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Sábado, 2 de mayo de 2009
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Sergio Aschero y su libro digital Wichí Tenkai

“Es hermoso apostar por un cambio”

El musicólogo, junto a Marta Karp y parte del coro Sacham, de la etnia wichí, presentarán hoy un relato interactivo que muestra los basamentos de la “Numerofonía”, una nueva escritura que reemplaza los viejos símbolos por formas geométricas, colores y números.

Por C. V.
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Códigos y lenguajes renovados para una cultura milenaria.

Resulta que Sergio Aschero es un osado. Hace 40 años que lo es. Ha dedicado su vida, biológica y musicológica, a intentar formas de comunicación musical alternativas a la tradicional: al viejo pentagrama. En 1965 –tenía 20 años–, el Fondo Nacional de las Artes lo becó para realizar un relevamiento en la materia con los indios chauancos de Salta y el detalle no se le pasó por alto. Y recuerda: “Llegué con toda mi supuesta sabiduría adquirida en el sistema de educación formal y me encontré con una música natural, que no estaba basada en la afinación de un piano”. Aschero, vale el ejemplo, intentó traspasar ese material a un papel pentagramado y se encontró con un galimatías negro, lleno de indicaciones accesorias: un despelote, para ser concretos. “Desde ahí, mi fin fue detectar dónde se producía el problema en la escritura musical tradicional.” Pasó el tiempo y, sin zigzaguear su prolífica labor como compositor de música para teatro, danza y cine, llegó a una síntesis: inventó un nuevo sistema y lo llamó Numerofonía. Básicamente, una nueva escritura que reemplaza los viejos símbolos por formas geométricas, colores y números. “Te permite representar simbólicamente cualquier tipo de sonido, desde los naturales hasta los artificiales, creados por cualquier cultura”, redondea.

El resultado podrá verse hoy, a las 19.30, en el marco de la Feria Internacional del Libro –sala Juana Manuela Gorriti– cuando el barbudo musicólogo, junto a su mujer Marta Karp y parte del coro Sacham –de la etnia wichí– presenten el libro digital Wichí Tenkai, precisamente un relato audiovisual e interactivo que muestra los basamentos de esta experiencia musical a través de cantos del coro. “El cancionero es el primero en lengua wichí porque, se sabe, ellos han perdido su tradición bajo la evangelización anglicana. Es un territorio donde no existe el ayer. Cuando llegamos con mi mujer para empezar a trabajar, vimos que no existía otra tradición que no fuera la de cantos religiosos en inglés... Fíjese que el máximo referente religioso de esta gente es la reina Isabel de Inglaterra. Una locura total”, se ríe Aschero. Seis años fueron los que la pareja, en tanto coordinadora de los talleres de formación musical, invirtieron para viajar a El Potrerillo, Formosa –30 horas desde su casa de Avellaneda– para aceitar la relación con la gente del paraje, unos 2 mil indios wichí. “Nos encontramos con personas que al principio parecían un muro, pero lentamente fueron cambiando de actitud. Entendieron que la idea era sólo llevarles una herramienta para que ellos se reencuentren con lo que son. De cada viaje volvíamos más llenos de lo que íbamos. Ellos son naturalmente unos excelentes músicos”, dice.

La prueba material está en Thaw’et: t’hiphayajai wet lachoslis (Cantos y sonidos de nuestro lugar), el cancionero del coro Sacham que, ordenado por el sistema de numerofonía de Aschero, escapa a la pesada –y aburrida– mochila anglicana. “Al trabajar sobre un sistema que tiene que ver con la geometría, la óptica y la matemática, un poder ver la naturaleza, y ellos son naturaleza. Se produce una conexión muy potente, que permite hacer música combinando objetos de la naturaleza. Hay algo maravilloso, como un plus que tiene que ver con el concepto mágico que ellos manejan”, insiste el músico. Otro de los objetivos es pedagógico: los responsables de Wichí Tenkai aspiran a que el material sea utilizado por docentes de Formosa y otras provincias con fuerte población indígena, que trabajan en la modalidad de Educación Intercultural Bilingüe (EIB), y contribuir a que los pueblos originarios puedan crear repertorios musicales propios. “La riqueza cultural, en el caso de los wichí, es importante. Pero, al tener una cultura ágrafa durante siglos, no ha podido reflejarse en la expresión escrita. Es un poco nuestro aporte”, sostiene Aschero.

–Qué osadía ésta de reemplazar el sistema de notación...

–Y... por supuesto que los conservadores siempre van a ver en esto algo medio demoníaco (risas), pero vale la pena el cambio. Es hermoso poder apostar por un cambio que no toca lo que no se debe tocar; porque Bach, si suena como Bach, es Bach. La diferencia es que con este sistema es mucho más accesible que un Bach escrito con sistema de notación. El camino es distinto, sobre todo porque los lenguajes y los códigos envejecen. Siempre digo que escribir una clave de sol en este siglo es como escribir una “g” con letra gótica... El sistema de notación tuvo su sentido en su momento, pero hoy ha quedado envejecido por la evolución de la propia música.

El musicólogo basa su prédica en que sólo un 5 por ciento de la humanidad lee música y que el resto, incluso renombrados músicos populares, son incapaces de hacerlo. “Esto es una especie de absurdo, ¿no? A nadie se le ocurre pensar en un escritor incapaz de escribir su poesía, o su novela.” Y se autolegitima en la certificación de su creación que reconocieron los ministerios de Educación de España e Italia. “Ojo, yo creo que el sistema de notación es un gran sistema que se apoya en la creatividad de grandes figuras que todos conocemos, pero ha quedado un poco obsoleto en cuanto a su capacidad de resolver problemas sonoros de máxima dificultad. Me pregunté por qué el sistema era válido para algunas culturas y para otras no, y lo único que hice fue tratar de encontrarle una solución al problema.”

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