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Martes, 1 de abril de 2014
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La historia de La Masa, el luchador que da consejos a los chicos

“Un luchador es también un actor”

Estudió teatro y cine y es un referente del catch en la Argentina. Deporte y espectáculo se mezclan en su vida: está grabando una miniserie, empieza una nueva temporada del ciclo El club de catch, da clases y va a estrenar una obra infantil.

Por Silvina Friera
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“A mí lo único que me importa es que me quieran los niños”, señala La Masa.

El rudo increíble, el más pesado y el más musculoso de los luchadores argentinos en la actualidad, es la imagen de la pasión desmesurada. La Masa, “el número uno de Costa Rica”, “el gigante de Sudamérica”, intuye que –como escribió el filósofo francés Roland Barthes– “la virtud del catch consiste en ser un espectáculo excesivo”. Detrás de la máscara, del personaje que les da consejos a los chicos, hay un hombre con una voz forjada en las calles y en los clubes de Ciudadela, donde nació y vive. Luis María Montanari –más de un metro noventa, según las zapatillas que use, y 130 kilos– se prepara para un año movidito: está grabando la miniserie Evento en popa, con Fernán Mirás, Gustavo Garzón y Víctor Laplace, entre otros; en mayo comenzará una nueva temporada televisiva del programa El club de catch; escribió una obra de teatro infantil –mezcla de comedia musical con lucha libre– que estrenará en las vacaciones de invierno; lo llamaron de Bailando por un sueño para integrar el elenco; y va a dar clases de catch, actuación y expresión corporal. “Un luchador es también un actor cuando sube al ring. No voy a decir que no exista algún que otro luchadorcito que se cree que es un matón, porque los hay. No voy a decir que no existe el tonto que se puede pelear con todo el mundo. El catch es un deporte, no tiene nada que ver con la violencia”, subraya Montanari a Página/12.

Hasta cuando calla, su cuerpo habla. Como si el silencio fuera una sigilosa disciplina muscular. No le molesta que el personaje haya crecido tanto desde que apareció en el programa 100% lucha, que en la calle le griten “¡qué grande que sos, Masa!” y le pidan autógrafos. “Lo vivo con mucho cariño –confiesa Montanari en un bar de Palermo–. Yo sé muy bien lo profesional que soy. El personaje tiene autonomía. Si le preguntás a ese señor si conoce a La Masa, seguro que te dice que sí, que es un luchador enmascarado.” Hace quince años, “Luisma”, como lo llaman por Ciudadela, era un fisicoculturista que había salido campeón en peso pesado. Había tomado clases de actuación en el Centro Cultural San Martín –y hasta actuó en la obra El canillita– con una profesora cuyo nombre olvidó. La relación entre maestra y alumno era tensa; especialmente cuando ella supo que él había filmado una publicidad. La docente en cuestión –reproduciendo el viejo prejuicio entre los actores de teatro y los que están en la televisión– lo empezó a tratar mal. Por entonces le presentaron al Gitano Ivanoff, al Indio y a D’Artagnan, una parte de la numerosa troupe de Martín Karadagian y sus Titanes en el ring. “Me estaba preparando para participar en un torneo más importante de fisicoculturismo y tuve un accidente jugando un partido amistoso de rugby –repasa el luchador y actor–. Y me fui acercando al catch. Quien me impactó mucho y me tiró algunos consejos fue Sullivan. Todos me decían lo mismo: ‘Te tenés que meter en esto, tenés el cuerpo ideal, la talla ideal, sos un rudo increíble’. Y yo decía: ‘Bueno, está bien, voy a ver’... Tenía mis dudas porque en el fisicoculturismo no tenés contacto con nadie, sólo con las pesas. Muy rápido empecé a tener arriba del ring conocimiento y poder sobre el adversario.”

La Masa se convirtió en uno de los personajes más entrañables del programa que se emitía por Telefe y filmó dos películas: 100% lucha la película y 100% lucha el amo de los clones. “Una vez, a la salida del programa, una mujer me abrazó llorando y me pidió que la ayudara –recuerda Montanari–. Me contó que tenía al hijo internado, que jugando en la cocina con unos muñequitos se quemó. ‘¿Yo qué puedo hacer?’, le pregunté. ‘El quiere conocer a La Masa’, me dijo. Nos subimos a mi auto y fuimos al Instituto del Quemado. El médico del nene, que estaba en terapia intensiva, me dijo: ‘Este no es un lugar fácil’. Me dio una especie de mameluco, unos guantes y yo le dije: ‘No lo tomes a mal, pero voy con la máscara’. Me di cuenta de cuál era el nene porque tenía en la cabecera de su camita mi poster. Me acerqué y no sabía qué hacer. Lo miré, se sonrió. Yo le dije al nene que el secreto era comer y tomar todos los medicamentos. Me fui del hospital asombrado y con dolor. Al año siguiente, me llama un chico y me dice: ‘Masa, usted no me conoce, pero yo lo quiero mucho y lo quiero invitar a mi comunión’. Era ese nene, sanito, grandote; le habían quedado las marcas de las quemaduras. Cuando lo vi, me puse a llorar.”

