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Lunes, 29 de julio de 2013
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Festival de Historietas de la Feria del Libro Infantil y Juvenil

Cuadritos en vivo y en directo

Centenares de pibes pasaron por los distintos talleres y entrevistas dibujadas que ofreció el encuentro. Este año el festival optó por evitar los grandes invitados, pero consolidó su objetivo de brindarles a los chicos un espacio para encontrarse con los autores.

Por Andrés Valenzuela
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La FLIJ busca estimular la creatividad de los chicos.

–¿Podés dibujar una mujer?

–Tenés razón, los humoristas estamos muy acostumbrados a dibujar estos muñequitos narigones.

Unos trazos rápidos, un peinado, labios, la nariz un poco más pequeña y por fin el “profe” de turno mira a la chica y pregunta: “¿Zafa?”.

“¡Recontra!”, se entusiasma la piba de mangas largas. “Estuvo re bien”, reconocerá luego Claudio Kappel, el interpelado. Kappel es uno de los muchos dibujantes, historietistas y humoristas gráficos que trataron con los chicos en el Festival de Historietas de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que se realizó en Buenos Aires el viernes y el sábado pasado. Aunque en el momento que presenció Página/12 una veintena de chicos se esforzaban por descubrir los trucos para hacer humor de actualidad, centenares de pibes pasaron por los distintos talleres y entrevistas dibujadas que ofreció el encuentro.

Este año el Festival de Historieta optó por evitar los grandes invitados (años anteriores lo visitaron figuras como Marv Wolfman o Robin Wood), que atraen a los grandes, pero quizá no son tan conocidos para los más pequeños. Ver a los historietistas dibujar en vivo y la posibilidad de aprender cómo ordenar el relato en cuadritos, en cambio, se reveló como una apuesta mucho más segura. Algunos talleres, como el de manga, estaban abarrotados de chicos y requerían dos o tres dibujantes-profesores para llevar la clase.

A todos los talleres asistieron chicos y chicas por igual, aunque éstas se mostraron mucho más participativas que los varones. Desde la misma mesa en que una reclamaba ver una mujer dibujada, otra le “pasaba letra” al humorista, experimentado docente del rubro. La chica se conocía todos los tipos de globos de diálogo y le recordaba hasta el último detalle, mientras el dibujante trazaba caras a modo de ejemplo sobre las láminas.

“No es fácil pensar un chiste, no es que uno se sienta y listo, a mí a veces me toma tres o cuatro horas y leer todos los diarios para que se me ocurra algo”, tranquilizaba Kappel a sus alumnos del primer día mientras elogiaba sus dibujos. Afuera del aula vidriada, una madre intentaba infructuosamente atraer la atención de su pulguita de gorro colorado brillante. La piba, nada: dedicada a dibujar su chiste y charlar con las compañeras de mesa no le daba ni cinco de bolilla. La concentración le ganó el elogio del docente, porque mientras su madre se resignaba a sacar fotos con el celular primero y a sentarse en el piso alfombrado luego, el “profe” le ofrecía mostrarle su trabajo a todos los compañeros. Al final, la gorra roja, muerta de vergüenza, tapó la hoja con sus brazos y hubo que quedarse con las ganas de ver el dibujo. Otros chicos no fueron tan tímidos. “Yo pensé que esto de la policía ecológica era otra cosa”, le comentaba un personaje a otro, mientras un oficial esposaba a un árbol en uno de los trabajos que destacó Kappel.

Mientras transcurrían los talleres, las plazas centrales de cada pabellón del Centro Municipal de Exposiciones eran el escenario de Entrevistas Dibujadas, la actividad incorporada esta edición. En ellas, reconocidos dibujantes en actividad en las principales revistas infantiles dibujaban en rotafolios mientras alguien les hacía preguntas sobre su trabajo. Controladas las ganas de correr de los niños con la magia del dibujo en vivo, al final los chicos se encargaban de hacer la mayoría de las preguntas.

“¿Cómo sabés las cosas?”, le preguntó una chiquilina casi en tono existencialista a un sorprendido Max Aguirre, en la segunda jornada de festival, casi al cierre de la feria. Otra quiso saber si a los gatos había que mimarlos y una más, si las brujas comían gatos (resulta que no, explicó Aguirre, que las brujas de Villa del Parque son reconocidas por comer alfajores de dulce de leche).

Finalmente, los dibujos hechos en vivo por los historietistas se sortearon entre los chicos y grandes presentes (porque los adultos tampoco se querían quedar sin su numerito). Los que se fueron con las manos vacías, sin embargo, todavía podían pasar por los varios stands donde los autores firmaban libros y ofrecían más dibujos. Es que más allá del Festival de Historieta, en la Feria del Libro Infantil y Juvenil se advierte el progresivo crecimiento del sector. Los chicos no sólo conocen a superhéroes y personajes publicados en diarios de gran tirada, autores como Javier Rovella pasaron más de dos horas firmando libros en el stand de De la Flor y su Dante Elefante era mencionado por los chicos tanto como los monstruos que El Bruno publica en Billiken.

En última instancia, ése es el propósito de la FLIJ: brindar a los chicos un espacio para encontrarse con libros y autores, y estimular su creatividad. “No dejen de dibujar”, recomendó Kappel a los chicos, de vuelta en el taller. Un buen consejo.

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