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Lunes, 12 de mayo de 2014
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Ser judío en los años setenta, de Daniel Goldman y Hernán Dobry

Víctimas, victimarios y observadores

Por María Daniela Yaccar

El juez federal Daniel Rafecas explicó que Ser judío en los años setenta, de Daniel Goldman y Hernán Dobry, es un libro que puede ser interpretado “en tres partes”: “Si bien está enfocado en las víctimas, también permite acercarnos a la perspectiva de los perpetradores y a esa zona gris que está entre víctimas y verdugos: los observadores”, sostuvo. En la presentación del libro en la sala Arlt de la Feria del Libro, el sábado, se remarcó que ése es uno de los aportes más valiosos de este trabajo: el hecho de que, en parte, pone en la mira la actitud de las instituciones comunitarias durante la dictadura. También fueron oradores Felipe Pigna y Carlos Díaz, de la editorial Siglo XXI.

La sala estaba atestada de gente, había muchos amigos de los autores que se emocionaron ante las reflexiones de un tema “que no pertenece al pasado, sino que tiene absoluta vigencia”. “Del libro se desprende que la dirigencia comunitaria de aquel entonces no salió del rol de observadora. Es el mismo error que tuvo la sociedad civil en general, y buena parte de las iglesias cristianas”, sostuvo Rafecas, quien investiga casos de lesa humanidad y es un estudioso de la Shoá. “A treinta años de la recuperación de la democracia, el principal cometido que tenemos como sociedad es que nunca más, ningún ciudadano y ninguna dirigencia vuelva a colocarse en el rol de mero observador, especialmente frente a la violencia.”

Las palabras de los autores se centraron en el mismo aspecto. El rabino Daniel Goldman recalcó que “la función de un dirigente es acompañar al que está sufriendo”. “No queremos que nuestros hijos sean los lamentadores del pasado. Ese es el mensaje del libro. Es una parte de mi vida todo esto, y es cerrarla haber podido escribir esto. Soy coleccionista de causas perdidas. Hay que tener paciencia porque la paciencia es la ciencia de la paz. Si se ingresa al mundo de los derechos humanos, nunca se sale de él”, expresó. Contó que el texto fue escrito en gran parte en la comunidad Bet El, “un símbolo de la resistencia”. “Este libro no busca elevar un dedo acusatorio contra nadie, sino dejar un legado para que las generaciones futuras puedan tomar la vivencia que tuvo que atravesar la comunidad judía en esas épocas”, dijo el periodista Hernán Dobry. “La importancia es la transmisión.”

A su turno, Pigna dijo sobre el libro (cuyo título completo es Ser judío en los años setenta. Testimonios del horror y la resistencia durante la última dictadura): “Cuando convertimos la memoria en historia le estamos dando una categoría superior. El libro tiene la virtud de combinar muy buenos textos con conmovedores relatos y testimonios. Comienza hablando de militantes judíos desaparecidos que ya no están por enfrentar la injusticia, por querer tener un país mejor. Existe una especie de naturalización, como si se tratara de una obviedad, del maltrato de los represores a los judíos. Estos grupos tenían como modelo la sociedad occidental y cristiana, modelo que no contiene a los judíos”. El historiador recordó un discurso de Massera en el que nombró a Marx, Freud y Einstein: “tres judíos peligrosos”. Se recordó que hubo entre mil y 1500 víctimas judías del terrorismo de Estado en los setenta.

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