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Domingo, 7 de diciembre de 2008
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ESTELA DE CARLOTTO Y EL EMMY PARA TELEVISION POR LA IDENTIDAD

“Se logró romper un cerco”

Por Emanuel Respighi
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“No hay mayor premio que encontrar a nuevos nietos”, subraya Carlotto. Este año encontraron a siete.

Al abrir las puertas de su oficina de la sede central de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto recibe a Página/12 con una visible muestra de satisfacción en el rostro. No es para menos: con siete chicos recuperados hasta el momento, 2008 es el año en el que la asociación que preside más nietos recuperó a lo largo de sus tres décadas de lucha inquebrantable. Es el momento más fértil para estas abuelas que han dejado huella profunda en la historia social y política argentina. Al menos así lo siente y lo expresa su presidenta. “Nosotros sentimos que estamos viviendo un momento histórico. Tenemos que apurarnos porque las Abuelas ya no somos niñas, los chicos despojados de su identidad van creciendo, desde el Estado se nos apoya, los medios son cada vez más generosos con nuestra lucha y la sociedad en su conjunto comienza a tomar conciencia de que los desaparecidos no son de unos pocos, sino de todos”, analiza Carlotto.

Buena parte de este reconocimiento obedece a las innumerables iniciativas artísticas que las Abuelas pusieron en marcha y que lograron que el año pasado Telefé produjera Televisión por la identidad, un ciclo homenaje que caló hondo en la sociedad.

Aunque hace meses que no está al aire, desde hace unos días Televisión por la identidad está en la boca de todos, luego de adjudicarse un Emmy Internacional como mejor miniserie. No es para menos: ése fue el primer Emmy que recibe la TV argentina (y la latinoamericana) en su historia. Y justamente lo obtuvo un ciclo que, a partir de ficcionar casos reales, expuso masivamente el brutal accionar de la dictadura militar en la apropiación de chicos. Sin embargo, Carlotto tiene claro que el mayor premio del ciclo de tres emisiones fue otro. “No hay mayor premio que encontrar a nuevos nietos: eso es lo único que nos desvela”, subraya. Página/12 dialogó con la presidenta de la asociación con el fin analizar el preponderante rol de las iniciativas artísticas por la identidad, en especial las referidas a la TV, hoy la principal herramienta de difusión de Abuelas. Y la manera más directa de llegar a los 400 nietos que desconocen su identidad y aún resta recuperar.

“Tenemos otras maneras de difusión, como publicaciones, libros y mensuarios, pero que apuntan a gente interesada en la temática –cuenta Carlotto–. Pero para lo masivo, el arte es la forma más fantástica de difundir la lucha. TV por la identidad fue una contribución fantástica desde un ámbito de difusión como la tele. Millones de personas a través de la pantalla chica lograron entender, por la claridad de conceptos y por la respetuosa forma de trabajar los casos, lo que fue el despojo de criaturas durante la dictadura militar. La TV le dio a la problemática de la última dictadura una masividad impensada para activar la memoria y saldar las heridas del pasado”, reconoce.

La TV como lugar de encuentro

–¿Cuánto cree que aportaron ciclos televisivos como TV por la identidad y Montecristo a la búsqueda de nietos desaparecidos?

–Las Abuelas aceptamos contribuir y ofrecimos todo nuestro apoyo a Telefé con TV por la identidad por el antecedente magnífico de Montecristo, una telenovela que tuvo un rating bárbaro, con un contenido no escandaloso que, en el medio de la trama de ficción de amor y odio, incluyó el tema de las consecuencias de la dictadura militar, con sus responsables y sus cómplices civiles. Lo interesante fue que al ser televisivamente atractiva, entró en la mentalidad de muchísima gente que no sabía lo que había ocurrido, o descreía, o no se sensibilizaba con el tema porque pensaba que a ellos no les había tocado. La emoción fue total, la garantía de lo que iba a venir también. De todas maneras, uno siempre piensa que esto es medido también en términos políticos, sociales y situacionales. En el momento en que se estrenó TV por la identidad, la respuesta en Abuelas fue fantástica. Recibimos cientos de llamados y de visitas de jóvenes con dudas sobre su identidad, pidiendo informaciones y asesoramiento. Fue una romería de posibilidades. Tanto es así que cuando festejamos el Emmy Internacional que recibió Televisión por la identidad dije que este año encontramos a siete chicos. Y no me cabe la menor duda de que el apoyo televisivo de estas dos producciones sirvió para esos encuentros.

–¿Ustedes creen que, lejos de ser casualidad, la recuperación de la identidad de estos siete chicos obedece al arribo a la pantalla chica y a la ficción de la dictadura y sus consecuencias sociales?

–No tenemos dudas de que Montecristo y TV por la identidad colaboraron fuertemente a encontrar a estos siete chicos. Es el número mayor de chicos encontrados en un año en los 31 años de historia de Abuelas. Fueron dos propuestas que lograron instalar el tema de la dictadura militar y su accionar en la mesa de todos los hogares argentinos. Durante la emisión de TV por la identidad, que fueron tres especiales que luego se repitieron, fue impresionante la cantidad de mails que nos llegaron contándonos cómo a partir de esos programas sus hijos preguntaban qué era lo que había ocurrido, dónde, a quiénes.

–¿Sin la apertura de la pantalla televisiva como medio difusor usted considera que el accionar de la dictadura seguiría silenciado en la sociedad?

