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Lunes, 20 de abril de 2015
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Bafici. Entrevista con la actriz francesa Isabelle Huppert, presente en el festival

“Toda película es inevitablemente una aventura”

La protagonista de Niña de día, mujer de noche participará de un encuentro con Guillermo Kuitca en el Colón, y es objeto de una retrospectiva. “No creo que por cuestiones morales unos personajes sean más riesgosos que otros”, dice la actriz fetiche de Chabrol.

Por Horacio Bernades
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Isabelle Huppert es la invitada de más cartel del Bafici.

“Se cayó realmente”, cuenta Isabelle Huppert, refiriéndose a la escena de Loulou en la que ella está con Gérard Depardieu en un hotel de citas y se les viene abajo la cama. Eso que treinta y cinco años atrás, cuando se filmó la película, Depardieu pesaba casi 100 kilos, menos que ahora. “Acabamos de filmar de nuevo juntos y volvimos a sentirnos muy cómodos. La película se llama Valley of Love y la dirige Guillaume Nicloux, con quien trabajé en la nueva versión de La religiosa, que dentro de poco se estrena aquí.” La actriz francesa de mayor proyección internacional de tiempos post-Deneuve es la invitada de más cartel de la 17ª edición del Bafici, evento que además le dedica una retrospectiva necesariamente incompleta. Habiendo debutado en cine antes de los 20 años, en los más de cuarenta que ya suma de carrera Huppert, lleva filmadas ciento veinte películas. O sea que la retro del Bafici, que abarca desde la mencionada Loulou (Maurice Pialat, 1980) hasta la por aquí inédita Captive (Brillante Mendoza, 2013) cubre un 10 por ciento exacto de su filmografía. Pero un 10 por ciento bien representativo de lo que podría llamarse “perfil Huppert”.

Diversidad, selectividad y grandes autores son constitutivos de ese perfil, llevando a que su nombre al frente de un elenco funcione casi como garantía de calidad por sí solo. Los nombres de Jean-Luc Godard (Passion, 1982), Marco Ferreri (Historia de Piera, 1983), Claude Chabrol (Madame Bovary, 1991), Raúl Ruiz (Comedia de la inocencia, 2011), Michael Haneke (La profesora de piano, 2001), Patrice Chereau (Gabrielle, 2005), Claire Denis (White Material, 2009), Benoit Jacquot (Villa Amalia, 2009) y el mencionado Pialat en Loulou (perla a redescubrir) dan testimonio de ello en la retro del Bafici. Así como sus aportaciones a films del auteur coreano Hong Sang-soo (En otro país, 2012) y el filipino Brillante Mendoza prueban su permanente predisposición a lo que podría llamarse “viaje cinematográfico”.

“No sólo ésas: toda película es inevitablemente una aventura, una experiencia nueva”, desmitifica Huppert, sentada en una suite del Hotel Alvear que parece pensada para que no se sienta tan lejos de París. “Cada película es un mundo distinto, no se parece a nada previo”, ratifica la actriz de Niña de día, mujer de noche (1978), Malina (1991) y Home (2008). “La verdad que fue hace tanto que no recuerdo muy bien cómo fue”, dice la protagonista de La ceremonia (1995) cuando se le pregunta por sus comienzos en el cine. “Recuerdo que a los 18 años me presenté a un casting y me tomaron. Era para una película llamada Le bar de la fourche. En ese momento yo tenía la sensación de que entrar al cine sería imposible. Sin embargo entré, de la manera más natural.” Su siguiente papel, ese mismo año, en César y Rosalie (Claude Sautet), anticipó dos constantes: la hiperproductividad y la preferencia por parte de los grandes nombres del cine de su país.

