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Lunes, 19 de mayo de 2008
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La vida sexual de Norman Mailer, puesta al desnudo por una de sus amantes

Las confesiones de Mrs. Mallory

Una actriz clase B, que tuvo relaciones clandestinas con el escritor hasta 1992, le vendió a la Universidad de Harvard siete cajas que contienen los registros de sus encuentros íntimos.

Por David Usborne *
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Norman Mailer, un autor que supo de escándalos.

No es ninguna novedad que Norman Mailer, el irascible novelista, periodista y guionista que murió en noviembre, era un hueso duro de roer. Dejó seis viudas, a una de las cuales –en un célebre episodio– hirió con un pequeño cuchillo (o quizá unas tijeras de cocina), y nueve hijos. Y ahora se sabe que durante nueve años, hasta 1992, tuvo sexo regularmente con una actriz clase B mientras estaba casado con su esposa número seis. Tampoco debería escandalizar, en esta cultura tan preocupada por las celebridades, que la mujer en cuestión, cuya historia de vida es también colorida e incluso inspiradora, guardara cuidadosamente registros de sus encuentros con Mailer, y que durante años tuviera en mente venderlos al mejor postor. Sobre todo porque incluyen detalladas descripciones de las excursiones carnales del dúo.

De cualquier manera, no queda otra que saludar a la mujer en cuestión, Carole Mallory, por no cerrar el trato con cualquiera: la mujer vendió los perversos papeles y una colección de cartas con consejos que le dejó Mailer, además de algunos pasajes escritos por ella, nada menos que a la Universidad de Harvard. Y aquí es donde puede comenzar el debate: ¿por qué una institución como Harvard sucumbiría a las ambiciones pecuniarias de Mrs. Mallory, por más persuasiva que pudiera ser ella? No es una novedad que haya sido celebrado en los diarios literarios de Estados Unidos: la mayor parte del círculo intelectual se enteró por las escandalosas columnas de la página 6 del The New York Post. La fuente fue, claro, la misma Mallory, de 66 años, hoy retirada del modelaje y de la carrera de Hollywood y viviendo en un pequeño pueblo de Pennsylvania, aunque tuvo un pequeño rol en The Stepford wives y alega que ha tenido infinidad de novios estrellas de cine. Ella se cuidó de entregar a los periodistas del Post los pasajes más jugosos de su portfolio Mailer.

Entre los papeles ahora en las manos de los estimados curadores de Harvard está lo que Mallory, que tenía 19 años menos que el dos veces ganador del Pulitzer, describió como una escena de sexo de veinte páginas, proveniente de unas memorias inéditas que ella escribió y tituló Making love with Norman. “Echan humo. Norman era un verdadero hombre, y sabía lo que hacía.” Hay mucho más. De hecho, Mallory, que llevaba adelante su relación con Mailer mientras estaba casada con Norris Church, se las arregló para juntar siete cajas de papeles, todas ellas ahora vendidas a Harvard. La universidad dice que tomó posesión del material el mes pasado, aunque no reveló lo que pagó. Ella tampoco –al menos hasta ahora–, aunque fue bastante clara con respecto a su motivación: “Sabía que era un material valioso, y quería tener más dinero”.

Aparentemente, las sesiones seguían una confortable rutina. “Teníamos una lección de escritura, hacíamos el amor e íbamos a comer, en el orden que fuera, y guardé todas las lecciones –revela ella–. Quería que me enseñara a ser escritora. El fue uno de los mayores escritores de América.” Cuán exitosas fueron esas lecciones es algo que se sabrá en breve, ya que el asunto incluye una novela inédita de Mallory editada por Mailer. When I fall in love, según explica ella, es sobre “un árabe con un parche en el ojo que tiene excelente visión, pero en realidad lo usa para ganar simpatías. Hay una larga escena que está basada en nuestra vida sexual. Norman me desafió a escribir una escena de 50 páginas... y perdió la apuesta”. Seguramente, encontró el mejor profesor posible, aunque cabe preguntarse si tuvo mucho o poco para enseñarle en el arte de hacer el amor si se tiene en cuenta la pequeña biografía que Mallory aparentemente escribió para el sitio whosdatedwho.com: “Durante mi activo alcoholismo tuve romances con varias estrellas”, dice, citando nombres como Warren Beatty, Sean Connery, Matt Dillon, Robert De Niro, Richard Gere, Rod Stewart, Robin Williams y Anthony Hopkins. Curiosamente, no menciona a Mailer.

Gigante indiscutido de las letras norteamericanas, a Mailer se le atribuye el nuevo género del periodismo novelado. Sus trabajos más famosos incluyen Los ejércitos de la noche, que describe la marcha antiguerra de 1968 sobre el Pentágono, y Los desnudos y los muertos, celebrada por George Orwell como el mejor libro escrito sobre la Segunda Guerra Mundial. Su segundo Pulitzer fue por La canción del verdugo en 1979, que contó la historia de Gary Gilmore, el primer ejecutado por la pena capital desde que ésta fue reinstalada por la Corte Suprema de Estados Unidos tres años antes.

Famoso por irritar a las feministas en los ’70 y por ocasionales erupciones de mal genio y violencia –como cuando acuchilló a su segunda esposa, Adele Morales, durante una fiesta en 1960–, Mailer nunca tuvo mayor escrúpulo en ofrecer escenas sexuales salvajemente descriptivas. Hoy, Mrs. Mallory aún recuerda los principios más importantes que Mailer imprimió en su prosa, que incluían mantener un diálogo punzante, mantenerse alejada de los adverbios y resistir el deseo de sermonear al lector. En cuanto al engañoso negocio de narrar el sexo, ¿es posible que Mallory termine teniendo más talento que él? Poco después de su muerte, Mailer fue acreedor del premio Peor sexo de ficción de la Literary Review, por su intento de describir momentos de caliente intimidad entre los padres de Hitler en su última novela, El castillo en el bosque. Los jurados quedaron claramente convencidos por cosas como “la descripción del miembro masculino como tan suave como una pila de excremento”.

Investigaciones más profundas revelan que Mrs. Mallory tiene efectivamente un libro a su nombre, publicado a fines de los ’80, cuando ella y Mailer estaban en plena relación. Las pocas y amables reseñas que recibió pueden haber sido producto de la influencia de Mailer: “Divertido y sucio”, proclamó Dominic Dunne. “Inteligente y sexy”, dijo Gloria Steinem. El mismo Mailer eligió “perverso y divertido”. Mrs. Mallory, mientras tanto, parece imperturbable sobre el hecho de que haya esperado hasta la muerte de su amante para poner los papeles en el mercado, sin respeto por su familia y por la viuda que aún vive. Está bien para ella, aun en las partes más desagradables. “Yo no creo en la vergüenza”, dice. Sólo queda la esperanza de que Mailer habría estado de acuerdo.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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