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El panorama no es sencillo para quienes eligen apostar a la música. El tarifazo implementado por el gobierno impactó en los espacios culturales, que sufrieron abultados incrementos en sus servicios. “La situación actual es bastante preocupante, no solo en la cultura; y obviamente en el momento de achicar gastos, para muchos la cultura no es una necesidad básica”, lanza Ezequiel “Cheche” Ordoñez, programador de Café Vinilo y bandoneonista de Orquesta Victoria. La excusa para la charla con Página/12, en verdad, es la realización de la segunda edición del Festival Vinilo, pero se torna inevitable hablar del contexto político. “La única forma que tenemos es seguir adelante, juntándonos y apoyándonos entre nosotros, principalmente los músicos con los músicos; difundir la música de colegas y no siempre estar mirando para dentro”, propone Ordoñez. Ese es el espíritu que sobrevuela en el festival: que lo más importante sea el cuidado del hecho musical y el trabajo colectivo.

El festival comenzará hoy a las 21 en el espacio ubicado en Gorriti 3780 y se extenderá hasta el domingo, con una programación variada en estilos musicales, pero con varios puntos en común. Esta noche abrirá el grupo Fadeiros con un repertorio integrado por fados; el jueves será el turno de Juan Quintero & Edgardo Cardozo y sus canciones de raíz; el viernes la cubana Yusa mostrará su particular canción caribeña; el sábado será el turno del jazz de Adrián Iaies y el domingo cerrarán los tangos modernos de El Arranque. “Creo que el común denominador, tanto del lado de los organizadores como de los músicos, es que el hecho musical tiene que ser una celebración, un trabajo cuidado, una ofrenda sobre todo”, entiende Juan Quintero, quien repasará junto a Cardozo las canciones de Amigo (2007). Para Yusa, “tocar en Vinilo es volver al lugar donde solo estoy yo con mis pensamientos y el sonido. Ese instante íntimo que tiene el momento de la creación, por tanto es un lugar en el que mi música se encuentra a gusto. Tener al público tan cerca y poder ver cada uno de sus gestos entremezclados es una sensación maravillosa, ya que todos quedamos expuestos y al mismo tiempo somos cómplices por un par de horas de lo que sucederá una vez que comience el concierto”.

La idea del festival es “plasmar” la esencia de la programación que se desarrolló en Vinilo durante estos siete años de vida. “El objeto principal es que sea un festejo de músicos para músicos, para poder seguir manteniendo abierto un espacio donde aún la música sigue siendo el centro de la escena”, señala Ordoñez. “Lo que buscamos es que sea un lugar que se identifique con la música comprometida, es decir, con una búsqueda en lo que se hace, mejor o peor, eso después puede depender de los gustos de cada uno, pero que toquen músicos con propuestas propias, y en general siempre en el ámbito de la música independiente”. Según Ordoñez, la intención es convocar a músicos consagrados pero al mismo tiempo no “espantar a los músicos que están empezando”. Uno de los logros es haber construido una identidad y una complicidad con el público. “Creo que gran parte del público de Vinilo vuelve y siempre trae gente nueva. Este festival, entonces, es para invitar gente a conocer nueva música”, cierra.

Desde hoy, la segunda edición del Festival Vinilo

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