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Jueves, 10 de junio de 2010
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El tango y el jazz se encuentran en el Centro Cultural Torquato Tasso

Dos mundos con puntos de contacto

De Leopoldo Federico a Mariano Otero, de Julio Pane a Walter Malosetti, el ciclo de los jueves, viernes y sábados busca homenajear aquellas veladas que en la década del ’40 solían reunir a los seguidores del jazz y del tango alrededor de un mismo espacio.

Por Karina Micheletto
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Luis Salinas tocará hoy, mañana y el sábado. Un músico que, más que marcar fronteras, las expande.

La propuesta reúne tango y jazz, con grandes exponentes de uno y otro género. Leopoldo Federico con su orquesta, Julio Pane, Hugo Rivas, Susana Rinaldi, el Sexteto Mayor, Néstor Marconi, Lidia Borda y Ariel Ardit son algunos de los exponentes tangueros que presenta la programación. Por el lado del jazz, Luis Salinas, Jorge Navarro, Walter Malosetti y Mariano Otero completan un ciclo que todos los jueves, viernes y sábados, hasta agosto, reúne en un mismo escenario propuestas fuertes provenientes de dos universos que demuestran guardar menos distancia que la que imponen las bateas. El escenario del Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575) es el que habilita este poco usual encuentro de estilos, formatos y géneros, con un rasgo común de calidad.

La figura de Luis Salinas, que hoy, mañana y pasado está compartiendo sus presentaciones con el dúo que conforman el guitarrista Hugo Rivas y Julio Pane, podría ser una buena síntesis de la propuesta: su música puede transitar con la misma clase el folklore, el tango, el latin jazz o el bolero, a partir de un estilo propio de improvisación que, más que marcar fronteras, las expande. “El folklore está tan adentro mío como el tango, es natural”, explica él sin darle más vueltas al asunto. “Nací en Monte Grande, me crié en Villa Diamante, pero a los 14 años empecé a mirar la calle Corrientes. Y aunque toque jazz u otras cosas, siempre aparece el tango en medio de las improvisaciones. Además, es muy divertido poder cambiar el cuento.”

En este ciclo, Salinas divide sus presentaciones de acuerdo con las amplias posibilidades de su arte guitarrístico: los jueves presenta un repertorio de improvisación sobre ritmos de tangos y milongas, acompañado por Alejandro Tula en percusión, Javier Lozano en piano y el guitarrista Horacio Avilano como invitado. Los viernes propone un concierto de improvisación sobre ritmos del folklore argentino, y los sábados se extiende en el jazz y el latin jazz. “Cuando Luis hace tango, a veces se da el encuentro final donde compartimos algún tema, es un momento que disfruto mucho”, cuenta Hugo Rivas a Página/12. “Nosotros con Pane, por nuestra parte, nos damos todos los gustos: hacemos mucho Troilo, por ejemplo, ‘A la guardia nueva’, ‘Amurados’, el valsecito ‘Ilusión de mi vida’”, detalla el guitarrista. “Y cuando nos toca la parte solista, yo encaro una selección a Charlo.”

Rivas se entusiasma contando que conoce a Pane desde que tenía quince años –han pasado otros 21–, que es uno de los maestros del bandoneón con los que ha compartido su música, como Leopoldo Federico o Néstor Marconi. Tira otro dato: Pane es además uno de los habitués de la peluquería de Boedo al 600, esa en la que Rivas despunta su otro oficio. “Yo acá entro y salgo, tengo atrás mi lugarcito para ensayar, estoy bien...”, evalúa sobre su negocio. “Y a Pane le hago un precio por la barba, el pelo se lo tengo que cobrar, si no, no viene más”.

Los siguientes jueves, viernes y sábados de junio, Salinas compartirá el ciclo con Leopoldo Federico y su orquesta. En julio, la figura estable del jazz será el contrabajista Mariano Otero con su grupo. A él se sumará, en la primera quincena del mes, el Sexteto Mayor, y luego está programada la exquisita Lidia Borda. El ciclo sigue durante todo el mes de agosto, con Walter Malosetti y Rodolfo Mederos como protagonistas de la dupla de géneros. Ya pasaron durante mayo Susana Rinaldi, Jorge Navarro y su trío, Ariel Ardit y su orquesta típica, dirigida por Andrés Linetzky. Con esta programación, la idea de los organizadores es homenajear aquellas veladas que en la década del 40 solían reunir a los seguidores del jazz y del tango alrededor de un mismo espacio, en un contexto musical común que hoy se ha desdoblado en la oferta. Y así es como Tango y jazz vuelven a sonar en un lugar común, convocando a dos públicos que, según queda revelado, pueden quedar reunidos en uno.

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