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Martes, 8 de marzo de 2016
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Elsa Barber es directora interina de la Biblioteca

Para debutar, adiós al taller

A través del decreto 439/2016, la ahora ex subdirectora ejercerá el cargo hasta que asuma Alberto Manguel. La noticia llegó junto con la novedad de que fueron suspendidos todos los talleres que la Biblioteca Nacional ofrecía de manera gratuita.

Por Silvina Friera
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“Los talleres forman parte del desarrollo cultural de la Biblioteca”, dice el poeta Mario Sampaolesi.

El mundo real es más complejo que lo que vienen intentando imponer los arquitectos del relato cultural macrista. A través del decreto 439/2016, publicado en el Boletín Oficial, se confirmó que Elsa Barber será la directora de la Biblioteca Nacional (BN) hasta el próximo 30 de junio, cuando asumiría el escritor Alberto Manguel al frente del organismo. Pero ayer también se supo que todos los talleres de la BN –que son gratuitos– están “suspendidos”. En abril no comenzarán los talleres gratuitos de poesía, de novela, de dramaturgia, de performance, de escritura para jóvenes, de cuento latinoamericano, de lunfardo y tango, de tragedia griega, de ópera, de ajedrez, de cine documental, el seminario de crítica literaria y la clínica de escritura poética, entre otros. “No nos dieron ninguna explicación, simplemente nos dijeron que hasta que no asumiera Manguel, quedaban suspendidos”, cuenta el poeta Mario Sampaolesi a Página/12. “Nosotros estamos dando talleres literarios desde mediados del 2003 hasta la fecha; son casi doce años. Empezamos con la gestión de Horacio Salas, seguimos con la de Elvio Vitali y continuamos con Horacio González. Al principio éramos Vicente Battista, Mario Goloboff, Marta Braier, Osvaldo Gallone y yo. Después, con el correr de los años, se fueron incorporando otros artistas, otros poetas y escritores. En la gestión de González fue cuando más se desarrollaron los talleres. Me llama la atención que ahora los suspendan, cuando quien asume como directora estuvo en la gestión anterior como subdirectora”.

Sampaolesi daba el taller de poesía todos los martes de 18.30 a 19.50. “El año pasado tuve 70 alumnos durante los tres primeros meses, a mitad de año bajó a 50 y terminé con 35. Siempre tuve un promedio de unos 40 alumnos. Los talleres han tenido una gran repercusión y forman parte del desarrollo cultural de la Biblioteca, que me parece que fue imaginada como centro cultural también. Ante este panorama, ya perdemos el primer cuatrimestre de clases, además de la inseguridad que sentimos porque no sabemos qué va a pasar con nosotros. El taller brinda un servicio cultural muy importante, a mi juicio fundamental porque es una alternativa a la enseñanza académica, en donde no hay contacto directo con un creador. Nosotros transmitimos nuestro oficio y las diferentes variables para acercarse a un texto y cómo leerlo. Todo esto es gratis y libre, algo que es fundamental en estos momentos para la cultura argentina”, advierte el poeta, autor del poemario Malvinas y de la novela La vida es perfecta, entre otros títulos. Todos los talleristas –Marta Braier, Vicente Battista, Mario Goloboff, Malena Marechal, Rafael Fernández, Fernando Maskin, Hilda Guerra, Susana Szwarc, Liliana Lukin y Ricardo Alonso Garcés “Murmullo”, entre otros– facturaban de abril a diciembre. El año pasado, por ejemplo, lo hicieron por 2.200 pesos mensuales (de abril a julio) y por 2.600 pesos (de agosto a diciembre). “Varios de mis alumnos que este año querían volver al taller me preguntan si les puedo dar clases particulares. Yo preferiría que sigan los cursos de la Biblioteca, esa es la verdad”, agrega Sampaolesi.

El psicoanalista y docente de ajedrez Fernando Maskin inició el taller de ajedrez para chicos y adultos en 2014. “Para mí es previsible que suspendan los talleres. Desde lo emocional me da bronca, me parece que es cerrarle la puerta a mucha gente que venía de lejos, porque no sólo eran del barrio. Tuvimos una alumna, por ejemplo, que venía de Don Torcuato. Vino poco porque se le hizo muy duro el viaje y hasta le recomendé dónde ir más cerca de su casa. Había mucha gente que hacía un esfuerzo enorme por venir. Nunca falté en estos dos años”, subraya Maskin. “De hecho teníamos las clases de 16 a 18.30, pero como no nos alcanzaba el tiempo porque teníamos primero adultos y después chicos, habíamos hecho una extensión de horario: llegábamos 15.15 y los adultos sabían que podían venir antes como para darle un poco más de tiempo al taller. Al contrario de la generalización de ‘los que trabajan en el Estado son todos ñoquis’, íbamos más tiempo de lo que se nos pedía”. Susana Szwarc, poeta y narradora, inició un taller performático de poesía en 2010. “Trabajar en la Biblioteca era una maravilla”, reconoce Szwarc con un tono de nostalgia. “Ya me junté con mis alumnos del año pasado y me pidieron que quieren seguir. Yo les dije que les iba a dar gratis, pero dos veces por mes... Es muy fuerte lo que se genera con las personas y las ganas de trabajar que tienen. Tengo una alumna que va a publicar un libro con los poemas que trabajó en el taller. Hay una producción enorme y un gran deseo de escribir. Tengo una alumna que viene desde Santos Lugares, que no faltaba nunca, y a mí eso me conmueve. En mi taller tuve alumnos de otros países, como Liset, una colombiana que estudia sociología; también de Brasil y de Perú. Mi grupo era diverso y heterogéneo porque había varios chicos de provincias, como Marcelo de Misiones. La biblioteca se les vuelve un lugar muy importante porque estudian ahí; es como una casa. Ahora siento que se produce un vacío enorme sin los talleres”.

Szwarc –chaqueña de Quitilipi que hace años que vive en Buenos Aires– admite que las declaraciones de Manguel fueron como la crónica de la suspensión anunciada. “Si se leyó lo que decía en algunas entrevistas, pareciera no tener intención de una biblioteca al estilo de Horacio González, donde realmente era una maravilla trabajar. Eso se sentía al entrar en la Biblioteca, al caminar... Lo sentíamos los que trabajábamos y los que la visitaban. Teníamos cierta idea de que era difícil que continuaran los talleres. Manguel prefiere otro tipo de biblioteca, una biblioteca no tan abierta a ciertas actividades fuera de lo que es la biblioteca propiamente dicha: el estar en silencio con un libro en la mano. Aunque impacta que te lo digan, un poco lo suponíamos. Me parece que los talleres dados por escritores o artistas no se tienen que separar del resto de la situación de los trabajadores. Los talleristas estamos despedidos, así lo sentimos; es muy fuerte cuando te dicen que este trabajo no lo vas a tener más”.

Barber, ahora flamante directora de reunión en reunión, no pudo atender el llamado telefónico de Página/12. A través de su secretaria María del Carmen, se le envió una pregunta por correo electrónico: ¿Quién tomó la decisión de suspender los talleres y cuál es el argumento para hacerlo? Al cierre de esta edición, no hubo respuesta. “Apenas llegó Manguel, Barber dijo que los talleres se iban a suspender de forma definitiva porque consideraba que pertenecían a la gestión anterior”, explica Juan Domingo Pignataro, delegado general de la junta interna de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado). “Nuestro planteo fue que se le dieran una oportunidad a los cursos y que tengan una continuidad. Ahí llegamos a la suspensión por tres meses y evitamos la rescisión de los contratos”.

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