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Domingo, 9 de septiembre de 2012
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LA XV CONFERENCIA IBEROAMERICANA DE CULTURA, EN ESPAÑA

“Es momento de establecer una relación más igualitaria”

La frase del secretario de Cultura, Jorge Coscia, fue una de las puntas para el debate que reunió a representantes de veintiún países en la Universidad de Salamanca. En una Europa convulsionada por la crisis, las visiones sobre la cultura no son las mismas que en América.

Por Eduardo Fabregat
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La foto final del encuentro, en la bellísima biblioteca de la Universidad de Salamanca, la más antigua de Europa.

Desde Salamanca

El diario La Vanguardia cuenta que un juzgado de Sabadell (Cataluña) informó a los abogados que quieran copias de un expediente que deberán aportar el papel para las fotocopias, porque los recortes alcanzaron a los insumos más corrientes. En otra página se señala que el paro sigue subiendo y ya llegó a los 4,62 millones. Dos noticias que sirven para pintar las razones del clima que se vive en las calles españolas, donde la indignación que estalló el año pasado se ha convertido en otra indignación, más concreta, contra las medidas de Mariano Rajoy, que ensaya la clásica receta de ajuste sobre ajuste y no tiene empacho en declarar que no puede llevar adelante su plan de gobierno porque la realidad insiste en inmiscuirse. La visita de su par alemana, Angela Merkel no sirve para distender: en el Palacio Fonseca, un coro de silbidos saluda la llegada de ministros y secretarios de Cultura de Iberoamérica que asisten a la cena de apertura de este encuentro en la ciudad que non presta. Al ciudadano no le interesa que en el grupo haya representantes de Argentina, Brasil, Perú, Cuba o Costa Rica, que nada tienen que ver con las decisiones de Rajoy: ¿son funcionarios de Estado? ¿Tienen corbata? Hala, a por ellos, que el paro sigue subiendo y de alguien es la culpa.

El secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, y la directora de Política Cultural y Cooperación Internacional, Mónica Guariglio, llegaron a esta ciudad de serena belleza para participar de la XV Conferencia Iberoamericana de Cultura, donde los representantes de veintiún países debatieron y delinearon un documento que será refrendado por los presidentes en la Cumbre de Cádiz, en noviembre. Lo que haga cada mandatario con esta Carta Cultural, se sabe, será otro cantar: en la combi que va de Madrid a Salamanca, ambos funcionarios coinciden en destacar lo especial del momento y los ángulos que abre. “La Organización de Estados Iberoamericanos realizó un documento base en el que realiza un diagnóstico general y plantea la necesidad de articular cultura y desarrollo, pero más allá de eso nosotros traemos una opinión y una manera de ver y poner en actos esa articulación”, dice Guariglio, y refuerza Coscia: “Argentina participa en cuatro grandes foros, Unasur, Mercosur, el Foro de América latina y el Caribe y la OEI, el único donde entra Europa. En los foros latinoamericanos ya hay de por sí particularidades y cohabitan diferentes visiones políticas, pero se dan momentos felices, entendiendo la importancia de una visión integradora. Veremos qué surge de este diálogo; es importante que se entienda que en este momento de realidades tan diferentes hay que establecer una relación igualitaria, sin hegemonías”.

El concepto de realidades bien diferentes –diferentes entre sí y diferentes del reparto que solía tocarles históricamente a los países– sobrevuela todo lo que sucede en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. De hecho, el ministro de Educación, Cultura y Deporte de España, José Ignacio Wert, no asistió a la apertura del debate y se sumó por la tarde: tras la visita de Merkel, Rajoy llamó a una reunión urgente de gabinete en la que es fácil imaginar cuál fue el temario. Es por eso que cuando Coscia toma la palabra y relata la experiencia argentina, el modo en que políticas activas pueden convertir la cultura en vehículo de bienestar económico y de inserción de países y regiones a nivel mundial, cabe preguntarse con cuánto de ello pueden comprometerse gobiernos francamente embarcados en la lógica del ajuste y el recorte. La sangre no llega al río y el documento final (cuyo texto puede ser consultado en la página web de la Secretaría, www.cultura.gov.ar) expresa visiones coincidentes y esperanzadas sobre el enorme campo posible de trabajo. Para cuando la noche gana Salamanca y las calles son ganadas por una multitud que agota las últimas horas de vacaciones, los representantes de cada país sienten que fue arduo pero valió la pena, y que se llevan algo jugoso para debatir con sus presidentes. Por su parte, Argentina se instituyó como sede de un observatorio que, hacia fines de año, reunirá en Buenos Aires a equipos técnicos que atiendan los detalles y la marcha de los veinte puntos expresados en la Declaración.

Lo que natura non da...

“Nosotros venimos a mostrar no lo que nos ha dado la naturaleza, sino el modo en que entendemos la cultura”, dice Coscia. “Una concepción política de la cultura que expresan con contundencia las gestiones de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner, que se asume como tal, sin abandonar espacios, sin relegar los valores, sin tener el dedo largo, sin pedir carnet. Con la libertad y la igualdad como dos grandes valores, que tantas veces fueron extraviados utilizando la palabra libertad.”

–Sobre todos los debates flota siempre el tema de la realidad latinoamericana y el momento que vive Europa, que condiciona todo...

