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Domingo, 9 de mayo de 2010
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Las Abuelas de Plaza de Mayo, nuevamente candidatas al Premio Nobel de la Paz

Tiempo de otro homenaje al coraje

Por tercera vez consecutiva, el Comité Noruego aceptó la candidatura presentada por Daniel Filmus, quien hizo el anuncio en la Feria junto a una emocionada Estela de Carlotto.

Por Silvina Friera
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“Un hermoso sueño”: así definió Carlotto al Nobel de la Paz.

“A sala llena y a esta hora, sobre todo un viernes, que estamos pensando en descansar”, dijo Estela de Carlotto, sorprendida y emocionada, acompañada por Daniel Filmus, Ignacio Hernaiz, Gabriel Jinkus y Buscarita Roa. Siempre sobran razones para estar con ella, más allá de los horarios, el día o las inclemencias meteorológicas. Y en la Feria del Libro, donde estuvo el viernes, se presentó la candidatura de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo al Premio Nobel de la Paz 2010. El meticuloso Comité Noruego aceptó la postulación presentada por Filmus por tercera vez consecutiva. “Nos dan un poquito de pudor estas gratificaciones, porque una escucha palabras que nos hacen bien. Hasta lindas nos dicen los jóvenes. O les faltan lentes o algo pasa ahí que no ven bien”, bromeó la presidenta de Abuelas, que ha recibido la adhesión de José Saramago, Isabel Allende y Joan Manuel Serrat, entre otros.

Jinkus, presidente de la ONG Abuelas de la Paz, señaló que hay que juntar muchas adhesiones “dentro y fuera” de casa. “Uno de los logros de las Abuelas es el Banco Nacional de Datos Genéticos, que es único en el mundo”, destacó. “Las Abuelas nos dejan enseñanzas fundamentales como ciudadanos.” Hernaiz, director del Canal Encuentro, afirmó que “el mejor premio fue y será cada nieto recuperado”, más que el Nobel de la Paz, aunque confesó que la candidatura será presentada “todas las veces y todos los años de aquí en más hasta que tengamos la dicha de este reconocimiento”. El director de Encuentro subrayó que las Abuelas, las Madres y los organismos de derechos humanos “han enseñado que hay tres palabras clave para esta lucha: memoria, verdad y justicia”. El Nobel de la Paz “es un homenaje al coraje” de las Abuelas. “Lo importante es que como sociedad sigamos comprometidos en acompañar a las Abuelas en la búsqueda de los nietos y en la defensa de los derechos humanos para siempre.”

Pasado, presente y futuro se anudan en la explicación de Filmus, cuando le preguntan las razones de la candidatura. “Teníamos miedo en aquel momento en que las Abuelas se levantaron y desafiaron desde la Plaza de Mayo a los poderes que eran sumamente fuertes”, recordó el senador, que también ponderó la importancia del Banco Nacional de Datos Genéticos. “Hace pocos días veíamos que alguien a punto de ser condenado gritaba que no eran 30 mil los desaparecidos, sino 8 mil, como si eso minimizara el crimen. Hay cientos de chicos que esperan ser encontrados. Esos chicos, tarde o temprano, por el trabajo de las Abuelas van a recuperar su identidad”, auguró Filmus. “Si un viernes a las diez de la noche estamos reunidos acá, cómo no vamos a ser optimistas con el premio”, agregó.

“Creían que nos mataban, pero nos estaban sembrando.” Esta frase le permitió a Carlotto repasar los 34 años de lucha de Abuelas. “Hemos vivido dictaduras sin reacción, no hemos hecho nada visible como para decir basta, hasta que nos tocaron un hijo”, aseguró. “Nos sembraron porque nosotras nacimos a una vida de dolor, pero podemos decir gracias por hacer cosas por los demás, para que los jóvenes y los niños tengan otro país distinto, con el que soñaron los desaparecidos.” La presidenta de Abuelas agradeció a la vida por “no irnos con esa pasividad que teníamos durante nuestra juventud, sobre todo ciertos sectores sociales”, aclaró. El Nobel de la Paz es un “hermoso sueño” para las Abuelas. “Es lindo pensarlo –admitió– porque todo aquello que trasciende las fronteras también enseña al mundo que se puede luchar desde la sociedad civil para revertir las malas intenciones de quienes quieren oprimirnos.” El premio es un mimo para las mujeres por las que habla Carlotto: “No hay que asustarse en pensar el día en que no puedan vernos. No hay que pensarlo, hay que seguir caminando. Y ese camino, como dice la poesía, se hace al andar”. En nombre de todas las Abuelas, felices y acompañadas, Carlotto se despidió y volvió a decir: “Gracias a la vida”.

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