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Miércoles, 23 de marzo de 2016
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La plataforma Screening Room abre el debate sobre nuevos paradigmas de lanzamiento

El living de casa como sala de estreno

El proyecto, que ya tiene famosos defensores y detractores, como Steven Spielberg y James Cameron, propone un sistema de streaming por el cual se podría acceder a un estreno en simultáneo a su exhibición en salas tradicionales desde el televisor de casa.

Por Ezequiel Boetti
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Steven Spielberg se pronunció a favor del proyecto, mientras James Cameron es un férreo opositor.

En octubre del año pasado, el realizador y productor Mariano Llinás justificó la elección de exhibir fragmentos de su largometraje Transiberiano en la vidriera del taller del colectivo artístico Mondongo planteando una dicotomía entre los modelos de consumo audiovisual pensados por Edison y los Hermanos Lumière a fines del siglo XIX. “Los dos entendieron la manera de generar la sensación de movimiento, pero el primero se equivocó inventando un formato chico e individual como el kinetoscopio cuando los otros hicieron el cinematógrafo para una proyección masiva en la que todo se viera más grande. Hasta que en un momento Edison empezó a remontar y hoy ya ganó: en lugar de ver una cara del tamaño de una pared, se ve una persecución de indios y vaqueros en una pantalla chiquita”, comparó. No sería de extrañar que, en la última semana, el responsable de Balnearios e Historias extraordinarias se haya vanagloriado de sus ideas ante el flamante proyecto estadounidense Screening Room, que promete llevar la experiencia del estreno en salas al living de casa. Como era de esperar ante una iniciativa de consecuencias tan radicales, las voces a favor y en contra –desde Steven Spielberg hasta John Cameron, pasando por Peter Jackson– tronaron con fuerza a lo largo y ancho de la industria de la pantalla (por ahora) grande.

Sean Parker ya sabe de qué se trata ser el máximo responsable de un cambio de paradigma cultural. Cofundador de Napster, una de las plataformas pioneras en descarga de música, y primer presidente de Facebook, el estadounidense volvió a la carga hace unos días anunciando un emprendimiento creado a cuatro manos junto al empresario musical Prem Akkaraju llamado Screening Room, que consiste en un sistema de streaming mediante el cual el espectador podría acceder a un estreno en simultáneo a su exhibición en salas tradicionales durante 48 horas y desde la comodidad de su sillón, siempre y cuando esté dispuesto a pagar un abono inicial de 150 dólares y 50 dólares por título (cifra equivalente a alrededor de seis entradas), 20 de los cuales irían a los exhibidores. Cada contratación incluiría, además, dos tickets para ir a una sala. “¿Cómo van a determinar a qué cadena beneficiaría ese bonus en zonas donde hay un gran números de salas?”, se preguntó el dueño de la empresa Premium iPic Theaters, Hamid Hashemi, en una nota del sitio web Deadline.com.

La de Hashemi es apenas una de las varias dudas que circulan entre los exhibidores, quienes verían reducido un negocio que el año pasado reportó un ingreso récord de taquilla de 11.000 millones de dólares sólo en Estados Unidos. Según Deadline, gran parte de ellos ve en Screening Room a “un medio que podría ponerle fin no sólo a la exhibición tradicional, sino también a la mismísima industria, igual que Napster diezmó a la de la música”. La Asociación de Dueños de Salas Norteamericanas (NATO, por sus siglas en inglés), que nuclea a exhibidores de 50 estados y a otros de 81 países, emitió un comunicado en el que afirma que “es gracias a la ventana de lanzamiento exclusiva en cines que las nuevas películas se transforman en eventos cuyo éxito potencia el valor de la marca y estimula los beneficios en los mercados inferiores”. Los “mercados inferiores” –negocios periféricos como la venta de merchandising, comidas y bebidas– significan alrededor del 85 por ciento de la ganancia de los exhibidores, cifra que crece exponencialmente cuando de una película infantil se trata. Tiene su lógica, entonces, que Disney, casa madre de los films familiares, sea hasta ahora la única major en oficializar su desconfianza a la iniciativa, mientras que las otras (Fox, Warner, Universal) esperan más detalles para tomar una postura.

