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Viernes, 19 de enero de 2007
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RECORRIDO POR LA MUESTRA “OLMEDO, 50 AÑOS EN ESCENA”

El Negro vuelve a La Feliz

Mil personas por día visitan la exposición gratuita de fotos, objetos, afiches y proyecciones que recuerdan al capocómico en la ciudad en la que brilló y murió.

Por Karina Micheletto
Desde Mar del Plata
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Hay fotos familiares y momentos laborales que se cruzan con escenas entre amigos.

Emplazada en uno de los corazones simbólicos de esta ciudad, una muestra recuerda a la figura que alimentó durante años gran parte de la mística de Mar del Plata: Alberto Olmedo. En el Salón Circular del Hotel Provincial –este edificio emblemático de la ciudad, el mismo en el que Olmedo pasó tantos veranos–, fotos, objetos, afiches de películas y proyecciones del capocómico atraen a más de mil personas todos los días. A 50 años del debut escénico de Olmedo, la muestra –que seguirá recorriendo el país y fue estrenada, por supuesto, en Rosario– convoca un recuerdo vívido en la ciudad donde el cómico brilló verano tras verano. “Alguna vez le preguntaron a mi padre qué quería que quedara de él. El respondió: Mis manos en la calle Corrientes. Para que cuando la gente pase me diga... ¡Chau Negro!.” Mariano Olmedo, organizador de la muestra, explica de este modo parte de su sentido. Y constata lo que cualquiera que llega hasta aquí puede percibir inmediatamente: “Mi viejo nunca se fue. Sigue acá, y así lo siente la gente”.

Gran parte de la muestra Olmedo, 50 años en escena –que puede visitarse hasta fin de febrero, todos los días de 17 a 23– proviene de objetos y recuerdos aportados por la familia de Olmedo y por su primera esposa, Judith Jaroslavsky. Hay fotos familiares y momentos laborales que se cruzan con escenas entre amigos: Olmedo celebrando la temporada marplatense en el restaurante Edelweiss; el Capitán Piluso con Martín Karadagian y Coquito en el Luna Park, en una función a beneficio de la Casa Cuna, en 1960; Rucucu en París, en 1981, ubicando sus bigotazos en primer plano. Y una serie de obras de humoristas gráficos (Fontanarrosa, Sábat y Caloi, entre otros) le rinden homenaje.

Una parte importante de la muestra la ocupan antiguos afiches que sintetizan toda una época del cine nacional: Los reyes del sablazo, con Susana Traverso y Luisa Albinoni; Departamento compartido, con Graciela Alfano y Tato Bores; Los hombres sólo piensan en eso, con Alfano y Porcel. Más adelante, aparecen los objetos “originales”: el set de filmación del Manosanta, con la bata, la sandalias y hasta el enano auténticos; la pistola del Capitán Piluso, con los dos Martín Fierro que ganó el programa. Pero donde todos se paran y alargan la estadía es en los televisores que repiten los gags más famosos de la extensa galería de personajes de Olmedo. En la planta baja, la muestra recibe al visitante con una escultura de Piluso con la que todos se quieren sacar fotos. “¡Gracias! Porque nos hacía reír aunque no tuviéramos ganas y ¡lástima! Nos hizo llorar, cuando teníamos tantas ganas de seguir riendo”, escribió Cristina Natale en el libro de visitas. “¡Piluso! ¡La leche! Aún retumban en nuestro corazón. Para nosotros todavía estás vivo”, dejaron escrito más adelante María Elena y Guillermo. Siguen pasando veranos desde aquél de 1988, cuando el cómico cayó de un piso 11, frente a Playa Varese, y hay algo que queda claro: alguna gente nunca se va.

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