de la Biblioteca Nacional, Horacio González llamó a preservar la “pluralidad” de la institución que dirige. “Mi deseo es que se respeten todas las situaciones que permitieron que esta biblioteca fuera una casa de cultura crítica relevante con un gran ejercicio de pluralidad. Si quieren buscar pluralismo tienen que venir a buscarlo aquí. Los que vienen deben saber que acá está eso que predicaron diciendo que no estaba en el lugar donde sí estaba”, sostuvo ante escritores, intelectuales y artistas. Opinó que “lo que ocurrió” en estos años en la Biblioteca Nacional “tuvo que ver con la época” y que uno de los grandes logros de este Gobierno fue “haber puesto en la gran mesa de discusiones del país sus problemas fundamentales”.

“Este nuevo gobierno que viene, de empresarios, se ha atrevido a tomar las discusiones, a decir que va a respetarlas. Si hay una historia, si tiene ojos vivos, estará mirando lo que pasa para ver cuánto valen las palabras dichas en un momento. Se escucharon por parte de funcionarios del gobierno que vendrá palabras de respeto, ojalá las cumplan. Efectivamente va a ser difícil que las cumplan, porque están en un cuadro de acciones donde reproducen las peores formas de la globalización mundial”, advirtió. “El gobierno que va a asumir descubrió pequeñas frases, síntomas fraseológicos, como el ‘va a estar bueno’, que no sé si lo inventó Durán Barba o se inventó en Palermo Hollywood; esa frase no se escuchaba, es un enrarecimiento del idioma. Se retuerce el idioma de una manera deshistorizada”, concluyó el ensayista.

En un momento de su discurso hizo una autocrítica: “Así hablan los nuevos gobernantes: cuando dijeron ‘va a estar bueno Buenos Aires’, estaban diciendo algo de una gran abstracción, pero muchos votaron por la forma en la que ya hablaban. Eso se nos pasó de largo, no supimos abordarlo, y eso que acá estábamos en un lugar donde era una obligación percibir esas cosas”.

Eduardo Rinesi, Noé Jitrik, Jorge Lafforgue, Tununa Mercado y Guillermo Korn lo escucharon el viernes en la sala Augusto Cortázar de la Biblioteca Nacional. Se leyeron algunos mensajes de intelectuales que no pudieron asistir, como Beatriz Sarlo. El último número de la publicación de la biblioteca reúne ensayos de escritores argentinos acerca de la obra de Ricardo Piglia. “Las dificultades abiertas del conjunto de la cultura argentina orientaron las políticas que se llevaron a cabo durante todos estos años: la política de exposiciones, a cargo de Ezequiel Grimson, la del Museo del Libro y de la Lengua, a cargo de María Pía López, todas las cosas se hicieron sabiendo que estaba la cultura argentina en juego”, destacó el sociólogo.

La mayor parte de su discurso tuvo que ver con el recorrido de la institución en estos años, con lo conseguido. Relató que antes de que comenzara su gestión la BN presentaba “salas clausuradas, intervenidas” y que había “sindicatos en una lucha a muerte”. “El modo en que se constituía la cultura argentina en la Biblioteca Nacional era un modo por el cual había que revivirla. El mérito lo tienen los trabajadores de esta casa que de a poco fueron contribuyendo a lo que finalmente se convirtió en lo se invoca como políticas de Estado”, sostuvo. Puso el énfasis en este punto, en las políticas de Estado. “Si hubiera una debería ser la que hicimos aquí, sostenida por procesos técnicos que se renovaron a la altura de las grandes bibliotecas nacionales del mundo; en ese sentido consideramos al Estado como una forma libre de la sociedad”, definió.

“Intentamos ver al Estado desde otro lugar y al mismo tiempo saber que teníamos que pelear el presupuesto de la biblioteca con funcionarios que sospecharon que algo pasaba acá. En todas las ocasiones que hablamos con los ministros de economía que tuvo este gobierno, todos tuvieron la mayor predisposición ante un presupuesto que no se le escapa a nadie que tenía que ser mayor del que había para sostener estas actividades, algo que hoy está en riesgo”, se explayó. “Lo que ocurrió en esta biblioteca tuvo que ver con la época, ya casi ni me animo a decir con un gobierno, cuyo balance se deberá hacer, y cuyos grandes logros no pueden ser enumerados, sino que se reúnen en uno: haber puesto en la gran mesa de discusiones del país sus problemas fundamentales”, concluyó.

La Biblioteca, dijo su director, “fue una extensión interna en el cuadro gubernamental. Así va a haber que estudiar los episodios que se desarrollaron durante estos años aquí, de los que debemos estar muy orgullosos el conjunto de los trabajadores”, subrayó. Destacó la apertura del Museo del Libro y de la Lengua. “María Pía López inventó un lugar para hacer exposiciones sobre algo imaginario como es la lengua, eso no se olvidará fácil, ya que constituye cimientos de la convivencia pública y cultural de la Argentina, así como las exposiciones y catálogos, realizados con un inmenso trabajo de muchas personas”, remarcó el intelectual. Finalmente, expresó un “deseo”: “que se respeten todas las situaciones que permitieron que esta biblioteca fuera una casa de cultura crítica relevante, con un estilo conceptual, una retórica y una poética que no es nuestra, sino de una vastísima herencia con una profunda heterogeneidad”.

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