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Miércoles, 3 de diciembre de 2008
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Homenaje argentino al escritor Carlos Fuentes

Apuntes para un narrador

En medio de las celebraciones por los 80 años del autor de Gringo viejo, el Malba proyectará hoy un notable documental realizado por Silvia Hopenhayn y Marcelo Iaccarino y producido por Canal Encuentro.

Por Silvina Friera
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Fuentes, un escritor universal que pintó a México como ninguno.

Aunque festejó sus ochenta años el pasado 11 de noviembre, Carlos Fuentes sigue celebrando el que será, sin duda, el cumpleaños más largo de su existencia. Hace casi un mes que empezaron los tributos, actos, conferencias y mesas redondas. El lunes participó de la presentación de la edición conmemorativa de La región más transparente, a cincuenta años de su publicación, en la Feria del Libro de Guadalajara, a la que asistió su amigo Gabriel García Márquez quien, fiel a su estilo, no dijo ni una sola palabra. El escritor mexicano también será homenajeado en la Argentina hoy a las 19 en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), donde se proyectará un notable documental sobre el autor, realizado por Silvia Hopenhayn y Marcelo Iaccarino y producido por Canal Encuentro, con testimonios de Fuentes, de Luisa Valenzuela y Martín Caparrós, entre otros.

La polifonía de voces, clases sociales, tradiciones y la modernidad de la ciudad de México, personaje principal de La región más transparente, no son ya aquéllas de 1958, cuando se publicó la novela, como tampoco Fuentes es más aquel joven que hoy, a sus ochenta años, fue calificado como un autor universal sin el cual México no se puede entender. “Escribí esta novela a partir de una energía que se tiene a los 25 años –recuerda Fuentes en el documental–. Me levantaba a las seis de la mañana para ir a la escuela de Derecho de la Universidad de México, salía de trabajar de la Secretaría de Relaciones a las 11 de la mañana, regresaba a casa para comer, y escribía La región... de 3 a 7. Después me iba de parranda.” Su compañero de parranda era el escritor Salvador Elizondo. “Mientras él miraba a las muchachas, yo apuntaba en una libretita. Estaba oyendo el lenguaje de la ciudad que no había sido registrado todavía en la novela –explica el escritor–. Estamos hablando de la ciudad viva más vieja de las Américas, una ciudad fundada en 1325. Una cosa que me encanta decirles a los americanos es que ‘nosotros tuvimos Edad Media, ustedes no’, en consecuencia no pueden entender al mundo tan bien como nosotros.”

Fuentes es consciente de que no se puede volver a escribir La región más transparente porque esa ciudad de México ya no existe. “La agarré en un momento en que iba a crecer de tal manera que ahora cuanto mucho un novelista puede decir ‘voy a escribir la novela de Coyoacán’, pero ya no la ciudad en su conjunto. Lo que fue posible para mí ya no es posible para otros”, plantea el escritor. “El título viene de Sófocles. Cuando habla del Atica, dice que era ‘la región más transparente’. Era un título irónico para una región que se volvía más y más turbia cada día, y en consecuencia más desafiante para el escritor, para entrar en los conflictos de la gran urbe.”

Valenzuela señala que el escritor mexicano es un hombre absolutamente memorioso como Borges, pero además hedonista. “Venía con un oído relativamente nuevo y al mismo tiempo muy ancestral, entonces pudo ir pescando las distintas voces de las clases humildes y de la clase media. La región más transparente es un concierto extraordinario de voces.” Entre imágenes que van reflejando cómo se fue transformando el DF, fotos del escritor, de la portada de sus libros, un fragmento de Los olvidados (1950), de Luis Buñuel, pinturas y murales, el documental reconstruye ese concierto de voces que anida en la narrativa del escritor mexicano, pero también construye “miradas” sobre los temas que atraviesan su obra. Para el filósofo Martín Hopenhayn, Fuentes es parte de la tradición estética posrevolucionaria mexicana. “Hay novelas de él que son grandes murales, como Los años con Laura Díaz.” Caparrós subraya que Fuentes tuvo la inteligencia de agarrar la Revolución Mexicana después de su existencia cronológica para ver “cómo esa revolución desbordaba y producía el siglo mexicano”. La escritora argentina sugiere que el autor mexicano ve la ambivalencia de las conductas humanas, las dicotomías, las separaciones. “El mundo indígena es un mundo absolutamente oriental de pensamiento unificado, y el pensamiento europeo, que le viene por herencia, es el pensamiento dicotómico. El siempre juega a dos bandas”, aclara Valenzuela. “Se sufre mucho ante la página en blanco, ¿ahora qué escribo?, ¿qué hago?, es muy angustioso –confiesa Fuentes–. Escribir es una aventura maravillosa; estás siempre al borde de lo inesperado. No hay rutina en la escritura, lo que hay es disciplina. Yo soy matutino, quiero saber que cumplí con mi deber al mediodía, tengo un elemento germánico y anglosajón del que no puedo deshacerme”, bromea el mexicano. “Crecí en Washington entre los 4 y 11 años y hablo español porque los veranos me iba a vivir con mis abuelas y me contaban historias que no me canso de explotar, y no las he contado todas. Yendo a la escuela en los Estados Unidos escuchaba constantemente el reproche hacia México, ese país violento, ese país revolucionario que nunca está en orden, y yo me preguntaba de qué me están hablando estos hombres que llegaron al oeste matando indios. Han sublimado su violencia hasta convertirla en un baile de Fred Astaire y Ginger Roger”, ironiza Fuentes. Tal vez la perla de este documental sea el momento en que el escritor mexicano, que no conoció en vida a Frida Kahlo, cuenta lo que sucedió en el entierro de la pintora mexicana. “La vi muerta nada más. Y sucedió una cosa extraordinaria y es que el cadáver fue introducido en un horno crematorio y se incorporó. Alguien dijo: ‘ay, no se ha muerto, ha regresado’. Las llamas pararon al cadáver; me pegué un susto extraordinario. Es curioso que a esa mujer la vi solo muerta.”

“Qué raro que es el boom –observa Caparrós–, porque son cinco o seis escritores que tenían poco que ver entre sí literariamente, pero consiguieron armar un núcleo aparentemente muy compacto, eficiente, funcional. Me da envidia cómo podían creerse esa cercanía o semejanzas que después sus textos desmienten. El boom es mucho más una alianza político-ideológica que literaria.” Valenzuela define a Fuentes como el hombre de la incorporación. “El mira el mundo dos veces simultáneamente con la mirada lógica, racional, y la mirada lateral de los sueños, de los mundos de la sombra, de las figuras que se escurren en la oscuridad.” Fuentes opina que la posibilidad de renovar la tradición es infinita. “Es importante saber que aún no nació el próximo lector de Cervantes. La magia de la literatura y del arte es que no progresa sino que se renueva.”

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