–Es que en la calle, en la vereda, en la verdulería, en la oficina, no se hablaba del tema masivamente hasta la emisión de estos dos ciclos. La dictadura no era un tema cotidiano. Ahora lo es. Antes, era una temática que nos interesaba a unos pocos. Por la crueldad del accionar, era más fácil para los padres o el mundo adulto silenciarlo que tener que explicarlo. La TV ayudó a poner sobre la mesa lo que pasó y la lucha de abuelas que buscan a sus nietos. Recuerdo que recibí un correo de una madre que contaba que luego de ver un episodio de TV por la identidad, su hijo le dijo: “Mamá, ¡que alegría que yo tengo a mi abuela! La voy a llamar para saludarla y decirle que ayude a estas señoras a encontrar a sus nietos”. El asunto tomó carne en los televidentes de diferentes generaciones. Y eso se palpa en la calle. Nosotros, que somos termómetros de muchas situaciones sociales, donde vemos el respeto, la simpatía y la admiración por estas abuelas, hoy todas esas muestras de cariño están mucho más fuertes que antes y se han generalizado.

–¿Recién ahora sienten un apoyo social?

–Cada vez son menos los que nos miran de reojo, que dudan sobre lo que pasó, que siguen creyendo en esa fantasía estúpida que la prensa de la dictadura desplegó en la sociedad. Estos ciclos, como otros que se han dado en otros canales en épocas anteriores, rompieron un cerco y han servido de disparador de toma de conciencia sobre la dictadura.

–No deja de resultar paradójico que un medio tantas veces criticado como la TV, en la época más mercantilista de su historia, haya sido uno de los que más contribuyeron a que muchos nietos recuperan su identidad.

–La TV, en todo el mundo, se ha vuelto chabacana; se ofende y se subestima al público con el solo fin de tener más audiencia. Pero también hay buenos canales, como Encuentro. Y hay otros canales que tienen equipos o programas que se destacan por la seriedad y el prestigio. La TV es una herramienta tan peligrosa como maravillosa. Depende de cómo se la utilice. Ojalá TV por la identidad y Montecristo, o inclusive Vidas robadas, con la trata de personas, hayan servido para que los programadores y productores se den cuenta de que es posible brindar contenidos formadores o sociales con altas audiencias. Cuando se quiere, se hace.

–¿Cómo y cuando nació la idea de llegar a la sociedad a través de iniciativas artísticas?

–Cuando nos dimos cuenta de que nuestros nietos ya tenían edad para empezar a entender, nosotros empezamos a difundir nuestra lucha desde el arte y la cultura. Ya no dependimos de que algún medio nos convocara para alguna charla en forma esporádica, sino que nosotros comenzamos a tomar la iniciativa con actividades culturales que perdurasen en el tiempo. Siempre supimos que el vehículo para hablarles directamente a nuestros nietos despojados era el arte.

Otros ámbitos, la misma lucha

–¿Por qué cree que el tema de la dictadura no forma parte de los planes de estudio escolares?

–No es por falta de tiempo, sino que directamente no está incluido. En los libros de historia que suelen usarse para dar historia argentina contemporánea, no existe mención a la dictadura. Recién ahora hay un concepto claro de la incorporación de toda la historia completa. Incluso, en los libros de historia vigentes de la escuela primaria el bombardeo a la Plaza de Mayo en 1955 no existe. Hay un vacío en los libros de historia, producto de años de dictaduras e ideologías puestas en los textos y planes de estudio. Eso es lo que hay que incorporar.

–¿Y es ésa una segunda etapa de difusión que intentarán instituir desde Abuelas?

–La dictadura y sus consecuencias deben ser objeto de estudio en las escuelas, porque lamentablemente los golpes militares también conformaron la identidad nacional. Hay que hacer un revisionismo histórico muy fuerte.

Ahora, con 25 años de democracia ininterrumpida, no hay ningún impedimento. En la etapa más larga democrático-constitucional de la historia hay que rever contenidos escolares como nunca se hizo. Hicimos convenios con el ministerio para trabajar en las aulas el tema del derecho a la identidad y la dictadura, con cartillas didácticas y videos.

–Pero por fuera de los planes de estudios...

–Claro. Lo que queremos es que se incorpore formalmente la historia de la dictadura en la currícula. No como una simple efeméride del 24 de marzo. Hay que llegar al fondo de la cuestión porque no se trata de un hecho menor. Hay que seguir analizando por qué pasó lo que pasó, quiénes fueron los responsables, quiénes las víctimas, cómo está la situación hoy, qué es lo que falta todavía. Hay mucha gente que piensa que hay que dejar de mirar para atrás y proyectarse hacia el futuro. Pero nosotros encontramos a 95 chicos y aún restan alrededor de 400. ¿Hay que dejar a esos chicos sin su identidad y hacer como que no existen? Nosotras vamos a dejar la vida en esta lucha, pero vamos a dejar el relevo para que se sigan produciendo encuentros y se siga hablando del tema. Yo podré no encontrar a mi nieto, pero ojalá mi nietito pueda conocer a sus tíos y a sus primos, por lo menos, que pueda saber quién es.

–Incluso, hasta se puede pensar que el hecho de que cada nieto conozca su historia trasciende el derecho individual para formar parte de una necesidad social.

–Siempre pongo el ejemplo de Madelaine, la chiquita que desapareció en Portugal y la busca el mundo entero. Y en la Argentina tenemos 400 Madelaines, y muchas otras, y no ocupan la misma atención que aquella nena. ¿Cómo vamos a olvidar su existencia? Cuando doy charlas en otros países siempre aclaro que lo que ocurrió en la Argentina afecta a la humanidad. Pasó en un país rico, culto y extensísimo, donde 40 años atrás nadie pensaba que íbamos a vivir esta historia. Hay que trabajar por los jóvenes, para que no pasen por lo que muchos otros padecieron.

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