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Martes, 7 de abril de 2015
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Espectáculo de Luis Pescetti y Juan Quintero

Afinidades electivas

El libro Cartas al Rey de la Cabina, del músico y escritor, se convirtió en un hermoso espectáculo que combina lecturas y canciones. Hoy habrá una nueva función en el Teatro Picadero.

Por Sergio Sánchez

Dicen los poetas que el desengaño amoroso es una de las fuentes más fértiles para el arribo de la inspiración. Algo de eso hay en Cartas al Rey de la Cabina, un libro del músico y escritor Luis Pescetti que, casi de casualidad, se convirtió en un precioso espectáculo que combina lecturas y canciones. Cuando se publicó el libro, en 2010, a Pescetti se le ocurrió invitar a la presentación al músico tucumano Juan Quintero y la química que se generó fue tan grande que decidieron darle continuidad al encuentro. Después de varias temporadas a sala llena –de hecho, acaban de agotar tres funciones en marzo–, Quintero y Pescetti siguen presentando Cartas al Rey de la Cabina, hoy y el 21 de abril, a las 21, en Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857). Con exquisita prosa poética y abundantes recursos literarios, Pescetti lee durante el espectáculo las cartas que Paloma, la protagonista del libro, le escribe a un amor que “huyó” de su vida. Entre texto y texto, Quintero va coloreando con su guitarra y su voz las situaciones que Paloma narra en cada carta. Lo curioso es que las canciones no fueron compuestas pensando en el libro, sino que se trata de piezas de autores latinoamericanos (principalmente vinculados con la música popular) y, en menor medida, europeos. Es más, en cada función varía la mayoría de las canciones, al igual que las cartas.

A excepción de “Paloma”, de Acá Seca Trío, y alguna otra, las canciones que integran el espectáculo no fueron compuestas por Quintero. En esta puesta, el músico tucumano logra apropiarse de canciones de otros como si fueran de su propia cosecha. De esta manera. Quintero demuestra aquí no sólo sus dotes como intérprete, sino su apertura artística, que excede la música de raíz folklórica. ¿Y qué decir de Luis Pescetti? El músico y escritor, con una larga experiencia en escenarios, confirma que su pluma no se limita a la literatura infantil. En este trabajo, Pescetti transita de manera original por una de las temáticas más abordadas por la literatura: el amor (y sus consecuencias). Paloma, una joven que no debe alcanzar los veinte años, se enamoró perdidamente de un hombre mayor que ella. Pero, al parecer, el amor se terminó o nunca pudo ser. Resulta que este hombre, Antonio, se fue a trabajar a lo alto de una grúa jirafa, una acción que no significa otra cosa que huir de ella. “Ella escribe estas cartas para seguir destilando su amor y para entender por qué y para, de alguna manera, seguir con él”, cuenta Pescetti. Paloma le escribe una y otra vez, pero casi nunca recibe respuestas. No hay lugar para ella en la cabina. “Debes sentirte libre, encerrado en tu torre, adicto al silencio”, le reprocha, con ironía, Paloma.

Pescetti recuerda que apenas empezó a escribir las cartas se dio cuenta de que era la voz de una mujer joven la que contaba su historia. “Hacía años que tenía ganas de escribir desde la voz de una mujer, inspirado un poco por algunas canciones de Chico Buarque y una novela de John Berger (Lila y Flag). Cuando empecé a escribir las cartas, estaba viviendo en México, era la época de lluvia; el cielo se pone limpio y aparece toda la nostalgia, esa melancolía de la lluvia”, explica Pescetti. Los textos que componen la puesta tienen una riqueza literaria, una emotividad y una musicalidad tan contundentes que el público inmediatamente entra en complicidad con la propuesta. “Querido Rey de la Cabina. Crecieron todas las semillas de tu carta. / Vieras qué hermoso prado. / Los abrazos crecieron sanos y fuertes rodeando mi cintura. / Crecieron besos en mis pies (¿sembraste besos para mis pies o fue un error del viento?) / Te espero convertida en Luna”, dice una de las cartas. “Baja de tu grúa a estirar los brazos. / Ven a ver cómo falla, también, la primavera”, remata otra, como una bofetada.

“Así como yo me salí de mi lugar de músico y escritor para niños para escribir este libro, lo invité a Juan a que no buscara las canciones en los lugares habituales. Juan escucha de todo y a veces le arrimo alguna canción”, cuenta Pescetti. El resultado fue más que gratificante. La espontaneidad, la compatibilidad artística y el respeto mutuo que transmiten desde el escenario son, sin dudas, los pilares de la propuesta. Una de las canciones que Pescetti le “arrimó” a Quintero fue “Para llevarte a vivir”, del español Javier Ruibal, que parece hecha a la medida del guitarrista tucumano. Otra preciosa versión que se desprende del espectáculo y que circula mucho por las redes sociales es “Amapola”, una obra del dominicano Juan Luis Guerra. Si bien las canciones varían en cada función, algunas de las que suelen integrar el repertorio son “Piropo” (Jaime Roos), “Puerta de los dos” (Fernando Cabrera), “Laura va” (Almendra), “Volver en un cuento” (Ramón Ayala), “Canción para renacer” (Eduardo Mateo), “Esa Morena” (Leo Masliah) y “Tu cuerpo mediodía” (Spinetta), entre otras.

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