Quisiera saber qué hay adentro de las Madres oler sus vestidos planchados en las habitaciones con rezos alguna sin rezos otras
Todas invariablemente con fotos de sus hijos y la hornalla encendida o el ventilador de techo con un aspa rota
Las reconozco por las mejillas
Las recuerdo con solo verlas una vez
Son mi abuela a la que le desaparecieron su Sicilia y si bien era buena, me aconseja no jugara con los indios esos de por allá, donde vivÃa el Conejo y su tropa de bandidos Quiero saber que hay dentro de ellas que fuerza con olor a comida las hace alzarse entre los vivos para vivir con tantos muertos...ah... el dÃa que logre ser una de ellas que huela al carmÃn de las señoras viejas, perfumadas con ese olor raro, profundo y respetable que es olor de la Historia Que da un poco de miedo, reverencia y nos hace bajar la cabeza Porque somos, en su vientre, a su lado una nada misma pero una nada que las friega suavemente cuando sus pies están lastimados de tanto andar y andar detrás de las sombras chinescas de una nada que los machos cabrÃos nunca vieron y que seguramente abandonarÃan ¿Que hay, Dios mÃo, que hay dentro de ellas?
Que jazmÃn puritano y rabioso a la vez la tornó animales
Que raÃz montuna, hechizada les rabió las manos y las hizo superiores
Que maldito hacedor de desmilagros las engendró
Ah, Dios, si existieras, sencillamente con la honda caladura de este barco muriéndose de amor y de injusticia que soy me pondrÃa a silbarles con una sirena, apacible para que nunca encallen para que no callen, para que nos vuelvan a salvar ahora que el agua de algunos rÃos de esta Sudamérica podrida de rencor pretende volver a comérselas o lastimarlas o entristecerlas
Ah Dios estos hijos de puta de piel intachable y dientes blancos son los que las acechan en los emperadores, en los empeoradores desde sus tumbas en vida, sus escritorios con fotos de bebés y nunca jamás de los jamases se preguntaron que hay dentro de ellas
Si lo supieran ni se animarÃan a faltarles el respeto. Yo lo descubrà esta noche
Lo que llevan dentro es simplemente una maternidad de mamushkas
Donde termina una madrecita hay otra dentro, y otra, y otra más hasta este infinito de flores preciosas que han sabido hacer nacer todos los dÃas desde sus vientres de siglos y sus edades de jovencitas mamás que nos protegen sea el pañuelo blanco de una bienvenida hecha con la tela del corazón.
más alucinante que Dios o naturaleza alguna se haya puesto a fabricar.
* Músico y cantautor.
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