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Miércoles, 14 de abril de 2010
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Ayer se lanzó una polémica biografía

El temor a Oprah

Por Guy Adams *
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Ella construyó su fama y considerable fortuna desnudando su alma para una nación de adictos a la tele. Pero a pesar de su imagen cuidadosamente cultivada de “mujer de la gente”, Oprah Winfrey tiene una visión excesivamente desdeñosa de todo extraño tan impertinente como para preguntarse qué es lo que la hace vibrar. Ese, al menos, es el veredicto de la biógrafa de celebridades Kitty Kelley, una de las más destacadas propaladoras de escándalos de la industria del libro, quien asegura que la privacidad de la legendaria conductora de shows está protegida por una censura mediática que haría palidecer de envidia al senador McCarthy.

Kelley, que en el pasado se ha metido con las vidas de luminarias como Nancy Reagan, Frank Sinatra y la familia real inglesa, publicó ayer una biografía no autorizada de Winfrey que investiga su infancia abusada y su vida sexual en cierto modo misteriosa. El libro cosechó suficiente expectativa como para salir con una tirada de 500 mil ejemplares, y ya se ubica en el top 25 del ranking de ventas de Amazon. Pero, en contraste con casi cualquiera de las otras biografías en la carrera de Kelley (muchas de las cuales llegaron al número uno de las listas de venta), el lanzamiento de Oprah: A biography no atrajo prácticamente ningún interés de las principales cadenas de televisión. Todas las emisoras de Estados Unidos –con la excepción de NBC, que presentará una entrevista en su ciclo Monday’s Today– decidieron, tras algunas deliberaciones, no presentar a la autora en sus programas y se asegura que la gerencia de ABC emitió una prohibición formal para que aparezca en sus repetidoras.

En una entrevista concedida la semana pasada, Kelley señaló que la prohibición es fruto de una paranoia colectiva en la industria por no enojar a Winfrey, quien se mantiene como una de las personas más poderosas de los medios y ejerce un misterioso control sobre varios conductores y conductoras que se niegan a tocar el tema del nuevo libro. “El productor de Barbara Walters nos dijo: ‘No, no podés estar en The View. No puedo estropear mi relación con Oprah’”, reveló Kelley a The New York Times. “Joy Behar y Charlie Rose, lo mismo; Larry King dijo: ‘No voy a hacerlo, podría enfurecer a Oprah’. Incluso David Letterman se negó.” Las revelaciones llevaron a un intenso rastreo en los círculos mediáticos de Estados Unidos, donde las emisoras al menos gustan de fingir que los individuos poderosos no pueden ejercer influencia en su agenda de noticias. También echó luz sobre el duradero poder de Winfrey sobre las palancas de poder, que fue evidente durante el ascenso de Barack Obama y aún persiste, a pesar del reciente anuncio de la conductora de que piensa retirarse de su programa el próximo año.

Durante tres años de investigación para el libro, Kelley entrevistó a unas 850 personas que conocen a la presentadora de TV. Un vocero de la escritora dijo que las cadenas que se rehusaron a invitarla a sus pantallas “citaron una sensibilidad especial en lo que hace a su relación con Winfrey”. Quizá tienen razones para ser cautas: la autora es una formidable exhibidora de trapitos sucios de las estrellas y su biografía presenta a Winfrey como “una fría manipuladora que requiere que todos a su alrededor firmen un contrato de confidencialidad”. El libro también se mete en la dura infancia en Mississippi a la que Winfrey se refiere ocasionalmente, pero sobre la cual es muy sensible. La presentadora fue abusada sexualmente y quedó embarazada a los 14, y dio a luz a un niño que murió durante la infancia. “Este libro nombra a ese niño, presenta el certificado de nacimiento y trata de mostrar cómo estos desagradables secretos controlaron a Oprah buena parte de su vida”, dice Kelley.

Otras celebridades que han sentido el filo de la pluma de Kelley incluyen a Frank Sinatra, quien intentó enviarla a juicio por su retrato de los vínculos del cantante con el crimen organizado; Nancy Reagan, de quien la escritora dijo que mentía sobre su edad y había tenido numerosos romances; y George W. Bush, de quien dijo que tenía el hábito de aspirar cocaína en Camp David durante la época de su padre en la presidencia.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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