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Domingo, 8 de octubre de 2006
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JOVENES QUE HACEN POESIA A TRAVES DE PaGINAS WEB, CON FOTOS Y POEMAS SUPERPUESTOS A LA IMAGEN

La rebelión de los poetas en la blogosfera

Escriben sus textos en la red de redes y reformulan el mito del escritor romántico. Mariano Blatt, Inés Acevedo y Diego de Aduriz aseguran que el fotolog poético es, antes que una vía de expresión, un optimizador social. “Acá no tenés la presión de publicar un libro”, dice la “flogopoeta”. ¿Ha nacido un género literario?

Por Julián Gorodischer
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Mariano Blatt, Inés Acevedo y Diego de Aduriz, protagonistas de un modo novedoso de producir y consumir cultura.

Los poetas aquí reunidos derriban el mito del creador romántico en el altillo; encarnan la figura más mundana (o más realista) del artista hipertecnologizado del siglo XXI, proclive a renovar sus capacidades técnicas, habilidoso y actualizado. El poeta que escribe en fotologs (que aquí llamaremos flogopoeta) se preocupa por adecuar los colores a los temas y el diseño de un sitio personal al carácter. Su irrupción en el panorama de la poesía llega vía página web hecha de fotos y poemas superpuestos a la imagen, o –en algunos casos– utilizados como epígrafe. ¿Ha nacido un género literario? Al menos se comprueban rasgos que no cambian: la vuelta sobre el ombligo propio, la referencia al contexto inmediato, la cita permanente a otros poetas como ellos, menos como mención literaria que como vidriera de eventos/ fiestas/ cumpleaños. Luego se sabrá que, más allá de sus méritos literarios, el fotolog poético es un probado optimizador social.

Los que acuden a la hora señalada son: Mariano Blatt (autor del fotolog poético Arrepentirse, cuyos textos recrean una imaginaria temporada de veraneo en el Tigre), Inés Acevedo (de Las aventuras de Conchilinda, prosa poética en la que intervienen poetas como personajes) y Diego de Aduriz (diseñador de indumentaria y hacedor de Copo de azúcar); la plenitud ante el soporte virtual no tardará en definirse como rapidez de publicación, popularidad impensada, capacidad de repartirse en decenas de fotologs (o resumidamente ‘flogs’) en una utopía de heterónimos que el portugués Fernando Pessoa no hubiera imaginado.

Inés Acevedo: –En un fotolog sabés bien quiénes son los que vienen a verte, casi siempre los mismos, tus amigos. Para mí, en un fotolog lo más importante es el texto, y por eso me interesa que sea literario. Muchas veces recibí comentarios que me decían: sos demasiado para el flog, tenés que irte al blog. Un amigo artista me dijo: con vos perdí el prejuicio que tenía contra el flog.

–¿Por qué la mayoría de los poetas se expresa a través de fotologs (galerías de fotos) y no de blogs (páginas de texto)?

Diego de Aduriz: –Uso fotolog como si fuera un blog. Me gusta más la forma de navegación que propone, como una partitura, más simple. Sólo podés ver lo que pasó hoy.

IA: –En cambio, en el blog podés ver lo que pasó en un mes entero. Yo lo tematizo en Las aventuras de Conchilinda: en un episodio ella, en la ficción, tiene el problema de que el poema se le justifica hacia la izquierda y pide indicaciones a la poeta Violeta Kesselman. El blog te achata el poema, lo alinea hacia la derecha. En cambio, el fotolog permite usar photoshop para poner una palabra acá y otra allá sobre la foto.

Los fotologs poéticos suelen morir después de un tiempo, hasta que llega su resurrección con otro nombre en otra dirección. Diego de Aduriz lo sufrió como clausura impuesta desde arriba debido a un rígido sistema de normas que desactiva una página cuando se detecta algún contenido sexual. En su fotolog, la referencia erótica era suave, y con criterio artístico e igualmente esa figura abstracta y todopoderosa que es el administrador le retuvo los textos y las fotos sin devolución. Pese a sus reclamos, el autor se quedó sin la obra. “Yo tenía un montón de chicos mostrando la cola, se hizo una cadena, alguien lo puso como favorito, y llegó al administrador y me lo cerraron.” ¿Censura aunque no exista el sexo explícito, aunque todas las fotos estén comentadas por un texto del flogopoeta? “El texto siempre decía lo mismo: ‘Realmente te amo’. Pero cuando te lo cierran –sigue De Aduriz, tendiente a empapar sus textos de coloquialidad, frases cortas, impresiones de lo cotidiano– hay una cosa muy heroica a la vez.”

–¿La amenaza continua de desactivación dificulta la creación?