En su primera lucha contra Zamor el Marino, en 2006, cuenta que casi lo manda al hospital. “Zamor tenía unos cincuenta años y yo entonces tenía 35 y unos 130 kilos. Chocarme a mí es como chocar contra esta pared –compara–. Empezamos la lucha y en un momento me resultó tan fácil que le fui a hacer una toma y ya lo tenía para tirarlo, cuando él me gritó: ‘¡No, no, por favor!’. Y lo largué. Después le dije la verdad: ‘Yo luché, no te quise mandar al hospital’. El me dijo: ‘El catch tiene estas cosas, vos sos muy fuerte y yo ya me tengo que ir retirando’. Hay una adrenalina especial que hace que en un punto no puedas medir el golpe. Hay momentos en que si no sabés controlar tu fuerza, podés terminar matando al otro.” ¿Qué tipo de luchador es La Masa? ¿Cómo se definiría? “No soy guapo, pero sí muy valiente y de enfrentar al rival –responde–. Yo me planto en el medio del ring y domino la situación.”

Barthes plantea que la función del luchador de catch no consiste en ganar, sino en realizar “los gestos que se esperan de él”. Que el catch exige “gestos excesivos, explotados hasta el paroxismo de su significación”. Ganar o perder, triunfo o derrota. Las dicotomías anulan los matices. Simplifican lo complejo. “Cuando pierdo, intento ver mi error y aprender de lo que fallé. Si pierdo porque el rival es más fuerte y luchó mejor, sigo entrenando. Pero a veces no se puede ver el error. Una vez me doblé el tobillo y sentí que, al no poder pisar bien, no quería arriesgar más. Y me rendí. Si seguía, me iba a lesionar más y no iba a poder participar en la otra fecha. Pero a La Masa no le gusta estar del tercer lugar para abajo. O soy primero o segundo”, explica Montanari, consciente del papel que cumple en esta “verdadera comedia humana” del catch, en términos del filósofo francés. “Alguien me dijo que La Masa genera mucho amor y mucho odio. Tengo una sala llena de envidiosos. Pero a mí lo único que me importa es que me quieran los niños.”

–¿Por qué genera odio?

–Qué pregunta, Mario... En primera instancia yo estudié teatro, cine, actuación, y estoy involucrado en este tema hace más de veinte años. Yo observo mucho, nunca bajo los brazos. Me parece que la envidia viene de la gente que no tiene la cultura de seguir para adelante. A mí me da pena haber conocido luchadores que hoy podrían haber sido cómodos pares míos. Yo sigo viviendo en Ciudadela, donde nací. Ni siquiera me mudé de barrio. Pero ya estoy inmunizado, hoy La Masa está enfocado en cosas que suman. Este deporte se presta para muchos fantasmas y mentiras. Subir al ring no te hace ser luchador. Un campeón de Fórmula 1, antes de subirse al auto, vino de una categoría menor. Acá, en uno o dos años que practican ya se creen luchadores profesionales.

En su itinerario actoral hay que incluir la serie Guita fácil (2010), que aún no se estrenó, donde hizo de pareja de José María Muscari. La Masa es padrino de dos salitas infantiles, en el Hospital Posadas de Haedo (en el sector de oncología) y en el Hospital de Clínicas. Entrena diariamente una hora de musculación y practica lucha una vez por semana dos o tres horas. Cuando tiene torneo, trabaja menos musculación para no desgastarse y llegar fatigado. “Me llamaron del programa de (Marcelo) Tinelli. Yo bailo muy bien rock –se agiganta el grandote–. Mi papá mide dos metros y bailaba americano. Hoy tiene 75 años, pero me acuerdo de cómo bailaba y lo bien que lo hacía. Y es un mono... Si voy al Bailando..., gano. Contra quien me pongan, gano.”

* La agenda de shows de La Masa y sus luchadores se puede consultar en www.elclubdecatch.com o en la página de Facebook.

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