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Jueves, 15 de abril de 2010
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Hoy se exhibirá El rati horror show, de Enrique Piñeyro

La maldita policía en acción

El ex piloto y realizador investigó la causa contra Fernando Carrera, a quien se acusó de robo y homicidio y que recibió ocho balazos de personal de civil que lo interceptó. A pesar de la falta de pruebas, fue condenado a treinta años de cárcel.

Por Oscar Ranzani
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En El rati horror show, Piñeyro sostiene que la causa contra Carrera fue armada con mentiras.

El 25 de enero de 2005, Fernando Carrera conducía su Peugeot 205 blanco por el barrio de Pompeya cuando fue interceptado por personal civil de la Policía Federal, a bordo de un Peugeot 504. Según relató Carrera, como el auto no era un patrullero y los policías no vestían uniforme, creyó que se trataba de un asalto, ya que le apuntaron con armas. Aceleró su coche, y entonces empezó la desgracia. Según la versión oficial, Carrera había protagonizado, momentos antes, dos asaltos a mano armada, cerca de allí, y una de las víctimas había alertado a la policía que comenzó a buscar un auto blanco por la zona. Carrera dijo que los policías se equivocaron de coche y que decidieron plantarle un arma en el auto para acusarlo de los robos. Su auto terminó con dieciocho balazos y su cuerpo con otros ocho. Un tiro impactó en su maxilar y le provocó un estado de inconciencia. El automóvil siguió su marcha y atropelló a un grupo de peatones, lo que provocó la muerte de tres personas. Carrera fue condenado a treinta años de prisión por “homicidios agravados”, en un fallo de primera instancia que luego fue ratificado por la Cámara Nacional de Casación Penal.

El cineasta Enrique Piñeyro (Whisky Romeo Zulu y Fuerza Aérea Sociedad Anónima) investigó el caso, que fue caratulado por los medios como “La masacre de Pompeya”, y llegó a la conclusión de que la policía apostó a que Carrera no iba a sobrevivir después de la balacera y que, al suceder lo contrario, le armó una causa. El documental se titula El rati horror show y se presentará hoy a las 20.30 en Hoyts Abasto, dentro de la Competencia Oficial Argentina del Bafici. Piñeyro detectó severas irregularidades en la instrucción policial, contradicciones de personas que declararon y pruebas fabricadas, entre otras incongruencias. A su vez, el ex piloto también comprobó que ninguno de los damnificados por los dos robos reconoció a Carrera como el delincuente y que no se le realizó el dermotest para certificar que hubiera disparado. Fernando Carrera no tenía antecedentes penales, tenía trabajo al momento de los hechos, el Peugeot 205 con el que circulaba figuraba a su nombre y el día en que se produjo el suceso tenía sus documentos personales: pruebas al menos extrañas en un delincuente que sale a la calle. A esto hay que sumarle que algunos de los efectivos policiales que dispararon pertenecen a la comisaría 34º, una de las que peores antecedentes tiene en la Policía Federal: en 2004, uniformados de dicha comisaría fueron condenados por detener ilegalmente al joven Ezequiel Demonty, golpearlo brutalmente y obligarlo a tirarse al Riachuelo. Demonty murió ahogado.

“Siempre me preocupó saber en manos de quiénes estamos. Lo viví amargamente en el caso LAPA. Estamos en manos de una Justicia que, teniendo una tonelada de pruebas, no condena. Y éste es la contracara del caso LAPA: sin evidencia de nada, lo condenan a treinta años”, dispara Piñeyro. “A Nicolaides le dan 25 años y a este señor, 30. A mí no me pasó nada, no perdí ningún familiar en un accidente, no tengo ningún familiar procesado injustamente, pero no quiero esperar a tenerlo. Somos una sociedad de prevíctimas si no advertimos en manos de quiénes estamos”, denuncia. Piñeyro, como ciudadano común y corriente, aspira a tener “una Justicia y policías honestos”. “Sobre todo, necesitamos entender que la inseguridad y el gatillo fácil no son dos problemas distintos: son las dos caras de la misma moneda.” La película consiste en “ir analizando la prueba e ir demoliéndola, porque... ¡no hay prueba!”

