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Domingo, 26 de septiembre de 2010
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OPINION

Una cultura más plural

Por Mariana Baranchuk *

Hagamos de cuenta que se acabaron los obstáculos judiciales que la oposición mediática llevó adelante para impedir o demorar la aplicación de la Ley 26.522. La ley está vigente y se cumple: ¿Qué cambió en lo que ve el ciudadano de a pie? Ese que nunca se planteó ser radiodifusor y no podía porque la ley de la dictadura se lo impedía, el que comenzó a entender que los medios construyen la realidad, defienden intereses que son propios. Y que está bien que así sea: el problema radica en que sean pocos, en que defiendan todos los intereses de unos pocos y lo hagan en nombre de una supuesta independencia. De lo que se trata es de la democratización. Saber quién emite, desde qué lugar. Y el Estado garantizando que sean muchos y con diversas miradas: Pluralidad y Diversidad.

Los ciudadanos frente a la TV o la radio a horarios determinados son ahora informados sobre quién les habla. El ordenamiento de la grilla y la obligación de incluir señales que ciertos grupos se negaban a difundir mejora la difusión y amplía la oferta. Las cuotas de pantalla y las limitaciones para la transmisión en red dan visibilidad a identidades regionales. Hasta la aplicación de la ley, entre el 60 y el 70 por ciento de lo que se emitía en nuestras provincias provenía de los cinco canales de Capital. Ocupaba el prime time y centralizaba la pauta publicitaria. Eso trajo un desfinanciamiento crónico de los canales del interior, dependencia estructural e imposibilidad de generar fuentes de trabajo en la industria cultural a nivel local. Con la aplicación de la ley, cambia de plano y se refleja en la pantalla. Para los escuchas de radio también hay posibilidad de nuevos sonidos, nuevos compositores y cantantes poco difundidos.

Florecimiento de los servicios de TV de baja potencia con nuevas estéticas, otras agendas; otra cercanía con los públicos. El ingreso de pymes y cooperativas a los servicios de cable con nuevas señales locales y el fortalecimiento de los medios públicos otorga otras miradas, otras voces: más democracia.

Algunos se han alzado y se seguirán alzando, contrarios al cambio. Un “progresismo” de viejo cuño que promovía la independencia tanto de los poderes económicos como de los gobiernos, hoy parece estar más preocupado por la sustentabilidad del sistema que por la efectividad de la libertad de expresión para todas y todos.

Sí, es posible, el negocio mediático tal como lo conocimos deberá transformarse para poderse mantener. Nos esperan nuevas estéticas, otras estructuras organizativas y quizá, para los prestadores comerciales, otro nivel de rentabilidad. Y también: más fuentes de trabajo, más voces, más identidades. Una cultura más plural, una comunicación más democrática.

* Docente de Políticas de Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales - UBA. Asesora de la Afsca.

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