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La nota de Silvina Friera de ayer, titulada “Tierra caliente, literatura valiente” me honra con exceso. Todo lo que expresa en esa nota el subsecretario de Cultura de mi provincia, Francisco Romero –un funcionario que se viene destacando por su accionar incesante y su irrefrenable ímpetu emprendedor– impone mi agradecimiento. Pero también motiva una reflexión sobre lo que es hacer cultura en una provincia marginal.
Esta feria regional que el subsecretario Romero auspicia y promueve es, sin ninguna duda, un esfuerzo extraordinario que merece el éxito que seguramente tendrá. A mí me parece importante que el Estado (nacional, provincial o municipal) brinde estos apoyos. Este es el Estado que la mayoría de los intelectuales queremos ver en acción, y sin dudas Romero lo interpreta a cabalidad. Para ello cuenta, además, con una Ley Provincial de Cultura que es única en su género; que la Legislatura chaqueña aprobó hace pocos meses por unanimidad (lo cual hay que subrayar) y a la que obviamente la Fundación que presido apoyó sin condiciones. No obstante, debo aclarar que no voy a estar en esta feria ni estoy “a la cabeza” de nada.
En primer lugar porque escribo esta breve nota desde los Estados Unidos, donde he estado trabajando temporalmente en la Universidad de Virginia. Regresaré al Chaco el último día de esta feria y no sé si podré llegar a tiempo para acompañarlos amistosamente en el acto de clausura. Y en segundo lugar porque en nuestra Fundación –que ha cimentado su prestigio por bastante más de una década de resistencia cultural y de trabajo, en términos académicos y sociales, desarrollando una Pedagogía de la Lectura que hoy es seguida en todo el país e incluso en el extranjero– vemos a esta feria regional como un fruto más de esa labor. Por eso celebramos estos emprendimientos y los apoyamos en cuanto está a nuestro alcance, pero no como organizadores ni “a la cabeza” ya que somos una institución sin fines de lucro que ha decidido hace ya mucho tiempo no protagonizar eventos comerciales.
Desde hace 14 años realizamos en Resistencia el Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, un acontecimiento literario e intelectual que sin dudas ha señalado el camino a muchos y muchas que, como el profesor Romero y los amigos de la Librería de La Paz que emprenden esta feria de libros chaqueña y regional, están afortunadamente profundizando.
Esta feria local es un extraordinario esfuerzo, emprendido hace años por un empresario como quisiéramos que hubiera muchos en el país, el librero y mi amigo personal Rubén Bisceglia, quien hace años y precisamente en el exterior de nuestros primeros foros colocaba modestas mesas de libros. Su trabajo incesante es tan encomiable como la labor de Romero, un funcionario de notable actividad y talento para la gestión cultural, lo que sin dudas lo convierte en un hombre de ancho futuro.
Por lo que a nosotros respecta, además, agradecemos públicamente el pequeño espacio sin cargo que la feria ha cedido a nuestra Fundación, el que será protagonizado todas las tardes por uno de nuestros grupos de Abuelas Cuentacuentos, que desde hace casi diez años fomentan la lectura con amor, gratuidad y extrema generosidad.
Quienes en el Chaco venimos encabezando la resistencia cultural desde hace casi veinte años, miramos estos eventos con genuino orgullo, en tanto son, de algún modo, frutos de nuestro accionar, y un fruto de los mejores.
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