–¿Qué pensó cuando se enteró del caso? ¿Se imaginó que podría tratarse de una causa armada o es una conclusión a la que llegó mucho tiempo después?

–No, es obvio. Basta escuchar el programa de Nelson Castro cuando empieza a hablar la jueza. Dice: “Este señor Carrera dice que le dispararon y al dispararlo...” ¿Cómo al dispararlo? ¿De qué me estás hablando? ¿Lo usaron a él de proyectil? ¿Un juez federal habla así? En ese punto ya decís: “Esto es cualquiera”. En esa misma entrevista, la jueza dice: “Y bueno, entonces, los damnificados siguieron al auto y no pudieron identificar la chapa porque no la tenía”. Cuarenta y cinco segundos después, dice: “Tenía la chapa torcida”. No podés ser juez federal y dar esos discursos por televisión.

–¿Cómo fue el proceso del trabajo de investigación que usted realizó?

–Por un lado, fue pasarle el cedazo a todo el material de archivo. Cuando empezás a hacer eso te das cuenta, primero, de que aparece un testigo que confirma todos los dichos de Carrera. Segundo, cuando analizás la escena del crimen, ves que estaba todo el mundo ahí metido. Si analizás las comunicaciones del comisario Villar con la Dirección General de Operaciones, te das cuenta de que el tipo marca exactamente todos los tiempos de impunidad que tuvieron. Marca exactamente cuándo se lo llevan a Carrera. Los fiscales dicen que llegaron después de que se llevaron a Carrera. Los jueces dicen que llegaron antes. Los jueces mienten en su sentencia: eso es prevaricato. Después, entendés que una hora y media después, Villar dice: “No movamos los autos porque quiere venir la secretaria del juzgado”. Los jueces dicen que la secretaria del juzgado estaba ahí, a poco de ocurridos los hechos. ¡Mentira! Entonces, empezás a mirar todo eso y cruzás toda esa información, y es una mentira gigantesca. El comisario Villar dice que el tipo queda inconsciente después del choque. Entonces, ¿cómo dispara si queda inconsciente? Después, se da cuenta y dice: “Ah, no, consciente o semiconsciente”. Es una payasada.

–¿Cuál le parece la más grave de todas las anomalías que encontró?

–Son tantas las barbaridades... Lo dejan a Carrera una hora sentado en el auto, con ocho balazos en el cuerpo. Tardan cuarenta minutos en llevarlo al Hospital Penna, a nueve cuadras. Lo dejan en el Penna y no lo operan. Recién lo operan a las 18, con ocho balazos en el cuerpo. Pensamos que apostaron a que estaba muerto, después a que se desangraba, más tarde a que le plantaban evidencia y finalmente a que los jueces iban a convalidar falsos testimonios... Es tan, tan monstruosa la manipulación. No se hicieron pericias de las armas de los tipos que lo balearon. ¡Nada! No se hizo dactiloscopía en el arma que dicen que es de Carrera. No hay deflagración dentro del auto. ¡No le hicieron el dermotest! En la película me hice un dermotest en cámara para que vean cómo se hace. ¡No hicieron nada y lo condenan a treinta años!

–Su hipótesis, entonces, es que la policía quiso matar a Carrera.

–Dieciocho balazos le tiraron al auto y ocho le pegaron a él. Y no lo mataron. Creo que si usted tira dieciocho balazos a un auto con un tipo desarmado, sentado, que acaba de dejar los nenes en lo de la abuela, está apostando a que lo mata. Y como este Highlander no se murió, dijeron: “Bueno, vamos a plantarle evidencia”. Pero no es una hipótesis, es una certeza. Tengo la prueba absoluta. Cero hipótesis: prueba contundente.

* El rati horror show se proyectará nuevamente mañana viernes a las 16.30 y el 18 de abril a las 19.30 en el Hoyts Abasto.

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