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Miércoles, 27 de noviembre de 2013
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La despedida del empresario y personaje mediático Ricardo Fort

Velatorio con fans y racimo de cámaras

Marta Fort informó que no se hizo velatorio público “porque no me gustan”. Eso no impidió que en la casa de pompas fúnebres se apiñara una pequeña multitud de fans, minuciosamente registrada por otra multitud de fotógrafos, camarógrafos y cronistas.

Por Soledad Vallejos
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La madre de Fort permitió el acceso de sólo nueve personas a la casa velatoria.

Ayer al mediodía, los restos de Ricardo Fort eran transportados desde la casa velatoria de Palermo rumbo al cementerio privado de Pilar en el que su familia había decidido enterrarlo. Al auto que llevaba el féretro lo seguía un cortejo fúnebre reducido, pero también lo despedían otros dos pequeños grupos: un revuelo de fotógrafos, camarógrafos y cronistas por un lado; el alboroto, algo más apocado, de ajenos anónimos que vertían algunas lágrimas, arrojaban algunos pétalos de rosas por el mediático fallecido, por el otro. La muerte había estado presente en televisión desde el momento en que se conoció la noticia. Por la mañana, Marta, la madre de Fort, había explicado que la falta de velatorio público había sido su decisión, “porque no me gustan”, pero que si daba razones era por su hijo y por amor al público: “La gente en este país lo amaba, Me lo demuestran en la calle. Yo soy importante gracias a Ricardo y sé que tengo que responder al amor de esa gente”.

El lunes, entrada la noche, una decena de personas velaba a Fort por las suyas, en la puerta de la casa mortuoria adonde habían sido depositados sus restos horas antes. Ninguna de esas personas, público que conocía al heredero mediático por sus andanzas televisivas, podía pasar al lugar donde se hallaba el féretro, porque por disposición expresa de la madre de Fort sólo estaban habilitadas para hacerlo nueve personas. Con el correr de las horas, sobre uno de los ventanales esos anónimos habían ido depositando, o mejor dicho pegando, ofrendas: ramos de flores modestos, fotos del heredero publicadas en revistas, carteles manuscritos que referían la fama, el arte, el adiós.

Entre la mañana y el mediodía, el grupito se había convertido en pequeña multitud que, sumada a cámaras y cronistas, volvió morosa la salida del auto fúnebre y su cortejo. Horas antes, Marta, la madre del heredero fallecido, había dedicado minutos de su duelo a explicarse, entrevista telefónica mediante, en el programa radial de Oscar González Oro. En el diálogo contó sus sospechas sobre una presunta mala praxis responsable de la muerte, porque “los médicos que lo atendieron no supieron qué hacer con él” y explicó que no quiso velar a su hijo porque soporta mal esas situaciones. Describió al pasar las relaciones familiares de los Fort: “Los hermanos lo querían, pero no entendían por qué gastaba tanto, no controlaba en qué invertía su capital y eso era lo que le criticaban. Su padre, Carlos, siempre iba con sus hermanos a la fábrica y a Ricardito nunca lo llevaba”. Perfiló a su hijo fallecido como “un genio por su forma de crear”. “Era lo más hermoso de mi vida. Como hijo un amor, me amaba tanto, estábamos tan unidos y juntos”, dijo.

La madre de Fort también se refirió a los mellizos de 9 años, una nena y un nene, hijos de Ricardo nacidos de un vientre subrogado en Miami. Los niños, concebidos cuando Fort se encontraba en pareja con Gustavo Martínez, quedarán a cargo de él, quien fue, además, una de las nueve personas autorizadas a ingresar al velatorio y quien lo acompañó durante su última internación. Sus nietos, contó Marta Fort en la radio, “están muy bien atendidos, siempre los cuidó un gran amigo de Ricardo, Gustavo Martínez, que es como el padre de los chicos, siempre estuvo, está y seguirá estando”. “La tenencia no la voy a tener yo, porque soy un desastre como abuela, no tengo la capacidad para hacerme cargo, pero sí voy a estar apoyándolos”, agregó.

Ayer al mediodía, cuando el coche fúnebre salía de la casa velatoria, algunos admiradores que se habían congregado allí lloraron. El cortejo de familiares y amigos que seguía los restos hasta Pilar escuchó, también, la misa oficiada en el cementerio Memorial por la memoria de Fort. No eran más de 40 personas. A las puertas del lugar se habían congregado móviles de televisión. Al terminar el entierro, una de las allegadas a la familia Fort, Claudia Segura, contó a las cámaras que nadie había dado un discurso de despedida para el heredero. “Alguien dijo ‘¡Ricardo, sos un genio!’, y todos aplaudimos mucho.”

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