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Sábado, 19 de noviembre de 2005
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IRINA ESQUIVEL, DIRECTORA DEL GRUPO HECATOMBE

“El espectador no se lleva reflexiones sino sensaciones”

Exit, salí por la puerta que quieras fusiona acrobacia, baile, actuación y teatro negro. “El espectáculo es plástico, tiene que ver con la energía y con la imagen”, dice su creadora.

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Exit... se ve en el Cubo Cultural, los viernes a las 21.
Entre las tantas modas que atraviesan las distintas zonas de la cultura, la fusión es una de ellas. Luego de la comida fusión y la música fusión, la danza fusión viene ganando terreno... y público. “La nueva tendencia, que ahora está llegando a la Argentina, es fusionar”, cuenta Irina Esquivel, directora del grupo Hecatombe que estrenó ayer su nuevo espectáculo Exit, salí por la puerta que quieras en el Cubo Cultural (Zelaya 3053) –donde se presentará todos los viernes a las 21 hasta el 9 de diciembre–, que combina acrobacia, baile, actuación y teatro negro.
“Yo creo que ya está todo dicho y que uno, con todos los elementos que existen, puede ir mezclando y haciendo diferentes tortas”, explica la directora, en un paralelismo con el universo culinario. “Además –continúa– fusionar el teatro con la acrobacia y la danza da como resultado algo que es popular, a diferencia de la danza contemporánea que es muy difícil de comprender para el público masivo. Esa parte elitista de la danza es la que a mí no me interesa, porque lo que yo quiero es comunicar.”
Sin prejuicio alguno, Esquivel realiza un cóctel con su pasado. A los cinco años ya practicaba gimnasia deportiva, porque le “apasionaba esa cosa mágica de la acrobacia que es volar por el aire”. A los 16 empezó a estudiar en la Escuela de Danza Contemporánea de Margarita Bali y luego se formó en danza jazz, música y canto. “Exit... es el resultado de no haberme peleado nunca con ninguna de las disciplinas que estudié, al contrario”, explica la directora que trabaja en la línea del estadounidense Moses Pendleton (uno de los miembros fundadores del innovador grupo Pilobolus Dance Theatre y creador de la compañía Momix), pero también en las de los grupos argentinos De la Guarda y El Descueve.
–¿Considera que su trabajo está en continuidad con el de otros que ya han utilizado la fusión de disciplinas para crear un lenguaje propio?
Irina Esquivel: –Algunos integrantes de El Descueve, que trabajaron con De la Guarda, se formaron con los mismos profesores que yo, en la escuela de Margarita Bali. Eso quiere decir que, evidentemente, algo nos quedó de nuestra formación, que tiene que ver con el costado más teatral de la danza, con una expresión teatral que es más fuerte que la mera expresión corporal. Pero, por otra parte, mi trabajo tiene que ver con la gimnasta que yo fui y está influenciado por otras cosas que admiro como espectadora, como el Cirque du Soleil, al cual sigo desde hace mucho tiempo.
–¿Y cuál es la diferencia entre la danza acrobática y el circo?
–La diferencia entre mi lenguaje y el del circo es que el mío es más refinado, aunque en un buen circo, como el que mencioné, esto también sucede: los acróbatas bailan y actúan, son artistas muy completos.
–¿Fue difícil conseguir bailarines que supieran todas estas disciplinas para formar el grupo?
–Yo trabajo con algunos ex alumnos míos y con bailarines que se formaron con otros profesores, pero que vienen trabajando conmigo hace cuatro años y ya conocen el código. No es un lenguaje fácil: un actor no lo puede hacer, pero un bailarín o un acróbata tampoco. Conocer una de todas estas disciplinas no es suficiente, porque el bailarín no tiene la fuerza para treparse a un caño y un acróbata no tiene la plasticidad ni tampoco sabe moverse con la música. Por otro lado, el espectáculo tiene una estética muy expresionista, muy jugada, y para eso se necesitan actores.
A partir de un proceso de investigación que les llevó dos años, Esquivel y su grupo Hecatombe –que en 2002 presentó una obra con este mismo nombre– crearon Exit..., espectáculo compuesto por trece cuadros, “cada uno con una estética propia”, explica la directora. Capas, pelotas, estructuras metálicas y estribos de caballos utilizados como arneses son algunos de los elementos que inspiraron a la compañía a realizar un trabajo que no ofrece una única lectura, sino múltiples. “Trabajamos mucho con imágenes, con el impacto visual –acota Esquivel– y con efectos que crean una ilusión, como la que realiza el mago, por lo que parece que utilizáramos grandes tecnologías.”
–¿Entonces, no existe un hilo argumental?
–El espectáculo es básicamente plástico, tiene que ver con la energía y con la imagen. Si bien hay una historia, yo no estoy esperando que los espectadores reflexionen sobre ella, sino que creo que lo que se van a llevar son sensaciones. La historia que subyace, que no necesariamente el público tiene que entender, es la que me inspiró a hacer este recorrido. Es la de mi familia: después de 2001 dos de mis hermanas se fueron a vivir afuera y, con ello, se perdió algo de nuestras costumbres de familia italiana que se reúne a comer todos los domingos. El espectáculo canaliza todo esto por otro lado, ofreciendo metáforas sobre el poder, sobre los poderosos y las formas en que manipulan a los que estamos abajo. Finalmente, se puede encontrar un mensaje esperanzador, que tiene que ver con mantener los vínculos, con seguir estando comunicados a pesar de la distancia y con que se puede levantar la cabeza, que se puede pelear, que es lo que hacemos desde Hecatombe, nuestro grupo que ya lleva cuatro años.

Informe: Alina Mazzaferro.

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