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Lunes, 1 de marzo de 2010
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Opinión

Desafío del Bicentenario

Por Julián Kopecek *

La celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo constituye una oportunidad inigualable de cara a nuestro futuro común como Nación. Efectivamente, la revolución es un hecho del pasado, pero también –y no en menor medida– un dador de sentido de nuestro presente y futuro. Por ello, la revolución es un terreno de disputa con alto potencial político. En dicha disputa se juega nada más ni nada menos que nuestra capacidad para lograr grandes acuerdos en torno a una identidad y a un proyecto estratégico de país para el siglo XXI: una Nación moderna, un país independiente, un Estado fuerte, una sociedad próspera. La Argentina de 2010 llega luchando por la concreción de una estrategia de desarrollo alternativa, basada en la creación de rentas a través de intangibles, básicamente la innovación y la acumulación de conocimientos. Se trata de una Argentina orgullosa de su pasado cultural profundo, integrada a América latina sobre la base de una estricta autonomía internacional. Se trata también de una Argentina que ha decidido apostar por un modelo inclusivo, generador de empleo y sostenedor de los derechos humanos. Entre las obras que forman parte de esta estrategia re-fundacional quisiera destacar dos. La creación de un Polo Científico Tecnológico en las ex Bodegas Giol, que servirá para la gestión y producción de conocimiento, y que albergará al Ministerio de Ciencia creado por este Gobierno, al Conicet, y una serie de institutos de investigación vinculados con el entramado productivo nacional. Asimismo se construirán en todo el país 200 Casas de la Historia y la Cultura del Bicentenario, que albergarán cines, teatros y museos. Las casas serán construidas en su mayoría en pueblos que carecían, valga la redundancia, de un cine, un teatro y un museo. De esta forma, la Secretaría de Cultura de la Nación, a cargo de Jorge Coscia, está saldando una deuda histórica, una deuda con el desarrollo nacional. Los estudios de desarrollo y la evidencia empírica internacional muestran que un modelo intensivo en conocimiento permite en el largo plazo mayores niveles y estabilidad en la curva del crecimiento, todo lo cual facilita la creación de empleo calificado y la distribución del ingreso. Se trata de cerrar la brecha tecnológica con los países más desarrollados, de hacer de la Argentina un gran país. Claro que esta apuesta requiere transformaciones estructurales, transformaciones que afectan intereses. Este Gobierno, sustentado en amplios sectores sociales que entienden el desafío histórico del bicentenario, no está dispuesto ha ceder a la alianza excluyente del primer Centenario.

* Coordinador de la Unidad Bicentenario Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación.

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