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Martes, 18 de agosto de 2009
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Opinión

Macri, lo micro y lo macro

Por Eduardo Fabregat

“Fue un allanamiento sin orden previa, tiraron la puerta abajo y tuvimos que sacar todo lo que teníamos.” En una nota de Carlos Rodríguez publicada por este diario el domingo, Cristina Zitarrosa –apellido ilustre de la cultura rioplatense, hermana de Alfredo– contó el modo en que los muchachos de Javier Ibáñez, director general de Administración de Bienes del gobierno porteño, desalojaron por la fuerza a la Asociación Civil Encuentro Uruguayo-Argentino, conocida como Casa Zitarrosa. En cierto modo no sorprende: el Flaco de voz grave solía cantarles a los peones y Macri juega en la liga del patrón. No sorprende, tampoco, porque es el modus operandi del capo de una ciudad donde su mueven como peces (gordos) en el agua los patoteros de la UCEP. Hace un par de semanas, el Centro Cultural Plaza Defensa se de- sayunó con la noticia de que será “reemplazado” por otro designado por el gobierno. Según advierte la misma nota de Rodríguez, esta semana habrá novedades similares a las de la Casa Zitarrosa para varios emprendimientos del mismo tipo. En la madrugada, como los matones que revientan a los desamparados en lugares públicos, Ibáñez y sus amiguitos saldrán a patear puertas.

A Macri le gusta lo macro, pero desprecia lo micro. En estos días se celebra uno de esos acontecimientos que tanto gustan al gobierno de la ciudad, de ahora y de siempre. Y está bien que así sea: la fuerte impronta cultural de Buenos Aires merece grandes festivales, encuentros y ciclos. No importa si es por auténtica convicción o mero deseo de figuración política, es bueno y meritorio que esa actividad se mantenga. El problema es que Macri, con la misma tozudez con la que pone a ex empleados de tabacaleras al frente de hospitales, recorta una vez más el presupuesto para murgas de Carnaval y lindezas semejantes, le quiere dar destino de topadora a todo lo que no pueda colgarle su cartelito amarillo. Es el mismo cinismo que le permite denostar en público la movida con la televisación del fútbol, hablando de la necesidad de atender la pobreza y la educación, y a la vez telefonear en privado a Grondona para felicitarlo y enviar a las patotas a patear pobres entre gallos y medianoche.

Menos macro y más micro, Macri. Porque, como cantó el señor Zitarrosa allá lejos y hace tiempo, una sombra y otra sombra hacen tormenta, y el vendaval no tiene riendas.

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