Lanzamientos

Sergio Ponchione y LocoRabia
>Milenario Ediciones

¿Cuál es el sentido de la vida? El italiano Ponchione lleva al lector por las búsquedas cuasi-mítica de distintos personajes y universos imaginarios de gran potencia. Las historias, originalmente serializadas, ganan en el libro una fuerza particular, pues se aprecia su concepción en su totalidad. El dibujo es abiertamente caricaturesco, exhibe su artificialidad y allí radica uno de sus principales aciertos narrativos. Está claro que si una mujer-rompecabezas da las pistas para resolver un caso y el sentido último del universo descansa en el fondo de un cáliz con forma de calavera, lo que menos necesita una historia es un dibujo naturalista. Ponchione lo sabe y construye así una obra excepcional.

Renzo Podestá
Rabdomantes Ediciones

En cierto sentido, esta es una obra imperiosamente adolescente. Y no porque Podestá –ya un treintañero largo– la haya dibujado hace una década, sino por el espíritu que la recorre: rabioso, con ansias de libertad creativa y energía tumultuosa. La historia es simple: pequeñas vidas en un futuro distópico donde el gobierno controla el arte por su potencial subversivo. La intensidad del relato pasa por cómo el autor narra las secuencias y por su dibujo, hecho con ríos de tinta, manchas ocasionales y golpes de negro de enorme potencia. Aun con mucha de su obra ya publicada, (Bang)Kok representa fielmente a Podestá: eternamente punk, visceral y con la tinta en los dedos.

Rodolfo Santullo / Marcos Vergara / LocoRabia
Grupo Belerofonte/Estuario Editora

La dupla de Cena con amigos y Valizas regresa con una aventura folletinesca de curiosa factura, esta también serializada originalmente en el portal Historietas Reales. El oro del Zar cumple perfectamente todo lo que se plantea: una aventura de época, con cierto espíritu cortomaltesiano, con una estética y paleta de colores que emula cierta tecnología de impresión. La cosa, pues, irá en gustos: sí solamente se espera una aventura, con ritmo y personajes suficientemente trabajados, con las vueltas de tuerca de rigor, la obra cumple. Y otro tanto sucede con el dibujo, que sin embargo probablemente también funcionaría (y quizás mejor) si Vergara se hubiera decidido por otro enfoque estético.