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Miércoles, 11 de febrero de 2009
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Peter Murphy, ante su debut en el teatro Gran Rex

“La búsqueda nos mantiene vivos”

El ex cantante de Bauhaus ofrecerá un show en el que balancea su material solista con las canciones que todos quieren al fin escuchar en vivo. “No sé qué tan influyentes fuimos, porque hacia nosotros siempre hubo un respeto silencioso”, dice.

Por Luis Paz
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“Creo que el show es muy bueno y cumple las expectativas de la audiencia que jamás pudo ver a Bauhaus en vivo.”

Walas fue el primero en vaticinarlo. En “Vienen zombies”, canción de El Mamut, el cantante de Massacre habla de un señor que se escapa y es perseguido durante veinte años. En verdad, a Peter Murphy se lo persiguió un par de años más con que rearmara su histórica banda y treinta años con que visitara Argentina. Pero el zombie viene, al fin, para dar su primer concierto en Buenos Aires, reprogramado para hoy en el teatro Gran Rex. Los afiches y las gacetillas de prensa habían despabilado a los ocurrentes: “¿Murphy cantando temas de Bauhaus en pleno verano?”. Que su música –oscura, densa– pudiera sonar a 35 grados y con un 80 por ciento de humedad parecía (y parece) insólito. Pero será una buena posibilidad de probar el material solista de este talento internacional a prueba de balas y lo más reciente de Bauhaus, treinta años más tarde y veinte después del mejor momento del Murphy solista.

A primera escucha, sigue siendo ese crooner vampírico que dictó la muerte de Bela Lugosi en su primer single (¡de nueve minutos!) y que a través de cuatro discos con Bauhaus contagió de oscuridad poética a Trent Reznor, Marilyn Manson, Richard Coleman y Palo Pandolfo. Los dialectos, la voz de brujo vudú, los versos bíblicos y el fraseo a mitad de camino entre el glam más pop y el dark más gótico siguen estando hoy, atravesados por la mucha o poca furia punk que le puede quedar a un músico entrado en los cincuenta y con tres décadas en el show bizz.

Lo más reciente del cantante de los pómulos urgentes y las ojeras alla Syd Barrett con sus viejos compañeros –Daniel Ash, David J. y Kevin Askins– fue su reunión en 2006 para tocar en el Coachella y registrar Go Away White, que no aportó demasiado a la historia del grupo, pero que con solidez completó el círculo recurrente por el cual las bandas se releen. Ese Bauhaus logró sonar a los Clash en “Too Much 21st Century” y a Joy Division en “Adrenalin”. Murphy parecía Bowie en “Undone”, era un médium sobre un trip hop eclesiástico en “Saved” y titulaba como Glenn Danzig (Misfits) en “Endless Summer of The Damned”. Es decir: releyeron a todos los que los releyeron a ellos primero. El zombie viene, maduro y en buen estado, pero viene solo.

“Debimos posponer el recital en Argentina un mes porque mi promotor en México debió dar de baja algunos shows de la gira latinoamericana. No estoy feliz con la decisión por la confusión que causó con la audiencia, pero espero que finalmente el show valga la espera”, dice él, y con bastante diplomacia se desprende de la primera pregunta. La segunda pudo haber sido la consulta sobre lo que tomó la noche anterior para dormir tal siesta y dejar que la entrevista se retrasara tres horas. Pero para alimentar el mito, mejor hablar de música que de farmacopea.

–Cuando se supo que tocaría en Buenos Aires, a varios les resultó curioso el hecho de que canciones tan oscuras sonarían en verano...

–Puede parecer extraño, pero la música es una sola y, si es buena, la podés disfrutar en cualquier época. Tocar con esas temperaturas será un matiz más para el show, que creo que es muy bueno y cumple las expectativas de la audiencia que jamás pudo ver a Bauhaus en vivo. Mis letras pueden ser oscuras, crípticas, pero no son frías, en absoluto.

–Cuando era joven solía pasarse horas cantando en vísperas de Navidad. ¿Pudo hacerlo en las festividades pasadas?

–Pasó algo realmente extraño: llevé a mi familia a un club, donde cantamos canciones de gospel, pero cuando fuimos a una capilla hermosa a medianoche estaba cerrada. Fuimos a cinco y todas estaban cerradas. Golpeé la puerta para hablar con el cura y preguntar qué sucedía, pero nadie salió. Es increíble que las iglesias estén cerradas en Navidad.

–¿Buscaba lograr el beneplácito celestial para su gira?

–Ja ja. No, en realidad creo que lo tenemos. Aunque la música tiene una carga divina, el apoyo más lindo es el de la gente y los colegas.

–Pasaron 25 años desde Burning from The Inside. ¿Qué tenía Bauhaus como banda para ofrecerles a los nuevos y viejos seguidores en un nuevo álbum?

–Talento internacional a prueba de balas del siglo XX para los grandes. Y un sonido más moderno, del siglo XXI, para los jóvenes.

Murphy cuenta, con tartamudeos cuando aparece una palabra comenzada en T, que no encuentra en bandas nuevas la música que está buscando, la que espera de alguien de los 2000. Explica que sí, que “Zikir” (el precioso cierre del disco, donde deshoja margaritas sobre el mantra “loves me, loves me not”) tiene influencia turca porque la música folk de la zona viene pegando en su playlist. Pero avisa que no tiene la dependencia de saber qué sucede en la música para hacerla. “La hago porque creo que mi aporte será algo nuevo y fresco”, concluye. ¿Y qué hay acerca del legado de Bauhaus en las nuevas generaciones? “No sé qué tan influyentes fuimos, porque hacia nosotros siempre hubo un respeto silencioso, que apareció en trabajos de muchos artistas de manera algo oculta, pero que se sobreentiende que ahí estuvo Bauhaus.”

Sobre su primera vez en Argentina, asegura que será “asombrosa” y que, además de los consabidos temas recordados de Bauhaus –llamarlos hits o éxitos sería una falacia–, tiene mucho material solista para mostrar. “Busco un balance porque sé que mucha gente nunca vio a la banda en vivo o no la conocía en su época, pero también tengo varias cosas como Peter Murphy que quiero mostrarles, para ir preparándome también para un tour mundial solista que comenzará en poco tiempo.”

–Después de treinta años luchando contra fantasmas propios y ajenos, ¿qué lo mantiene en la producción artística? ¿Por qué seguir en esto?

–La maravilla brillante que es la creación de algo nuevo, de marcar tendencias en lo que es la música. La búsqueda, el movimiento, es lo que nos mantiene vivos. Y hacer canciones es una búsqueda muy riesgosa, pero que no tiene fin, porque tu vida es una creación constante.

–Al fin de cuentas, ¿qué es Peter Murphy?, ¿un vampiro, un cantante, el padrino gótico del dark, un poeta, un esteta renacentista?

–Creo que soy un animal performático. Y ahora lo podrán comprobar.

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