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Martes, 10 de marzo de 2009
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El misterio detrás del autor de Watchmen - Los vigilantes

Moore, archienemigo del cine

La película marcha bien en la taquilla y no le faltan fanáticos, pero Alan Moore no quiere saber nada con ella, al punto de retirar su nombre del proyecto y renunciar al dinero. Su estilo de vida reclusivo despierta miles de leyendas.

Por Andrew Johnson *
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El autor desprecia todas las adaptaciones de su obra.

Mirando su foto, no es difícil aceptar que Alan Moore es un mago negro –en parte sordo, en parte ciego–, que conjura mundos de violencia distópica, vigilancia extrema y totalitarismo. Es también el genio creativo y perturbador detrás de Watchmen - Los vigilantes, el más reciente blockbuster de Hollywood. Su singular talento como autor reside en su habilidad para visualizar nuevos y sorprendentes mundos. Algunos son diferentes de un modo que disturba, como el que atestigua su recreación de los personajes infantiles de Peter Pan, El mago de Oz y Alicia en el País de las Maravillas (Wendy, Dorothy y Alicia), encontrándose para explorar su sexualidad en una fantasía pornográfica.

Y está el mundo de Watchmen, un caldo de paranoia y miedo condimentado con superhéroes psicóticos, sirenas homicidas y un corrupto presidente Nixon que disfruta de su quinto mandato durante los ’80. Finalmente, la “imposible de filmar” Watchmen llegó a los cines, dirigida por Zack Snyder, tras veinte años de intentos abortados y disputas legales. Pero aunque la película despertó el apetito de millones de personas, el creador de la novela gráfica –publicada en 1987– que engendró el film sigue siendo un misterio. Moore, de 55 años, le dio la espalda... como a todas las películas basadas en su obra: V de Vendetta, en la que los anarquistas luchan contra un Estado al estilo Gran Hermano; Desde el infierno, que revisita los asesinatos de Jack el Destripador; y La liga extraordinaria, que unía a héroes supernaturales de la era victoriana como el Hombre Invisible.

Sin dudas, su visión post-apocalíptica proviene de sus años formativos, en los que se le hizo casi imposible conseguir empleo durante los deprimidos ’70 y comienzos de los ’80: fue expulsado de la escuela, sin calificaciones, por vender LSD. Moore se decepcionó rápidamente con el mundo del trabajo, y los primeros años de Thatcher le inspiraron V de Vendetta. “Tenía que hacer trabajos horribles, como esquilar ovejas”, dijo Paul Gravett, que montó una exhibición del trabajo de Moore en el ICA londinense en 2006. “Era sordo de un oído y ciego de un ojo”, agregó. Y Moore no tenía mucho tiempo para las normas sociales y de cortesía. Con su primera esposa tuvo dos hijos, pero vivió en poligámico amor con una amiga, hasta que ésta y su esposa lo dejaron para armar su propio hogar. Ahora está casado con la artista de comics Melinda Gebbie, que colaboró con él en Lost Girls, el controvertido y sexualmente cargado trabajo sobre Wendy, Dorothy y Alicia.

A pesar de su éxito como escritor, Moore evita el dinero y la luz pública que las adaptaciones de su trabajo en Hollywood le podrían deparar. Vive en una casa de tres dormitorios en Northampton, donde residió toda su vida, y rara vez sale de allí. Es algo así como una celebridad local. Pero mientras su colaborador Dave Gibbons, que ilustró Watchmen, es feliz de promover la película y llevarse la parte del león de las regalías, Moore hizo remover su nombre de los créditos y no permite que se utilicen imágenes de su novela en los artículos sobre el film. Es que el escritor ve a Hollywood como un voraz destructor de ideas, y ha dicho más de una vez que la industria cinematográfica “amedrenta” al público y que “le da de comer con cuchara en la boca”.

Moore, que se describe a sí mismo como un anarquista, está también profundamente inmerso en el ocultismo. Pertenece a un grupo llamado The Moon and Serpent Grand Egyptian Theatre of Marvels, que ejecuta “trabajos ocultistas” con prosa, poesía y música. Se dice que adora a un dios romano con forma de serpiente llamado Glycon y que incluso tiene un templo dedicado a él en su casa. Actualmente trabaja en un “Grimoire” o libro de mano de magia negra, llamado The Moon and Serpent Bumper Book of Magic. “Es un libro serio sobre magia”, señaló Gravett. “Y está escribiendo su segunda novela no-gráfica, que transcurre en Northampton.” Es un largo camino desde su primera tira cómica en un periódico local, de donde se fue a la revista de música Sounds y luego a 2000 AD, la revolucionaria revista inglesa en la que conoció a Gibbons. Las escasas personas que lo conocen bien lo describen como una persona modesta, con los pies sobre la tierra. Pero insisten en que lo que lo mueve es un profundo sentido de sus principios. “No tomó absolutamente ningún dinero de las películas”, dice Gravett, y agrega: “Alan no elude a los medios, simplemente se atiene a su agenda”. Josh Palmano, encargado de la comiquería londinense Gosh!, añade: “Es un excéntrico genuino. Pasa un montón de tiempo investigando... es muy carismático, jamás lo vi de mal humor”.

Moore no puede impedirles a los estudios que hagan películas de su viejo material, ya que los derechos pertenecen a DC Comics. Pero ha intentado otros extremos con bastante éxito, como cuando impidió que se filmara una secuela de La liga extraordinaria. El autor no hace nada por ocultar el desdén que le provocan las películas: “Me encontré con Terry Gilliam y me preguntó: ‘¿Cómo harías una película de Watchmen?’. Y le dije: ‘No la haría’. Creo que terminó coincidiendo conmigo en que sería mejor que no se hiciera nunca”. En septiembre de 2008, cuando existía el fundado temor de que una disputa entre Fox y Warner Bros. por los derechos haría que Watchmen quedara archivada, dijo a Los Angeles Times: “¿Saldrá alguna vez la película? Ahora están estos problemas legales, que encuentro maravillosamente irónicos. Quizás esté maldita desde lejos, desde Inglaterra. Y puedo asegurarle que también estaré escupiendo veneno por todas partes en los meses que vendrán”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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