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Sábado, 10 de septiembre de 2016
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JUGANDO CON PIAZZOLLA, O ASTOR PARA LOS BAJITOS

Cuando el tango no tiene edad

Por Karina Micheletto
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Jugando con Piazzolla Hoy a las 14.30 y mañana a las 11. Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Gratis.

Experiencia Piazzolla, el evento que propone conciertos, clínicas, una exposición y otras actividades alrededor de la figura del gran bandoneonista y compositor, tiene también su propuesta para chicos. Se trata de Jugando con Piazzolla, una obra que suma teatro, música (claro) y audiovisual, con guión y dirección de Héctor Presa y dirección musical de Nicolás Guerschberg. Durante la semana se ofrecieron funciones para escuelas, y ahora se abre para público en general, con entrada gratuita. Será hoy a las 14.30 y mañana a las 11 en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131).

A lo largo de todo el espectáculo, la vida y obra de Astor Piazzolla es presentada básicamente por el personaje del mismo Piazzolla (interpretado por Leonardo Spina), que va entablando un diálogo con un ángel tanguero (Analía Villoria). Este diálogo comienza ya en la niñez del bandoneonista, en Nueva York y en aquel mítico encuentro con Gardel (del que ha quedado registro en la película El día que me quieras, donde el niño Astor hace de canillita) y sigue por los más importantes hitos de su carrera. Y así de manera bastante esquemática se van narrando el vínculo de Piazzolla con Aníbal Troilo, las circunstancias en que compuso sus obras más emblemáticas (Fuga y misterio, Adiós Nonino, tras la muerte de su padre, Libertango), su dupla con Horacio Ferrer y obras como la operita María de Buenos Aires.

Aunque bien sustentado por las participaciones musicales del joven bandoneonista Joaquín Benítez y de la cantante Marianela Villalobos, y por abundante material audiovisual, el diálogo entre Piazzolla y su ángel tanguero (una figura, por cierto, muy de estilo Horacio Ferrer) como único recurso narrativo resulta por momentos un tanto repetitivo. Siempre desde la palabra –el diálogo entre los dos actores–, se explica a un Piazzolla vanguardista y revolucionario, contra el que se alzaron los defensores del tango de compadritos. Y a un músico que “quiso mostrar que la ciudad había cambiado, estaba más linda” en los 70.

Aún con esta falta de acción, Jugando con Piazzolla cumple con la segunda parte de su título, la de abrir la inquietud a un nuevo público sobre uno de los artistas más importantes de la música argentina. Brinda una información que no suele estar a mano de los chicos, para los que puede resultar todo un descubrimiento, o una invitación a escuchar más. El final, también muy en clave Ferrer, es con la despedida de Piazzolla cantando “Balada para un loco”.

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