IA: –El escritor Dani Umpi infringió otra ley, la del límite de comments (comentarios). Cortó y pegó para poner más que los permitidos sin cargo, y se lo cerraron. Yo subí una foto mía en tetas, y las tapé con imágenes de Pokemon.

MB: –A mí nunca me lo cerraron. No pueden tener control de todo; sólo pasa porque hay gente, al pedo, que te denuncia.

DA: –Lo estimulante es cuando alevosamente infringiste las reglas del flog o estás en una situación al borde. Luego saqué otro más moderado, con fotos muy calientes pero que no muestran tanto. Hay gente que tiene una insistencia que le hace volver a su flog y ser desactivado una y otra vez.

–¿Y cómo explican el frecuente cierre voluntario de fotologs poéticos para reencarnar en otros nuevos?

Mariano Blatt: –Mi fotolog poético Nebraska Nevando (la crónica poética de un año de relación amorosa, contada en versos sobre fotos) murió cuando empecé a escribir sólo para subir cosas. Ahora en Arrepentirse estoy escribiendo una cosa distinta, más tirado a la prosa poética, donde cambia el estilo, el registro, todo. Es como terminar un libro y empezar otro.

DA: –Cambiar es encontrar una nueva dirección, pedir más aire. Estás haciendo otra cosa con un tono que por ahí no va. Mi fotolog anterior era violeta, y no lo iba a cambiar nunca. El nuevo, El diablo me obligó, es rojo y después lo cambié a negro.

IA: –La forma es importante, le da una identidad.

–¿Por qué es tan común la autorreferencialidad del flogopoeta?

IA: –La limitación temática es fundamental. Cuando cambiás el tema, no podés seguir en el mismo flog. El público también exige. Pregunta: ¿Qué subiste hoy? Cuando subía textos demasiado serios literariamente, algo medio filosófico, me bajaban el pulgar. Me pasó cuando hice una teoría acerca de la gente que hace fotologs y blogs.

DA: –Te dicen: acá tenemos más onda. Defraudás cuando te cierran el flog. Yo pedí rescatar material en uno que me cerraron y no me devolvieron ni las fotos y los textos.

IA: –Hay gente que cree que los blogs son “lo menos”, poetas que tienen un gran prejuicio. ¿Por demasiado autorreferencial? El flog es como un cuarto con posters donde estás vos, vos, vos...

MB: –Además requiere una actualización cotidiana, y de lo único que se puede hablar todos los días es de uno mismo. Pero yo decidí salirme un poco: es un cambio en mi creación, y no sé muy bien por qué escribo lo que escribo. Me aburrí, quería dejar de escribir sobre mí.

–El anclaje de la foto, ¿limita al poema?

MB: –Te limita el tema, te quita autonomía, se asemeja a un ejercicio de taller literario.

DA: –Es como si fueras a bailar a un boliche chiquito, donde todos hablan a su manera de una cosa puntual que pasó en el fin de semana. Lo convierte en un intermezzo entre el messenger y el mail, con un tiempo muy particular. Estoy pensando en los posts (comentarios sobre cada foto/ poema) trasnochados de las cuatro de la mañana.

IA: –Hasta hay un poema de Damián Ríos, La misma luz en todas partes, que surgió en un post, dedicado a la chica de la foto. Y después lo siguió como poema.

–¿El fotolog poético marca el inicio de una carrera de escritor?

MB: –Es el inicio de la publicación de mis textos, que se hacen públicos y se difunden ahí. A casi toda la gente que me rodea la conocí gracias al flog.

DA: –Yo escribo todo el tiempo en todas partes. El flog es sólo un soporte, un formato posible entre tantos.

IA: –Cambia la relación con el trabajo: la instancia de publicar no es tan definitoria como en papel. Al mismo tiempo hace que escribas bien, pero no está la presión de publicar un libro. Si quiero mostrar un cuento, sé que en el blog lo puedo incluir.

MB: –Después hay gente que no conocés y se comporta con vos como si te conociera de toda la vida.

–¿Cómo se imaginan el futuro del fotolog poético?

IA: –Siempre un flog se va a transformar en otro. Si te aburrís, te cambiás. Pero tiende a aumentar. ¡Seguro! Un día decís: Hoy necesito tal cosa. Y sacás un blog.

DA: –Tienen una naturaleza orgánica: empieza como flog y, por ahí, deriva a formatos no electrónicos. Ahora, por ejemplo, estoy preparando una obra de teatro con los textos de mi fotolog.

MB: –Va a pasar el flog, entendido como herramienta. O vamos a pasar nosotros. Esa misma gente se va a ir desplazando, se va a abrir algo que lo reemplace, cuando llegue otra generación.

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