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Miércoles, 7 de mayo de 2014
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El mexicano Joselo Rangel presentará Crócknicas de un tacvbo

Textos sobre nada y sobre todo

El guitarrista de Café Tacvba publica columnas semanales en el diario mexicano Excélsior, compiladas en el libro editado por Gourmet Musical. Hoy charlará con Leandro Donozo y Humphrey Inzillo y luego tocará con una especie de “seleccionado indie” local.

Por Roque Casciero
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“Gracias a la columna en el diario, la gente comenzó a conocerme”, asegura el tacvbo Joselo Rangel.

Pixies, Bob Dylan, Joy Division, Babasónicos. Pero también el Pulpo Paul, las formas de ordenar colecciones de discos, el frío, los ovnis, los beneficios y la culpa que genera la piratería... Y mil anécdotas de Café Tacvba, claro. Desde hace más de siete años, Joselo Rangel, guitarrista del cuarteto mexicano, escribe sobre los temas más variopintos en su columna semanal “Crócknicas marcianas” del diario Excélsior. Una selección de esos textos dio forma a Crócknicas de un tacvbo, el libro que acaba de publicar Gourmet Musical y que el propio Rangel presentará hoy a las 20.30 en la sala Jorge Luis Borges de la Feria del Libro. Allí, el músico y escritor charlará con los periodistas Leandro Donozo y Humphrey Inzillo y luego tocará algunas canciones que compuso para Café Tacvba y de su disco solista, Oso, junto a sus colegas argentinos Alfonso Barbieri, Jimena López Chaplin y María Ezquiaga, y el mexicano Carlos Avilés. “Desde chico leí muchas revistas y libros de rock, pero no tomé ningún curso de periodismo ni nada”, se ríe Rangel. “Más bien, fui aprendiendo mientras escribía las columnas. Ahora me doy cuenta de que la única forma de aprender algo es haciéndolo.”

–Cuando empezó, ¿imaginaba que iba a hacerlo tanto tiempo?

–Acepté porque había dejado de beber. Si lo hubiera hecho cuando bebía, no habría llegado a las fechas de cierre. Pero sentí que estaba dispuesto a hacerlo y no he fallado porque sigo sobrio. Cuando me contrataron para esto, lo vi como un trabajo. Uno muy disfrutable, pero trabajo al fin, en el que me pagan y todo. Siempre pensé que en algún momento iban a decirme que ya no siguiera; el primer año tenía ese miedo. Pero les ha funcionado a ellos, me funciona a mí y sigo escribiendo. A lo mejor, si ahorita me despidieran, seguiría haciéndolo por las redes sociales aunque no estuviera pagado.

–En una de las columnas cuenta que hay un crítico que sostiene que Oso es el peor disco de la historia del rock mexicano.

–Exacto (se ríe). La mejor recepción la tuvo en la Argentina, mucha gente me dijo que le había gustado ese disco. En México, la reacción fue muy extraña, tanto de los fans de Tacvba como de este periodista. Hubo un rechazo total, no lo recibieron bien de entrada. Y este periodista no pierde la oportunidad de recordarlo: reseña el disco de otro artista y dice “Bueno, éste es malo, pero no tan malo como Oso” (carcajadas). Cada quien puede tener una opinión distinta, hay que verlo de ese modo.

–En un punto, eso se enlaza con sus columnas.

–Claro, porque es una opinión. Lo que hago es compartir algo con el lector y puedo estar en lo correcto o no, pero parto de la idea de que todos tenemos opiniones distintas. Lo que me ha sucedido con la columna es que la gente empezó a conocerme, porque al ser de un grupo y no ser el vocalista, la gente tiene una comunicación directa conmigo, sabe lo que me gusta y lo que no. Se me hace interesante que dejen de vernos como un solo personaje. Porque hay gente que cree que todos los Tacvbos somos vegetarianos porque Rubén (Albarrán, cantante) lo es. Pero yo no como carne roja, pero sí pollo y pescado, y Quique (Rangel, bajista) y Meme (Del Real, tecladista) son súper carnívoros. Dentro de un grupo hay diferentes visiones, vivencias, aportes...