–Es cierto, pero sin ir hasta allá es muy interesante lo que pasa en Argentina, donde se dan blanco sobre negro los modelos. Para apreciar lo que es el modelo cultural del neoliberalismo ya no necesitamos mirar a los ’90, tenemos el macrismo en la ciudad de Buenos Aires, donde vemos que la política cultural es la proposición de Ravi Shankar, a quien ni cuestiono porque no conozco, pero que es parte de esos enmascaramientos y cortinas de humo típicas del modelo neoliberal, para hablar de generalidades como “es mejor ser bueno” o lo importante que es respirar... La banalización es una de las herramientas de la derecha y conviven eso de la paz y el amor con el 0800-buchón. La batalla cultural no es algo que se libre entre el macrismo y el kirchnerismo o entre Lombardi y Coscia, sino en la cabeza de cada uno de nosotros, donde el ladrón utiliza la vieja técnica de decir “al ladrón, al ladrón” para bolsiquear mejor. Que el 0800-buchón sea una cortina de humo para los lavadores de cerebros construyendo olvido: no hablar del Eternauta, no hablar de lo que pasó, no mirar hacia atrás, que es la mejor manera de extraviarse.

–Las visiones más críticas, por decirlo de manera elegante, señalan al primer peronismo como poco comprometido con la cultura. ¿Es una visión contaminada de antiperonismo extremo o efectivamente el peronismo aprendió a gestionar la cultura de otra manera?

–Es un tema muy complejo, porque al generar un mejor acceso, más igualitario a formas mejores de vida para la gente, el peronismo ya genera una revolución cultural. También es cierto que la política cultural del primer peronismo se dejó en manos de sectores más conservadores de ese peronismo, no en todos los casos, pero en muchos sí. También fue un tiempo muy particular: el primer peronismo es contemporáneo de McCarthy, del franquismo, del stalinismo, con lo que podemos decir que comparado con su contexto mundial...

–¿El peronismo era progre?

–Algo así. Siempre hay que comparar con el tiempo histórico, porque además los antiperonistas libertarios y demócratas ilusionaban con formas inexistentes en el mundo. La izquierda hablaba de una libertad que no existía en la URSS; los nacionalistas admiraban a Franco. Pero el que no aprende de sus propios errores no aprende nada, y por eso para mí el kirchnerismo es una etapa superadora del peronismo, ha tomado valores culturales con un compromiso e intensidad renovadora en el campo nacional y popular, heredera de aquellos días de Cámpora que hicieron florecer formas de libertad que el propio peronismo desconocía. Vivimos una época de florecimiento cultural, en muchas variables se ha crecido a favor. Y una en particular: es el período de mayor construcción de metros cuadrados dedicados a la cultura, en todo el país. Ahora está muy adelantada la construcción del primer espacio cultural en una villa de emergencia, la Villa 21 de Barracas, que además va a ser subsede de la secretaría, vamos a dar audiencias ahí, no sólo en la sede de Recoleta. Todos los espacios dedicados a la cultura en todo el país dejan una huella que no va a poder borrar nadie.

–Hay algo que se ve en varias iniciativas, como en Tecnópolis o la participación en muestras como la de Shanghai o Yeosu, que es el concurso de varias áreas de gobierno...

–Y es algo muy tranquilizador para un responsable de Cultura: el carácter transversal de las políticas, que no son exclusivo patrimonio de la secretaría que me toca dirigir, hay un trabajo conjunto, en equipo. Tecnópolis es un buen ejemplo, a nosotros nos toca la programación artística y construimos un espacio de mil y pico de metros permanente. Las Casas del Bicentenario están construidas conjuntamente con el Ministerio de Trabajo y también trabajan el Instituto del Cine y el del Teatro. Y uno de los proyectos más ambiciosos, Igualdad Cultural, lo llevamos adelante junto al Ministerio de Planificación. Es una de las inversiones más grandes que se hayan hecho en cultura, cuyo objetivo central es desarrollar un proyecto cultural con elementos y recursos del siglo XXI, y establecer una relación directa entre cultura y comunicación, la conectividad. Durante décadas se habló de la cultura como una isla desconectada de la comunicación, en la Argentina monopólica de la comunicación. Es algo que vemos también en los foros internacionales, que se esconde un poco el tema de la comunicación por temor a los monopolios de cada país.

–¿Está medio resignado a que se invisibilicen cosas positivas del Gobierno, son las reglas del juego?

–Muchas veces se invisibiliza lo que hacemos o a veces en grandes medios monopólicos le dan despliegue a algo realizado por la secretaría..., pero ocultan puntualmente que lo hizo la secretaría. Nosotros no censuramos a nadie, pero padecemos la censura de medios de comunicación que omiten el trabajo del Estado argentino, y cuando hablan del Estado argentino también omiten y hacen construcciones tramposas. Presentamos un proyecto enorme y valiosísimo, que une esfuerzos de la industria de la construcción y la audiovisual, y uno lee “el dinero de los jubilados se va a usar para el Polo Audiovisual”... Ya sabemos cómo es, a veces preferimos que ni hablen de las acciones de gobierno porque, cuando hablan, lo hacen para mal. Es parte de la batalla cultural, donde las víctimas no son los funcionarios sino los ciudadanos que viven esa realidad virtual tejida por la cadena del desaliento. Eppur si muove...

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