De 1974 es Las cosas por su nombre (Les valseuses, Bertrand Blier, 1974), donde una Huppert cubierta de pecas rojas (“pecosa pecaminosa”, dio alguna vez en el clavo el crítico Gustavo Castagna) era la virgencita a la que los anárquicos Depardieu & Dewaere decidían desvirgar, como modo de profanar la familia burguesa. “¿A qué se refiere?”, repregunta cuando se le menciona su proclividad por papeles arriesgados. Se le enumera: la chica burguesa que se prostituye en Niña de día, mujer de noche (Claude Chabrol, 1978), la desvergonzada amante del comisario asesino en Más allá de la justicia, la compañera de juegos sexuales de la mamá en Historia de Piera, la abortista de Un asunto de mujeres (Chabrol, 1988), la asesina de clase de La ceremonia, la docente masoquista de La profesora de piano (2001), la mamá incestuosa de Ma mère (Ch. Honoré, 2004). “Mmmhhh...”, musita apenas, en una bajada de perfil muy característica. “Todo personaje es risqué. Todos tienen sus complejidades, ninguno es fácil, siempre representan una aventura. No creo que por cuestiones morales unos sean más riesgosos que otros.”

Personajes, dijo. Se inquiere si tiene algún método o sistema para interpretarlos. Menos éxito que con la pregunta anterior. “No, no tengo ningún método o sistema. Encaro a cada personaje como creo que el guión lo pide. Trabajo sobre todo con la voz y los ritmos del diálogo.” Con excepción de sus compatriotas Jeanne Moreau y Catherine Deneuve, Huppert filmó con más maestros que ningún colega vivo. ¿Pensó alguna vez en dirigir una película? “No. Tal vez algún día, nunca se sabe. Pero hasta ahora no sentí la necesidad. Soy muy vaga, dirigir da mucho trabajo. Y no me genera preguntas.” ¿Su trabajo de actriz sí la mueve a hacerse preguntas? “Seguro, siempre.” ¿En qué momento, antes, durante o después del rodaje? “Antes, ante el guión sobre todo. Durante el rodaje nunca, ese es momento de trabajar, no de hacerse preguntas. Y después ya está.”

–¿Es de confiar en sus directores?

–El cine es un trabajo de grupo, la película funciona cuando el grupo funciona. Uno nunca trabaja solo. Siempre tuve la suerte de dar con directores que sabían lo que querían. Confiar es inevitable, uno se pone en sus manos.

Se sabe que Jean-Luc Godard y Hong Sang-soo, dos de los directores con los que filmó (con Godard dos veces, en Sauf qui peu [la vie], 1980, y Passion), filman sin guión. Huppert sostiene que esa modalidad le funcionó muy bien. “Siempre es bueno hacer lo que uno no está habituado a hacer. Godard filma sin guión, pero es muy preciso en sus indicaciones, sabe perfectamente lo que quiere”, señala. Esta señora parisina que vino a Buenos Aires acompañada de uno de sus tres hijos fue, como se sabe, la actriz fetiche por excelencia de Claude Chabrol. Con el realizador de Gracias por el chocolate (2000) filmó siete películas, desde Niña de día, mujer de noche hasta La comedia del poder (2006). “Todo resultaba muy sencillo. Ninguna complicación. Nos entendíamos muy bien. A los dos nos interesaba lo que no estaba a la vista, el misterio de los personajes.” Se hace mención a su cinefilia. La niega. “No me considero cinéfila, hay montones de cosas que no vi. Claro que me gusta el cine, y cuando voy a ver una película confirmo por qué elegí este trabajo. Pero nada que ver con Bertrand Tavernier, que se conoce de arriba abajo todo lo que se filmó. Eso sí, me gusta ver toda clase de películas, mientras sean buenas. Lo que no puedo decir es cuáles son mis directores favoritos. Son tantos que no podría nombrarlos. Ya sean franceses o no, yo no puedo nombrar a dos o tres, estaría dejando un montón afuera.” OK: tres de todos esos. Tres no, uno: David Cronenberg. No hay que esforzarse demasiado para imaginar a la prostituta secreta de Niña de día, mujer de noche, a la fría asesina de La ceremonia, a la obsesionada mujer de carrera de La escuela de la carne, a la reservada pasajera del hotel Alvear, como heroína de una próxima película de Cronenberg.

* Encuentro con Isabelle Huppert y Guillermo Kuitca, mañana, a las 17.30, en el Salón Dorado del Teatro Colón. Modera Andrés Di Tella. Las entradas se retiran mañana, a partir de las 10, en el puesto de informes del Centro Cultural Recoleta.

* Retrospectiva Isabelle Huppert: consultar horarios y funciones en http://festivales.buenosaires.gob.ar/2015/bafici/es/peliculas/ actividades/18-isabelle-huppert

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