Desde Cannes
Premio a la mejor direcci贸n en 1994 por Caro diario y Palma de Oro 2001 por La habitaci贸n del hijo, el italiano Nanni Moretti es uno de los hijos dilectos de Cannes y ayer volvi贸 a la competencia con un film de gran nivel, Habemus Papam. Se trata de una s谩tira 谩cida pero no por ello menos emotiva acerca de un cardenal que, al ser elegido papa, sufre una crisis de confianza y se resiste a asumir el cargo, conmoviendo no s贸lo al Vaticano sino a todo el mundo cat贸lico en general. Estrenado en Italia el mes pasado, pocos d铆as antes del revuelo medi谩tico que provoc贸 la s煤bita beatificaci贸n de Karol Wojtyla, el nuevo film de Moretti no tard贸 en encender la pol茅mica, al punto de que algunos columnistas de la prensa vaticana llamaron inmediatamente a boicotear la pel铆cula, aun sin haberla visto, como es su costumbre. Pero ser铆a un error leer Habemus Papam como una invectiva contra la Iglesia Cat贸lica, a pesar de la libertad y el humor con que Moretti trata los rituales del Vaticano y el c贸nclave del Colegio Cardenalicio. Se trata m谩s bien de una reflexi贸n sobre la responsabilidad del poder, que 鈥搖n poco a la manera del 煤ltimo cine de Roberto Rossellini鈥 se interroga por los motivos profundos que pueden mover a un hombre a ejercer una investidura para la cual quiz谩 no se siente preparado.
De hecho, el film de Moretti comienza con im谩genes de archivo, tanto del funeral de Juan Pablo II como de la plaza de San Pedro repleta de fieles, esperando la famosa fumata blanca que indica la elecci贸n de un nuevo papa. A partir de ese contexto, el film se interna en el c贸nclave cardenalicio e imagina lo que puede suceder all铆 dentro, a puertas cerradas, comenzando por un inesperado corte de luz, que provoca la ca铆da de un purpurado, que no puede evitar pisar su propia sotana. Basta con que comience el recuento de votos para que el film se introduzca en los rezos internos de los cardenales, que revelan sus dudas y temores: 鈥淨ue no me toque a m铆, que no me toque a m铆...鈥 es el transido coro que sale de sus conciencias. En una segunda fila, el cardenal Melville (un Michel Piccoli que parece nacido para este papel) luce tranquilo, ya que no es uno de los favoritos. Hasta que de pronto 鈥撀縫or un raro designio divino?鈥 resulta sorpresivamente elegido papa. Basta que todos sus pares se prosternen ante 茅l para que empiece a correrle un sudor fr铆o por la espalda. Y cuando llegue el gran momento de salir al balc贸n y dirigirse a la multitud de fieles que esperan su palabra en la plaza, sufrir谩 en la antec谩mara un violento ataque de p谩nico esc茅nico, y de su garganta apenas surgir谩 un grito primal, cargado de angustia.
Ante semejante crisis, el vocero papal (a cargo del polaco Jerzy Stuhr, rostro habitual en el cine de Zanussi y Kieslowski) no tiene mejor idea que convocar a un psicoanalista, para que ayude a Su Santidad a superar el bloqueo. Interpretado por el propio Moretti, el psicoanalista descubre que no s贸lo no est谩 autorizado a tener una entrevista a solas con su paciente (todo el Colegio Cardenalicio debe presenciar la sesi贸n), sino que tampoco puede, obviamente, preguntar nada que tenga que ver con el sexo, ni con la madre, ni con traumas de la infancia. Para peor, el analista ser谩 recluido forzosamente en el Vaticano, porque nadie debe saber lo que sucede all铆 dentro. Mientras tanto, el Papa renuente logra escapar al mundo exterior y disfrutar fugazmente de su anonimato por las calles de Roma, al tiempo que se pregunta c贸mo resolver el dilema del cual s贸lo 茅l puede asumir la soluci贸n.
