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Sábado, 16 de agosto de 2008
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La primera orquesta de Troilo vuelve a sonar en el Festival Buenos Aires Tango

Un viaje en el tiempo con Pichuco

El director y pianista Andrés Linetzky reconstruyó las partituras sobre la base de las grabaciones. Esta noche, en el Teatro Avenida, una orquesta integrada por notables recreará ese repertorio.

Por Santiago Giordano
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“Es impresionante el sentimiento que transmite esa música”, subraya Linetzky.

El 1º de julio de 1937, diez días antes de cumplir 23 años, Aníbal Troilo debutaba con su orquesta en el cabaret Marabú. Ya había atravesado su período de formación con figuras fundamentales del tango –el Sexteto Vardaro-Pugliese, Ciriaco Ortiz y Julio De Caro, por ejemplo–, cuando junto al pianista Orlando Goñi, el violinista Reynaldo Nichele y la voz de Francisco Fiorentino, entre otros, encabezaba lo que sería una revolución de seda: una orquesta donde la rigidez de los roles instrumentales del modelo decariano se proyectaba en un sonido cuya vocación contrapuntística dejaba espacio para solos y para el intercambio de roles entre los instrumentos. Vigor rítmico, gusto por el contraste y expresividad en el fraseo fueron las cifras de una música tan apta para bailar como para sentir.

En 1938, con esa orquesta, Troilo grabó su primer disco. De un lado “Comme il faut”, de Eduardo Arolas; del otro, “Tinta Verde”, de Agustín Bardi. Sin embargo, acaso por las dificultades de fabricación impuestas por la guerra en Europa o por la escasa repercusión comercial de una manera que si bien mostraba su genealogía arrebataba el futuro, el sello Odeón no honró el contrato y Pichuco pudo volver a grabar recién en 1941, para el sello RCA. Entonces sí, las pistas estaban listas y los oídos curiosos consolidaban un éxito que abriría una corriente fecunda para el tango. Setenta años después, el Festival Buenos Aires Tango propone un viaje en el tiempo: volver a escuchar a la primera orquesta de Troilo. El pianista y director Andrés Linetzky fue el encargado de la reconstrucción de las partituras sobre la base de las grabaciones, y desde el piano estará al frente de una orquesta integrada por notables del tango actual: Fernando Suárez Paz, Miguel Angel Bertero, Carlos Sanguino y Pablo Agri (violines), Federico Pereyro, Lautaro Greco y Marcelo Nisiman (bandoneones), Horacio Cabarcos (contrabajo) y el cantor Guillermo Fernández. Se trata de una producción especial del festival, que se presentará hoy a las 21 en el Teatro Avenida, con José Colángelo y Ariel Ardit como invitados (todas las entradas ya fueron distribuidas en forma gratuita).

“Una vez le pregunté a Horacio Salgán cuáles eran las cinco cosas que más le gustaban del tango. El maestro me respondió que eran más de cinco, y que seguramente entre las primeras estaba la primera orquesta de Troilo”, recuerda Linetzky al comenzar la charla con PáginaI12. “Es que esa orquesta significó un quiebre: en el ’37 apareció D’Arienzo y a partir de ahí todas las orquesta fueron imitaciones. Troilo venía de ahí, pero su orquesta tenía elementos propios, solos instrumentales importantes, arreglos innovadores”, detalla. El trabajo de transcripción de los arreglos del disco al papel fue arduo y meticuloso. “Tenía que salir igual, y no parecido”, enfatiza Linetzky. “Lo que más me sorprendió fue la precisión que tenía esa orquesta. En aquella época se grababa en una toma, y lo increíble es que nadie se equivoca una nota. Tocan con un ajuste digno de las mejores orquestas sinfónicas del mundo.” Además de la precisión, Linetzky destaca la sensibilidad de la orquesta: “Es impresionante el sentimiento que transmite esa música. Es música muy viva, con continuos cambios de tonalidad mayor a menor y viceversa, del fuerte al piano, del tutti al solo, como quien va de un sentimiento al otro. La voz de Fiorentino es un instrumento más, no sale del pulso que imponía la orquesta, que acompañaba detrás. Así era también en los solos instrumentales”.

Junto a los temas inaugurales del ’38, el programa incluirá algunas de las numerosos registros del ’41, como “Yo soy el tango”, “Mano brava”, “Toda mi vida”, “Te aconsejo que me olvides”, “Una carta” y “Tabernero”. “No hay información precisa de los arregladores de estas versiones”, explica Linetzky. “En algunos temas me da la impresión de que metió mano Piazzolla (que participó como bandoneonista en las grabaciones del ’41) o tomó de ahí cosas que después serán muy comunes en su música. Posiblemente Troilo ya había puesto en acto el sistema que emplearía toda su vida, organizando él mismo el arreglo de palabra para que después otro lo realizara. Lo que es seguro es que en esta orquesta está el germen de lo que serán las otras orquestas de Troilo, que en esencia serán siempre la misma.”

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