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Viernes, 12 de octubre de 2007
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NUMERO ESPECIAL DE “FIERRO”, MAÑANA CON PAGINA/12

Un clásico que sigue creciendo

La revista cumple un año de su reaparición pública y lo celebra con nuevas y viejas viñetas y personajes. Un espacio libre para la creación o, como dice su director, Juan Sasturain, “un chico malcriado: hace lo que se le canta, no se sabe nunca qué le pasa y se caga en todo”.

Por Emanuel Respighi
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¿Cómo es que no se habían juntado antes? La pregunta, a un año del retorno a la vida cotidiana argentina de la revista Fierro, se le presenta una y otra vez al lector entre la finalización de una historieta y el comienzo de otra, en ese sinfín de heterogéneos delirios que conforma cada uno de los números de la publicación. Es que la revista de “historietas para sobrevivientes” –como rezaba el slogan de su primera etapa– le devolvió al género un lugar para que los más destacados exponentes de los ilustradores y guionistas de la vieja y nueva guardia unan trazos y creaciones disímiles, en un retrato de época que potencia el espíritu original con la irreverencia de las plumas más jóvenes, educadas a la sombra de Fierro. Y mañana, como todos los segundos sábados de cada mes, Fierro acompaña al ejemplar de Página/12 con un festejo especial: los 12 números, el primer año de vida de la segunda generación de la revista de humor.

“Una revista de historietas es como un chico, un chico habitualmente malcriado. Fierro, al año cumplido, viene creciendo bien, ya camina sola –lo que no es tan frecuente–, come de todo con regularidad, llora poco y a veces (se) duerme demasiado. Sin embargo, con todos esos síntomas de indudable salud, ya muestra algunos signos de desvío de los parámetros generales de normalidad que han descripto los especialistas desde Jean Piaget a Florencio Escardó. Por ejemplo, incipiente rebeldía, inestabilidad emocional, descontrol de esfínteres. Es decir: hace lo que se le canta, no se sabe nunca qué le pasa y se caga en todo”, describe Juan Sasturain, el director de Fierro de ayer, de hoy y de siempre (si por él fuera), en “Contraindicaciones”, el clásico editorial.

Como en todo aniversario redondo, al fin y al cabo se trata de una docena de ejemplares para coleccionar, la revista de mañana contará con los condimentos de todo festejo. En este caso, no podía ser mejor: un suculento plato aniversario conformado por viñetas, personajes e historietas pergeñadas para la ocasión, pero sin el autobombo que suele acompañar esta clase de celebración. Además de una entrada servida por lo más nuevo de la historieta local, canalizada en el suplemento “Picado Fino”, editado esta vez por “el demente” de Lucas Nine, en un souvenir de regalo para que los lectores de la revista se acerquen a quienes aún están en estado de naturaleza. Es decir, una Fierro auténtica, tan lisérgica como irreverente. Un número que reúne las creaciones de Santellán, Emi, Los González, Jodorowsky-Meglia, Salvador Sanz, María Alcobre, Calvi, Tati, El Tomi, Max Cachimba, Vázquez-Lunik, Rep, Quattordio, Maicas, Trillo-Varela, Sala, Copi y Sasturain-A. Breccia. Cada uno en lo suyo, haciendo lo que mejor sabe. Sin tentarse en forzados artificios.

En un sumario que hace honor a la idea fundacional de Fierro de crear un espacio anárquico y libre para la creación, el número aniversario está ilustrado en tapa con un dibujo de Eduardo Santellán, en un consciente regreso a la primera etapa. Entre las joyas de este número, resulta imperdible la historieta “La deuda”, de Carlos Meglia, y el “gurú” chileno Alejandro Jodorowsky, quienes debutan en el medio con una suerte de clásico posmoderno, a la vez que no deja de atrapar por intensidad “Palabras sueltas, colores cautivos”, la historia que con guión de Sasturain y dibujos de Breccia se publica por primera vez en una revista, dos décadas después de su gestación. La vuelta al ruedo de Tati con una historia de particulares problemas maritales (“Mentol”) y la carta de presentación de Laura Vázquez y Alejandra Lunik con la delirante y profunda “Ana, un mosquito y el enano” se acoplan a la perfección al viejo espíritu de Fierro. “Así vienen los chicos ahora. Lo dicho: se cagan en todo. Y lo bien que hacen, digo yo. Si hay algo que un pibe de un año te puede garantizar es que no te vas a aburrir con él. Uno putea, pero no deja de ser una suerte”, cierra Sasturain la editorial, con la satisfacción de saber que Fierro sigue siendo un caldo de cultivo (en la mayoría de los casos tóxico) de las nuevas generaciones de historietistas. Pese o gracias –quién sabe– a su primer año de su segunda vida.

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