NATO concedió, sin embargo, que debe avanzarse hacia un modelo de explotación comercial “más sofisticado”, pero desarrollado por los propios distribuidores y exhibidores y no “por terceros”. El comunicado culmina dando libertad de acción a sus miembros a la hora de apoyar o no la iniciativa, siempre y cuando se respeten las ventanas de exhibición. AMC Theaters, que cuenta con casi 400 complejos en Estados Unidos, aún no hizo comentarios oficiales, pero distintos medios especializados, entre ellos Variety y Deadline, aseguran que estaría cerca de dar el visto bueno, en gran parte debido a que la dueña de la cadena, la compañía china Wanda, ya proyecta negocios con el streaming en el cada día más influyente mercado de ojos rasgados. Regal Entertainment estaría en contra, mientras que Cinemark intentó poner paños fríos cuando su CEO, Mark Zoradi, sostuvo que “la ventana de exhibición ha sido la más estable a largo plazo y el éxito comercial de una película impulsa la puesta en valor y las fuentes de ingresos nuestros los proveedores”, por lo que “cualquier propuesta debe ser evaluada críticamente”.

Los realizadores también hablaron. Entre los que lo hicieron a favor estuvieron Steven Spielberg, Ron Howard, J.J. Abrams, Martin Scorsese y Peter Jackson. El hombre detrás de El señor de los anillosopinó en un comunicado que Screening Room “hará crecer la audiencia y no desplazará al público de las salas”. “No es un enfrentamiento entre estudios y exhibidores. Por el contrario, está ideada para apoyar a todos los sectores a largo plazo, resultando una mejor sustentabilidad para la industria en sí”, escribió antes de marcar las diferencias con el proyecto de Video on Demand premium que Direct TV presentó en 2011 con el objetivo de reducir la ventana en cines de tres a dos meses y que fue rechazado por todos los sectores. “Era una idea que habría dado lugar a la canibalización de los ingresos de taquilla. Screening Room, en cambio, está diseñada con mucho más cuidado para captar al público que actualmente no va a las salas”, sentenció el neozelandés. El argumento de la búsqueda de nuevos públicos –y su dinero, obvio– es una recurrencia entre quienes defienden el proyecto de Parker-Akkaraju. Según la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, el 11 por ciento de los norteamericanos asiste al cine al menos 18 veces al año. El 89 por ciento restante, que no lo hace o sí pero de forma más esporádica, representa una potencial masa de ingresos digna de atención.

Las voces artísticas en contra más resonantes fueron las de James Cameron y su productor Jon Landau. “Sabemos que esta propuesta se encuentra en etapa temprana, pero tenemos la obligación de hablar públicamente en su contra. Tanto James como yo estamos comprometidos con la experiencia de las salas, que es la fuente que impulsa toda nuestra empresa. Para nosotros, tanto desde el punto de vista creativo como financiero, es esencial que las películas tengan un lanzamiento inicial exclusivo en cines. No entendemos por qué la industria querría ofrecer al público un incentivo para saltearse la mejor forma de experimentar el arte que tan duro trabajamos para crear. Nadie está en contra de las exhibiciones hogareñas, pero hay una secuencia de eventos que conduce a ellas”, razonó Landau ante Variety. Días después, el británico Christopher Nolan se alineó al productor de Titanic y Avatar cuando, en un mail enviado a ese portal, aseguró que “sería difícil expresar la importancia del lanzamiento inicial exclusivo en cines para nuestra industria de forma más convincentemente que Landau”. Tanto directores como productores, exhibidores y distribuidores esperan con ansias el CinemaCon que la NATO realizará a mediados de abril en Las Vegas. Esa convención sería el ámbito elegido por Parker y Akkaraju para profundizar los conceptos de la iniciativa y confirmar su viabilidad. Cada quien determinará si este nuevo modelo supera la inigualable sensación de sentarse en una butaca a contemplar cómo el mundo puede ser distinto, menos inhóspito de lo que efectivamente es.

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