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Domingo, 21 de junio de 2015
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Opini贸n

La era del click

Por Eduardo Fabregat
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Y un d铆a, el gigante sali贸 a jugar de nuevo. Con la presentaci贸n realizada la semana pasada en San Francisco, Apple produjo otro movimiento en un tablero que sigue cambiando, no siempre para bien. Con Apple Music, la industria musical suma una variable que, como todo en la empresa de la manzanita, quiere hacer ruido... e imponer condiciones. Es que, como pocas veces en su historia, la criatura de Steve Jobs hab铆a quedado detr谩s de los hechos en la carrera por c贸mo vender m煤sica en el siglo XXI. Mientras el streaming se impon铆a, iTunes segu铆a atado al downloading; mientras Spotify se com铆a el mercado con un sistema mixto de suscripci贸n paga o 鈥済ratis con publicidad鈥, iTunes porfiaba con un sistema cerrado que los consumidores empezaron a dejar de lado. Mientras el rapper Jay Z juntaba estrellas en la presentaci贸n de su app Tidal, en Apple trabajaban contra reloj para no tener que postergar la presentaci贸n oficial. Demasiado para esa hist贸rica aura de vanguardia vestida de blanco reluciente.

Seg煤n lo anunciado por el CEO Tim Cook, Apple Music ofrecer谩 鈥揺ntre otras cosas鈥 un cat谩logo de 37 millones de canciones y una radio global curada por Zane Lowe, legendario DJ que dej贸 la BBC para ponerse al frente del asunto. Es sabido que la compa帽铆a juega siempre fuerte, y tiene por delante la tarea nada menor de dominar en un mercado cuya din谩mica va a menudo un paso adelante de los pensadores del negocio. El problema es que jugar fuerte a veces implica jugar sucio: entre todas las informaciones relacionadas con el nuevo Apple Music no ha habido mucho espacio para un tema algo oscuro, que es la investigaci贸n que llevan adelante el Departamento de Justicia y la Comisi贸n de Comercio Federal sobre probables pr谩cticas contrarias a la 茅tica.

Los t茅rminos resultan algo curiosos en el mar de tiburones que suele ser el capitalismo salvaje, pero sucede que Apple cruz贸 algunos l铆mites. Seg煤n lo denunciado, la compa帽铆a ejerci贸 presi贸n sobre las grandes discogr谩ficas para que no renovaran sus contratos con el servicio gratuito de Spotify, y le habr铆a ofrecido a Universal Music Group el mismo monto de dinero que recibe de YouTube a cambio de que quitaran todo su cat谩logo de la popular铆sima plataforma de video, que se ha convertido en un medio nada menor 鈥搚 gratuito鈥 de consumo de m煤sica. Los oficiales del Departamento de Justicia ya realizaron varias entrevistas con ejecutivos de la industria; para ensombrecer a煤n m谩s el panorama, la Comisi贸n de Competencia de la Uni贸n Europea tambi茅n est谩 demostrando inter茅s en las pr谩cticas comerciales de Apple.

Mientras tanto, el debate de fondo sigue all铆, esperando alguna vez aparecer en el centro de la escena. No es casual que artistas de primera l铆nea como Radiohead o Taylor Swift hayan quitado su material de los sitios de streaming. Es una forma de llamar la atenci贸n sobre el pago 铆nfimo que supone a los artistas el material online. Es positivo que lo hagan ellos, que acumulan una cantidad de reproducciones que garantizan un cheque jugoso: para los m煤sicos sin mayor exposici贸n, poner sus canciones en Spotify o Deezer es necesario para 鈥渁parecer鈥 en el vasto universo virtual, pero con un promedio de 0,007 d贸lares por click est谩 muy lejos de representar un ingreso significativo. Hace poco, el sitio web Information is beautiful hizo un c谩lculo que ayuda a comprender el escenario: para llegar a 1260 d贸lares, el salario m铆nimo en EE.UU., un m煤sico independiente, sin contrato con una compa帽铆a major, tiene que conseguir 70 mil reproducciones en Beats Music o Google Play; 96.923 en Deezer; 180 mil en Spotify o Tidal, y 700 mil en YouTube. Seg煤n el 煤ltimo informe del mercado digital elaborado por IFPI (International Federation of Phonographic Industry), en 2014 las ventas digitales crecieron un 6,9 por ciento y totalizaron 6850 millones de d贸lares, el 46 por ciento de la torta global. A comienzos de este a帽o, la venta de m煤sica en modo virtual super贸 por primera vez a los formatos f铆sicos. El dinero fluye por todos lados, pero a los m煤sicos les llegan las 煤ltimas gotas.

Y hablando de m煤sicos, quiz谩 el que entreg贸 la visi贸n m谩s 谩cida sobre la fiebre del streaming fue uno que tambi茅n tiene la vida resuelta, y ni siquiera le importa mucho solidarizarse con los colegas. Al ver la rutilante presentaci贸n de Tidal (que promete un mejor pago a los m煤sicos pero ofrece los mismos porcentajes, y poco despu茅s del debut se desplom贸 por debajo de las 50 aplicaciones m谩s bajadas en Estados Unidos), Noel Gallagher dej贸 caer su habitual vitriolo en Rolling Stone: 鈥淧ens茅 que toda esa gente en el escenario iba a darse cuenta que parec铆an minions de Jay Z. 驴Qui茅nes se creen que son, los fucking Vengadores? Al d铆a siguiente habl茅 con Chris Martin y le pregunt茅 si le interesaba ganar el Nobel o algo as铆. Estaban todos con esa actitud de 鈥榲enimos a salvar el negocio de la m煤sica鈥. Escriban un estribillo decente. Dejen de hablar de las regal铆as y el 鈥榩oder de la m煤sica鈥. Escriban una puta canci贸n. Empiecen con eso鈥.

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