Hay momentos simp谩ticos y otros verdaderamente graciosos en Habemus Papam, como cuando el psicoanalista Moretti organiza un campeonato de voley entre los purpurados o, forzado a leer el 煤nico libro del cual dispone en su habitaci贸n (la Biblia, por supuesto), encuentra ya en la Sagradas Escrituras un par谩grafo que a su entender es una descripci贸n cl铆nica de la depresi贸n. 鈥淧ura deformaci贸n profesional鈥, lo desmiente esc茅ptico un cardenal. Pero hay tambi茅n aut茅ntica emoci贸n en el proceso interior que recorre el personaje de Piccoli 鈥損or caso, gran favorito ya a llevarse aqu铆 el premio al mejor actor鈥, quien recuerda que alguna vez quiso ser actor, que es capaz de citar de memoria pasajes enteros del melanc贸lico teatro de Ant贸n Ch茅jov y que se siente feliz de sumarse a una troupe teatral y presenciar el estreno de La gaviota, del cual lo arranca la colorida Guardia Suiza que vela por su seguridad.
Al no referirse a ning煤n papa en particular y, a la vez, al tomar como protagonista a una autoridad m谩xima, que tiene una investidura a la vez humana y divina, Habemus Papam se pregunta ante todo por las formas que asume la representaci贸n del poder, por los modos de relacionarse con la realidad, por las palabras y categor铆as de pensamiento con las cuales abordar el fragmentario mundo contempor谩neo. A diferencia del psicoanalista de Moretti, el cardenal Melville no es un personaje de comedia sino un agonista que, abrumado por sus pensamientos (鈥渢engo una suerte de sinusitis mental鈥, confiesa), es plenamente consciente de su condena. El final del film, sin embargo, se permite un curioso soplo de optimismo, no s贸lo por la inesperada decisi贸n que toma Melville sino tambi茅n por la canci贸n con la que Moretti hace bailar a todo el Congreso Cardenalicio: 鈥淭odo cambia鈥, en la versi贸n de Mercedes Sosa. Dicho sea de paso, es la segunda vez en tres a帽os que la Negra termina cantando en el Palais de Cannes: en el 2008 fue con 鈥淪i se apaga Valderrama鈥, en el emocionante final de la segunda parte del Che de Steven Soderbergh y ahora con la coda de Moretti.
En contraste absoluto con el film de Moretti, la competencia oficial de Cannes present贸 ayer el que quiz谩 sea el punto m谩s bajo en el que ha ca铆do el festival en los 煤ltimos a帽os. Se trata de Polisse, tercer largometraje dirigido por la actriz francesa Ma茂wen Le Besco, acerca del trabajo cotidiano de la Brigada de Protecci贸n de Menores de la polic铆a parisiense. No se trata solamente, en el mejor de los casos, de una suerte de telefilm epis贸dico y costumbrista, no muy distinto de los que se pueden ver en alguna aburrida trasnoche por la transmisi贸n de TV5, aunque quiz谩 con m谩s dram谩ticos golpes bajos. M谩s grave aun, en un momento en el que parte de la sociedad francesa cuestiona la dimensi贸n y el poder que ha alcanzado su aparato polic铆aco, Polisse viene a celebrar el despliegue policial con un ah铆nco 鈥搚 una est茅tica鈥 equivalente al del programa porte帽o Polic铆as en acci贸n.
Son muchas las escenas que llaman a la indignaci贸n, como esa que se pretende un paso de comedia, en la cual unas mujeres polic铆as se burlan en la cara de una adolescente 鈥揳 quien deber铆an contener鈥 porque se dej贸 violar para recuperar su lujoso tel茅fono celular (鈥渆ra un smartphone鈥, dice la chica ante las risotadas policiales). Pero hay un momento particularmente irritante: a meses apenas de que el gobierno de Nicolas Sarkozy expulsara a casi trescientos ciudadanos rumanos de etnia gitana, Polisse no tiene empacho en retratar una escena en la que la Brigada en cuesti贸n realiza una razzia en un barrio rumano donde presumiblemente los padres prostituyen a sus hijos, y que termina cuando los agentes suben a los chicos a un veh铆culo policial y todos terminan all铆 cantando y bailando, felices los ni帽os de haber sido separados de sus padres por el buen Estado franc茅s. Lo que no dice la pel铆cula es d贸nde termin贸 el viaje de ese 贸mnibus.
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