–Aunque en una columna les da algunos palos a las redes sociales, de alguna manera se armó una red social a la antigua: publicando en un diario.

–Exactamente. Ahora saqué un blog (www.textosmutantes.com) en el que escribo ficción y la publico cada semana y me di cuenta de que necesitaba de Facebook para publicitarlo, para llegar a más gente y poder tener contacto. Así que volví a esa red social. Los cuentos no salen en ningún periódico ni nada. Y veo que la gente postea dando su opinión, que es exactamente lo que yo hago, pero yo lo pongo en una columna.

–En el libro cuenta que trabajar con fecha de cierre le impuso cierto rigor, pero que también lo llevó a mirar más lo que tiene alrededor.

–Y eso también me llevó a publicar los cuentos semanalmente: sabía que si no me imponía ese rigor, iba a dejar esos cuentos otra vez por ahí. Ahora trabajo cada semana en los textos de la columna, en ficción y también en canciones. El “tener que” hacer algo me ayuda: me gusta tener el rigor de la fecha de cierre, encuadrar todo, ponerme límites.

–Más allá de su interés en algún libro, un disco o una película, ¿cómo le surgen los temas para las columnas?

–Pues quién sabe (risas)... Me acuerdo de que en algún momento no tenía de qué escribir, porque había cosas que pensé que sólo me interesaban a mí. Y cuando las escribí, la gente me decía que estaba buenísimo. No entendía, porque no se trataba de nada, era yo pensando algo mío. Alguna vez, mi papá me dijo que eso era lo más interesante, que de eso se trataba el arte: mostrar algo que nada más tú estás pensando. También fue un hallazgo poder escribir sobre nada. Aunque no soy tan fan de Seinfeld, lo más interesante es que es sobre nada. Bueno, mi columna es sobre nada.

–Usted siempre fue muy lector. ¿Tenía el deseo de escribir?

–Aunque parezca que sí, no soy tan consciente de qué pasos voy dando. Más bien, voy tomando las oportunidades... Cuando se acercaron para ofrecerme esta columna, lo hizo un amigo periodista al que se lo habían ofrecido y no podía hacerlo. Le preguntaron quién creía que podía hacerla y él sabía de mi interés por escribir, por eso se me acercaron.

–Pero ahora empezó con los cuentos sin que nadie se lo pidiera.

–Exacto. Ya fue diferente, esto sí fue como un hallazgo. Y es lo que me gusta de esta forma de trabajar: si realmente quería escribir cuentos y publicarlos, debía hacerlo. En otra época podías pasarte años quejándote de que nadie te publicaba, pero ahora, con Internet a tu disposición, ya no hay pretexto. Me di cuenta de que ninguna editorial iba a pedirme mis cuentos porque soy un músico. ¿De qué manera van a enterarse de que tengo estos textos, de que quiero hacerlo, de que quiero dedicar vida a publicar libros? Entonces dije: “Bueno, ya”, y empecé.

–En el libro usted habla de lo injusta que se pone la edad con los músicos y de que a los escritores nadie les reprocha que tengan 80 años. ¿Está abriendo una puerta para el futuro?

–Sí, me ha pasado por la mente. Prefiero estar publicando libros de cuentos a andar de gira... Aunque ahora siento distinto salir de gira: antes me pesaba dejar mi casa, ahora lo estoy disfrutando más. Pero sí, me interesa tener una continuidad con publicar y con que la gente conozca lo que estoy haciendo. Me apasiona el mundo del libro, me gusta leer y me gustaría ver no uno sino varios libros míos en librerías. Así que es algo que quiero desarrollar.

–Claro, ahora tiene que escribir el peor libro de cuentos de la historia de la literatura mexicana.

–¡Seguro alguien ya lo está diciendo!

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