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Martes, 19 de diciembre de 2006
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“CUMBIA”, DE COOPERATIVA SUB

La periferia, sin lugares comunes

El libro del “colectivo fotográfico” se presenta hoy en el C.C. de la Cooperación.

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Cumbia nació como una presentación colectiva para un festival francés.

La palabra “cumbia” remite a jolgorio y fiesta, y al mismo tiempo lleva a pensar en marginalidad, periferia y pobreza. Esta forma de manifestarse es sólo una muestra del lugar de la cumbia como representante de lugares antagonistas: cuando suena, se siente el impulso de bailarla o no. La Cooperativa Sub de fotógrafos presenta hoy a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543) su primer libro titulado Cumbia, donde se puede encontrar un compendio de imágenes tomadas en la provincia de Buenos Aires a los habitantes del límite. La búsqueda en las imágenes tiene como eje principal lograr belleza a través de fotos donde el color y el blanco y negro se mezclan con los textos para mostrar una historia que tiene ritmo y música.

El colectivo tuvo una formación anterior que se denominaba Argentina Foto, pero la idea central sigue siendo la misma: son un grupo de fotógrafos que decidieron juntarse para poder vivir con y de la fotografía. “El 1º de marzo fue la primera vez que trabajamos como un colectivo. Salió uno de nosotros con la cámara de otro y la plata de todos a cubrir la asunción de Tabaré Vázquez en Uruguay. Esa fue la primera cosa que hicimos como Argentina Foto”, cuenta a Página/12 Nicolás Pousthomis, uno de los integrantes de la agrupación que completan Giovanny Garrido, Gisela Volá, Juan Vera, Olmo Calvo Rodríguez y Sebastián Hacher.

–¿La idea de la cooperativa surgió de una necesidad o de la experiencia?

–Formulamos la idea de cooperativa en base a la experiencia que teníamos, de compartir las vivencias de las fábricas recuperadas, de trabajadores medioactivistas. Queríamos aplicar lo que criticábamos para afuera dentro de nuestro propio grupo. Nuestra idea es ir al frente siempre con el trabajo de todos, diferenciándonos por el tiempo que les dedicamos a los trabajos, no en la calidad.

–¿Cómo desarrollaron el tema del libro?

–La idea surgió para una presentación a un festival francés, teníamos que presentar un trabajo colectivo y uno personal. Aceptamos porque nos parecía que iba a ser fácil. Teníamos muchas imágenes perdidas en el tiempo. Lo primero que surgió fue la palabra “cumbia”, que fue la que le dio la dirección al trabajo. Pensamos la categoría “cumbia” como una cosa de periferia, todo lo que veíamos cuando cruzábamos la General Paz. Periferia tanto a nivel geográfico como un sentido más de la centralidad o de lo que se toma como centro usualmente, como la televisión. Las imágenes que conforman el libro están tomadas de esos lugares que quedan en el borde, no están adentro pero no se caen. Pensando la periferia en este sentido amplio, y la cumbia, como el “cachengue” que teníamos que encontrar en cada foto.

–Entonces, ¿en qué lugar se ponen usualmente como fotógrafos?

–Una muestra clara del lugar que intentamos mostrar es en el espacio que nos ponemos en el momento de capturar las imágenes. Nos ubicamos siempre dentro de la movilización, al ver nuestras fotos se muestran más los manifestantes de espalda y la policía de frente. Creemos que no es una visión muy difundida, porque muchas veces los fotógrafos como trabajadores optan por estar más resguardados.

–Si tuvieran que describir cómo son las imágenes o de qué se tratan, además de la palabra que las presenta, ¿qué dirían?

–Creemos que ninguna de las fotos llega a describir completamente el libro. Hay algo que teníamos claro: queríamos lograr un libro honesto. Usualmente, cuando uno de acerca a ciertos temas hay que tener cuidado, porque cuando se fotografía la pobreza se corre el peligro de caer en lo miserable, que usualmente es lo más vendible. Es algo que pasa: cuando te compran fotos de cartoneros siempre son las de los tipos tirados comiendo de la basura. Tampoco queríamos hacer una especie de alegato de lo bien que está todo y de cómo lo pasan de maravilla, como diciendo “se cagan de risa”. Hay algunas imágenes que pueden mostrar más ingenuidad que otras por separado, pero nuestra idea es que cada foto se vea dentro de su apartado, siguiendo una historia posible. Igualmente al libro lo pensamos para que se pueda agarrar de cualquier página, por eso no hay epígrafes sino frases cortas que forman un relato entero, o se pueden ver como conceptos cortitos.

–¿Cuál es el rol en que se posicionaron como fotógrafos con respecto a las imágenes que muestran en su libro?

–El rol va cambiando de acuerdo con la situación. En el contexto de la página web nos permitimos editorializar, trabajamos mucho con la ironía y la posibilidad de la lectura entre líneas. En el caso del libro optamos por hacer una desarrollo más bien poético. Después de muchas charlas llegamos a la conclusión de que por el ritmo del relato que tiene no era conveniente la bajada de línea. En el libro queríamos tener más una estructura estética, más un relato, no diríamos liviano pero sí sutil. Tiene una cosa hasta medio onírica. Lo que buscamos con el libro es que gane la idea por sobre la foto puntual que describe un hecho, por eso es que no hay muchos epígrafes. Las fotos buscan la simpleza de poder dejarse llevar a través de ellas y formar un continuo. Buscamos borrar al autor de la imagen, al que captura. Que pierda protagonismo el fotógrafo y lo ganen el fotografiado o el tema.

Entrevista: Suyay Benedetti.

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